Como simpatizante de los oprimidos y movimientos de liberación de todas las poblaciones del mundo, vivir en Colombia desde 2016 hasta el día de hoy ha sido estimulante. Llegué justo cuando se firmaba el Acuerdo de Paz más comprensivo en la historia del mundo, seguido de un cambio de gobierno que hizo campaña para activamente desmantelarlo. Además, he visto la opresión sangrienta de la policía colombiana mandada por los políticos a masacrar a sus hermanxs en las calles. Y ahora he visto cómo los colombianos han optado por elegir un gobierno que hizo campaña por el cambio.
Los movimientos populares latinoamericanos y su capacidad para promulgar un cambio de verdad es algo que admiro profundamente y anhelo como ciudadano estadounidense. Diversos pueblos latinoamericanos más que todo mujeres, estudiantes, indígenas, afrodescendientes y LGBTQI+, han enfrentado cara a cara a los actores más violentos de su sociedad, poniendo en riesgo su vida y sacrificándolo todo para mejorar y defender sus derechos. Vivir en Cartagena me hace entender que crecer y vivir en Colombia requiere de mucha valentía.
El nuevo gobierno colombiano tiene dos consignas principales, “Cambio por la vida” y “Vivir Sabroso”. Ya sea que las promesas de la campaña se hagan realidad o no, es refrescante e inspirador ver a un gobierno electo promover un cambio de verdad en lugar del falso progresismo que se presencia en mi país natal.
“Cambio por la Vida” y “Vivir Sabroso” contrastan drásticamente con los mensajes políticos que recibimos de nuestro estado bipartidista. El ex-presidente dice «Make America Great Again» y el actual dice «Return to Normal” al público, pero en reuniones privadas con oligarcas dice “Nothing Will Fundamentally Change». Entonces, son dos caras de la misma moneda para un país que necesita desesperadamente un cambio fundamental.
La falta de cambios prometidos por Joe Biden se ha vuelto más clara que nunca con la respuesta de Estados Unidos a la invasión de Ucrania[1]. Ser miembro del Imperio de los Estados Unidos representa una profunda vergüenza cuando me entero de lo que nuestro gobierno ha hecho y sigue haciendo fuera de nuestras fronteras. Aunque soy una persona que no cree en el concepto de las fronteras, en el marco geopolítico que vivimos, las fronteras son un medio de organización social, y, mientras sea así, debemos hacer todo lo posible para asegurarnos de que el gobierno cuide a los suyos igual que los otros.
En el caso del imperio estadounidense, nuestros líderes parecen mucho más preocupados por la política y los derechos humanos en otros países que en el nuestro.
Por supuesto, la premisa de que el ejército estadounidense promueve la democracia y la seguridad es y siempre ha sido una propaganda sucia y repugnante. Tenemos presencia militar en la gran mayoría de las naciones del mundo «promoviendo la democracia y la seguridad» para todos, menos para nosotros en casa, donde vemos el colapso de nuestros derechos y nuestra democracia.
Ser ciudadano estadounidense ha dejado de ser un motivo de orgullo para mí desde que he conocido las realidades de este gobierno tanto en casa como en el extranjero. Nuestros líderes, los medios de comunicación y Hollywood siempre nos venden la imagen de que vivimos en la mejor nación, y que nuestra nación siempre es “lo bueno” cuando se trata de asuntos internacionales. Dicen: «Claro, hemos hecho algunas cosas malas y, a veces, nos hemos asociado con gente mala. Pero siempre ha sido por el bien común. ¡El fin justifica los medios!».
Yo crecí en la época de la «guerra contra el terrorismo» y de niño no imaginaba que había algo más que “el bien” contra “el mal” y que «nosotros» éramos los «buenos» y «ellos» eran los «malos». Ahora me doy cuenta de que es la misma historia que cada imperio le cuenta a su juventud. El profundo adoctrinamiento que recibimos en los EE. UU. es extremadamente difícil de superar, especialmente si creces allí. Incluso las facciones «progresistas» de la sociedad estadounidense todavía creen en la mayoría de la propaganda imperial, como «somos una gran nación» y «elegir a políticos mejores arreglará esto».
Ahora que estamos inmersos en una nueva guerra con un nuevo presidente, la rápida decadencia de la mentalidad patriótica es evidente. La propaganda está fallando. Desde los Trumpistas y Fox News hasta los sectores progresistas reconocen que nuestro gobierno es una mierda y el país está colapsando en sectarismos, violencia y desorden institucional. Los grandes manipuladores de la imagen pública se esfuerzan por salvar cualquier remanente de fe en la democracia y la grandeza de los Estados Unidos, mientras intentan exprimirnos por los centavos que nos quedan.
Nos prometieron en 2020 que un presidente, una cámara y un senado Demócrata nos brindarían un cierto alivio a la ola de neofascismo que consumió los sectores más altos y más bajos de la sociedad durante el régimen de Trump. Yo, sin embargo, nunca creí esas promesas, ni por un segundo. No celebré el violento cambio de poder entre Trump y Biden. Nunca creí que se avecinaba un cambio.
En 2022, el Imperio Estadounidense está haciendo mejor lo que hace mejor y peor lo que hace peor. El Imperio está inundando fondos en una guerra oscura con Rusia. Miles de millones de dólares que podrían usarse para alivio económico, educación, infraestructura, descarbonización y salud pública, se están regalando con muchas condiciones atadas a un gobierno ucraniano que es demasiado amistoso con sus paramilitares fascistas. Dar dinero a actores violentos y terribles en nombre del Imperio es lo que mejor hacemos.
Lo que peor hacemos es garantizar un nivel de vida digno a todes nuestres ciudadanes. Las políticas públicas y la fuerte dependencia del sector privado han otorgado a muchos miembros del Imperio altos salarios y un amplio acceso a bienes, servicios y lujos más allá de lo que creían. Sin embargo, un sector grande y creciente de la población estadounidense sufre inseguridad, enfermedad y miseria porque el gobierno no garantiza dignidad humana básica para TODES.
El Partido Demócrata está en el poder y nos prometió cambios. Sin embargo sirven a los mismos oligarcas e imperialistas que los republicanos. Biden dijo a los ejecutivos de Wall Street antes de las elecciones que «Nothing Will Fundamentally Change (nada cambiará fundamentalmente)”. Eso es todo lo que necesitas saber sobre un gobierno controlado por los Demócratas.
Los Demócratas envían miles de millones a Ucrania mientras nuestro país está en colapso. Envían armas a militantes neonazis en Ucrania mientras nuestra policía local trabaja en colaboración con militantes neonazis para atentar negocios, manifestaciones, y personas marginadas. Envían ayuda para reconstruir Ucrania, mientras que nuestra infraestructura, sistema de salud y sistema educativo se deterioran en casa. Prometen defender la democracia en el extranjero mientras nuestro sistema electoral y derechos humanos están siendo devastados por la Corte Suprema en casa.
Realmente creo que lo más cerca que estuvo Estados Unidos de desarrollar una sociedad verdaderamente libre fue a finales de los años 60. Tanto el movimiento por los derechos civiles como el movimiento contra la guerra en Vietnam representaron una gran amenaza para el capitalismo y el imperialismo. Sin embargo, Martin Luther King, Malcolm X y los Black Panthers fueron limpiados sistemáticamente por la contrainteligencia y la violencia estatal.
Seguro que lo que sigue no será una mejora. No veo líderes, organizaciones o movimientos viables que luchen por el mejoramiento de nuestra sociedad. Sin embargo, si hay una segunda oportunidad para las propuestas revolucionarias de los años 60, puede ser ahora. Las tensiones parecen estar en su punto más alto y la confianza en ambos partidos está en su punto más bajo. Además, parece que está surgiendo un renacimiento del movimiento sindical. Vamos a ver qué pasa.
A pesar de esto, robaron la candidatura de Bernie y nadie salió a la calle en su defensa. Las protestas por el asesinato de George Floyd representaron el uso más grande de la violencia estatal contra los manifestantes en la historia de este país y, sin embargo, no se ha producido ningún progreso. Los Demócratas sólo aumentan los presupuestos policiales. Ahora que la Corte Suprema está jodiendo con nuestros derechos ya debilitados, no hay suficiente gente en las calles. Nuestra oportunidad se está desvaneciendo, si no actuamos con rapidez, la plena dictadura y el fascismo puro ya no son impensables. La Corte Suprema ahora mismo está debatiendo tumbar una norma que puede dar la luz verde a los estados que no quieren reconocer los resultados de las elecciones presidenciales. Parece que están armando un marco jurídico para justificar un golpe.
A pesar del pesimismo expresado por mi parte en este artículo, al ser testigo de la oportunidad que tiene Colombia, así como otras naciones latinoamericanas, tengo la esperanza de que el impulso hasta el cambio continúe creciendo aquí. Soy cautelosamente optimista por Colombia, ya que mi país natal ha demostrado ser incapaz de elegir líderes que prometen un cambio fundamental. Las promesas hechas por el Pacto Histórico pueden sonar demasiado buenas para ser verdad, y es seguro que muchos de estos cambios no se cumplirán. Sin embargo, sí creo que el progreso y el cambio son muy alcanzables para Colombia, y no puedo evitar sentirme inspirado al ver a América Latina marcar el ritmo de lo que debería abogar nuestro futuro liderazgo.
[1]Para ser claro, no apoyo a ningún bando en esta guerra. El gobierno ruso está dirigido por los ricos y sirve a los ricos, mientras envía a sus pobres a matar a otros pobres en Ucrania. El gobierno ucraniano es un títere occidental colocado para antagonizar a Rusia y violar los acuerdos internacionales, adicional a tener una seria vena neo-nazi en su panorama militar y político. Esta es una guerra entre oligarcas rusos e imperialistas occidentales y solo los pobres sufrirán.