Buscando a Jake y otros relatos de China Miéville se compone de 14 narraciones y, si bien estos merecen un despliegue mayor, cada uno en su particularidad, más que el que permite una reseña, trataré de proponer un comentario sobre su lectura con base en referencias y vasos comunicantes que puedan sugerir varias de estas historias. Este ejercicio, sin embargo, tampoco espera dar con un concepto, signo o fetiche que atraviese cada uno de los relatos del libro, más bien, el de exponerlos bajo la forma de un catálogo de situaciones de extrañeza, criaturas propias del terror y control social, ya que no puede aplicar como un bestiario. Con esto no quiero afirmar que el presente texto no se comprende a sí mismo como una reseña; pero, por otro lado, más que un despliegue de lo que acontece cuento por cuento, me parece más importante la agrupación de los mismos en una serie de subtemas que considero se despliegan, no sé si consciente o inconscientemente, en lo que tiene que ver con el autor.

Conforme se lee lo que ha escrito Miéville en Buscando a Jake…, podemos sentir que abre una galería de desapariciones y apariciones a las que la sensibilidad, ya minada en los lugares comunes del terror que hemos consumido y de seguro seguiremos consumiendo, no está acostumbrada y que poseen la originalidad de esos autores y autoras que logran consolidar su propio imaginario espectral. El de Miéville es un catálogo cuyas narraciones transcurren casi todas en Londres y, en este sentido, la ciudad, que se mueve como un ser vivo o una máquina orgánica, es el fondo para que se presenten entidades de naturaleza variada. Para escribir narraciones como las de Buscando a Jake… se necesita del amor que se tiene por un lugar, a la vez que el deseo de imaginarlo como un espacio tomado por criaturas y leyes que lo acechan y que otras veces lo sitian y tratan de destruirlo. Lo que se trastoca en todos estos relatos son esas leyes de la naturaleza, en cuya alteración se encuentra la cualidad principal de cualquier cuento genuino del tipo fantástico. En este sentido, los relatos que se presentan a continuación pueden leerse también desde un comentario que Lovecraft hace en El horror sobrenatural en la literatura:

“Los genuinos cuentos fantásticos incluyen algo más que un misterioso asesinato, unos huesos ensangrentados o unos espectros agitando sus cadenas según las viejas normas. Debe respirarse en ellos una definida atmosfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá; ha de insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir, con pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la mente humana: la maligna violación o derrota de las leyes inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra única salvaguardia contra la invasión del caos y los demonios de los abismos exteriores”.

Catálogo de criaturas y situaciones extrañas

Las criaturas y situaciones que se van conociendo a medida que se avanza de relato en relato, son, como se dijo antes, de naturaleza variada. Estas abarcan desde familiares creados mediante la alquimia de un brujo (y que dan consistencia a su cuerpo con los desechos plásticos que deja el consumo humano), imagos encarcelados en los espejos y que explican por qué nos reflejamos en ellos; niños maliciosos que habitan una segunda ciudad que solo puede verse a través de una ventana, calles enteras, que parecieran tener vida propia, que se toman la ciudad y la desfiguran; humanos modificados por el gobierno, ONG´s que actúan como la camorra, capitalistas que invocan apariciones en centros comerciales para retener clientes, parásitos como gusanos que enloquecen a las personas y que se transmiten a través de la pronunciación de una palabra, o emisores de mensajes imposibles de conocer y que te obligan a entregar mensajes y paquetes que tal vez (o no, y esto es lo interesante de un relato del libro como Mensajero) están desencadenando hechos de importancia global como la declaración de guerras, por ejemplo.

Dichas situaciones y criaturas podrían agruparse de acuerdo a la naturaleza de estas manifestaciones extrañas o espectrales. Dos relatos como Cimiento y Detalles, presentan voces y presencias de ultratumba escondidas en la arquitectura de la ciudad como su irruptor de lo normal y natural; otros como El azogue y Cielos diferentes trabajan sobre la vieja creencia de asumir los espejos y los vidrios como portales a otra realidad. El intercambio de cartas, de correos y mensajes son los medios narrativos, a la vez que las cualidades para la aparición de lo extraño en relatos como Informes sobre diversos sucesos acaecidos en Londres, Mensajero o Acaba con el hambre y, finalmente, relatos como Parque de bolas, Noche de paz y los ya nombrados Cimiento y Acaba con el hambre, establecen una relación directa entre lo que acontece en términos narrativos, el mal y el capitalismo. Son todas estas representaciones de una especie de catálogo de lo extraño, cuyo único rasgo en común es la ciudad de Londres.  Varios de los relatos del libro llevan a los personajes que los protagonizan a experimentar situaciones frente a entidades, manifestaciones o situaciones desoladoras que se construyen usando recursos narrativos distintos y originales.

Los relatos Cimiento y Detalles pueden comentarse un poco más para dar cuenta de lo que se viene diciendo. En el primero, lo espectral se manifiesta como una serie de voces y cuerpos moribundos, estas solo pueden ser vistas por una suerte de médium obligado a saber que los condominios y barrios en los que vive la gente están construidos sobre voces que se quejan y lamentan día y noche, y que los vivos no pueden escuchar. Detalles también se vale de la figura de esa persona con la cualidad especial de ver lo que los normales no pueden. Detalles es la narración de una anciana cuya vida transcurre en el encierro, en un departamentito de paredes blancas y lisas, cuya alimentación es a base de potajes y sopas y cuya vestimenta consiste en prendas de plástico ¿El motivo?, esta mujer puede ver en cualquier configuración de líneas entrecruzadas en cualquier superficie, natural o artificial, el rostro de un espectro que la persigue. La maldición de la señora Miller consiste en armar el dibujo de su persecutor en las líneas que forman el cabello de una persona, en los cables de la energía en la calle o en un tachón sobre un papel, entre un sinfín más de formas.

Capitalismo espectral

El capitalismo no es como tal algo que suela ser relacionado comúnmente con las entidades de naturaleza metafísica o paranormal (aunque te pueda vender todo tipo de chuchería relacionada). De hecho, pareciera como si estas temáticas de fantasmas, espectros, demonios, etc., contradijeran a esa forma de  abordar la realidad como lo es el materialismo histórico. Desde la perspectiva de este último, los hechos de la realidad pueden explicarse desde el devenir de actos y comportamientos de sometimiento y alienación que obedecen a una clase de élite (burguesía) que hace del horror algo acometido por quienes monopolizan la riqueza; un horror que es más de este mundo y no tanto de otros posibles u ocultos a nuestros ojos. Sin embargo, Miéville logra (al parecer de quien escribe) hacer del capitalismo una religión ocultista orquestada por pseudo mafiosos, disfrazados en, por ejemplo, una ONG que comercia con la miseria de los pobres, tal cual ocurre en el relato Acaba con el hambre. En otro relato, Noche de paz, por ejemplo, esta aparición del capitalismo como el causante de los sucesos de la narración se da desde la privatización de la navidad.

En Parque de bolas, tal vez el relato más desconcertante en este sentido, una de las cabezas empresariales de un centro comercial, se da a la tarea de ejecutar un ritual de magia oscura para hacer que los niños que paseen con sus padres por el sitio quieran quedarse siempre allí, mientras estos últimos se ven libres para consumir en las tiendas. Puede verse, en este sentido, la concordancia entre la lógica del consumo y el ritual oscuro para lograr el objetivo o la meta de ventas.

“Además resulta que la gente que está comprando para sus hijos se preocupa mucho más por aspectos como la seguridad y la calidad. De media, gastan más por artículo que los solteros y parejas sin hijos, porque quieren tener la certeza de que han comprado lo mejor para ellos. Y nuestros márgenes en los productos caros son bastante mayores que en los de gama baja. Incluso en las parejas con ingresos bajos, John, el porcentaje de sus ingresos dedicado a mobiliario y artículos para el hogar se dispara con un embarazo”.

“Le dije que estaría en la sala de personal. Me giré y le oí abrir el maletín. Cuando me alejaba escudriñé a través de la pared de cristal y traté de ver qué estaba colocando sobre la mesa. Una vela, un frasco, un libro siniestro. Una campanilla”.

Londres

El primer relato, ese que le da titulo al libro, opera como una buena presentación sobre la forma en cómo Miéville asume su ciudad, Londres. A excepción de un relato, el de Jack, las narraciones del libro transcurren en esta ciudad que casi siempre adopta la forma de un territorio tomado o en disputa, ya sea por anarquistas que protestan, guerrilleros que sobreviven a cataclismos invisibles o a imagos (criaturas que fueron encerradas en los espejos por el antiguo emperador amarillo chino y castigadas a convertirse en los reflejos de los seres humanos y que han escapado); por calles de otros siglos que tienen vida propia y disputan una guerra difícil de comprender para el entendimiento humano. El trato que se le da a la ciudad hace de ella un personaje y, si bien, esto casi que se lee y escucha como una frase hecha y sin mucho contenido, es algo que en los varios relatos del libro se comprende de una forma más orgánica. Tal vez sea el relato Informes sobre diversos sucesos acaecidos en Londres, el que ilustre mejor lo anterior. Aquí las leyes de la naturaleza, un poco a la manera de lo que se citaba anteriormente sobre Lovecraft, se desdoblan y la ciudad se configura nuevamente con calles de siglos pasados, llevando consigo a quienes las caminan cuando desaparecen.

En otras ficciones, mientras tanto, la ciudad es algo que tiene una especie de doble que esconde una realidad alterna, a la que se llega por cristales. Relatos como Cielos diferentes y El azogue, me parecen dignos de mencionar por sobre otros. Si bien ambos relatos ofrecen dos modos distintos de abordar la ciudad como recurso narrativo, el primero desde un relato de seguimiento a un individuo, un anciano que compra una ventana para ponerla en su estudio, mientras que el segundo, desde una atmósfera de guerra, en la que la ciudad ha sido tomada por los imagos, ambos comparten el uso del recurso de los vidrios y los espejos como portales. Cielos diferentes es el relato de un viejo acosado por niños y que presenta un conflicto que, si bien parece simple, se complejiza gracias al trato que le da del autor; el conflicto juventud/vejez y cómo un anciano se ve derrotado por un mundo que lo deja atrás, se expresa mediante la compra de una vieja ventana que nuestro personaje pone en su estudio, desde donde comenzará a observar una segunda ciudad que solo se muestra si se mira a través de los márgenes de dicha ventana. Desde esta, aquel hombre ve a un grupo de niños que se ríen de él, maliciosos.

Cielos diferentes es también un relato de barrio, que podría ilustrar bien esas relaciones que se entretejen entre los niños que gritan noche a noche mientras juegan en una cuadra y el viejo cascarrabias que no les devuelve la pelota que cayó en su jardín. El acierto de Miéville está, entre otras cosas, en la inversión de estos roles; aquí es el anciano la víctima y el perseguido. El azogue, por otro lado, es un relato cuya génesis puede encontrarse en un texto de Borges como Animales de los espejos, en el cual se habla de unas criaturas llamadas imagos; seres encerrados por un antiguo emperador chino en los reflejos, que son su cárcel y condenados a reflejar cualquier postura humana frente a un espejo. Los imagos, vengativos, han escapado y se han tomado Londres, que es un campo en disputa en el que conviven los humanos (unos armados y en resistencia, otros asustados y la mayoría devorados por los invasores), junto con imagos vampiros y otros que se mueven entre la realidad humana y la realidad del reflejo.

Habría que mencionar, finalmente, la variedad de recursos de los que se valió el autor para dar forma a sus relatos y que abarcan desde el intercambio epistolar, los correos electrónicos, el cómic, la entrada de una enciclopedia, el diario personal o el informe de sucesos. Para concluir, quisiera expresar que el comentario anterior estuvo más abocado a presentar  aquellos aciertos que el autor ha tenido en el libro, de la mano de un trato muy personal y original respecto del terror, el new weird y el fantástico en general, más que en dar cuenta de lo que pasa en cada uno de los relatos, que es algo que queda a invitación de los lectores. Lo que se llamó aquí como el catálogo de criaturas y situaciones extrañas de Buscando a Jake y otros relatos, permite diversificar y hablar de la literatura fantástica desde una característica suya que suele obviarse o que no se profundiza lo suficiente. Esta característica es la capacidad de la misma para aportar criaturas y situaciones de rareza a las que no estamos acostumbrados y en las que muchos narradores suelen no adentrarse, cómodos con las monstruosidades y lugares comunes del género. Aquel aporte es la cualidad a favor del trabajo de los autores y autoras que dejan una monstruosidad más al catálogo de criaturas terroríficas de nuestro imaginario colectivo.


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Escritor. Autor del libro de relatos “Lo que pasó en el sepelio de Béla Lugosi” (2020). Ha publicado cuentos, entrevistas y reseñas en algunas revistas nacionales e internacionales. Actualmente ilustra el zine digital @ulises_zine.

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