“La ciudad es un ifrit de posibilidades: te quita y te da (…) Usa todos los nombres, todos los disfraces, todas las filosofías para vivir en los suburbios”.
QöXaHöMN
Mariale sostenía la peculiar portada amarilla con negro. Los seis rostros distorsionados y gesticulares de QöXaHöMN en la portada desataban una sensación cercana al pánico y a la sobrenatural inverosimilitud de lo desconocido. “El libro ya está moviéndose”, pensé. Era el recreo de la mañana y me interesaba conocer las primeras impresiones de una lectora que, además de ser mi estudiante de último grado, se había acercado a El circo del silencio desprovista de cualquier pretensión académica. La incitaba el fuego mismo de lo intrépido y el aniquilamiento de las rudimentarias literaturas.
—¿Qué te parece? —inquirí.
Tomé el libro y ojeé la ilustración retrato que el artista Richard Pérez hizo del escritor en la solapa de la portada del libro. Sonreí, admirado.
—Es muy extraño —contestó—. A veces comprendo lo que está diciendo; en otras, únicamente me dejo arrastrar… ¿Me devuelve mi libro, por favor?
La respuesta de Mariale me produjo un vértigo de salto jumping sin cuerda ni atadura. Es el impacto de El circo del silencio en los lectores. Escrito por QöXaHöMN, quien responde al nombre ortoficcional de Jair Buelvas Caro, es el ganador de la Convocatoria Cartagena Ciudad de Derechos 2024 en la línea de creación artística, área literatura, gestionada por el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC). Es, entre otras cosas, una obra de nuevas tramas con el propósito de confrontar a cada tipo de público descifrador.
Por esta razón, el motivo de este escrito es abordar aspectos que denomino atajos abreviados para aproximarse a dos conceptos perceptibles en El circo del silencio: el primero, la Abismalmanía; y el segundo, la Biblioludopatía. Ambos en relación directa con una postura imprescindible en las 15 tramas del libro: QöXaHöMN inquieta y hostiga el mundo ordinario y, en la misma ecuación destructiva, desafía cualquier conato homogeneizador. En la potestad de Yellow Hell City, geografía habitable de sus páginas, el lector es un detective con el que no tiene ninguna consideración. No se interesa en el espectador.
Ahora bien, la historia de un personaje exige una estructura de acontecimientos. Funciona en clave de secuencia estratégica, es decir, un escritor selecciona –acertada o desacertadamente–, las decisiones de sus personajes y conduce sus vidas al término de una expresión que los justifique. En este sentido, los acontecimientos tienen un orden lógico, que puede ser sorpresivo, inesperado o anticipado por el lector. En El circo del silencio, QöXaHöMN, confecciona objetos, tramas, múltiples temáticas y los acontecimientos se yuxtaponen en asociaciones impredecibles. De igual manera, los órdenes son destruidos para agrupar acontecimientos volátiles y explosivos en un pulso incesante. Denomino a esta estrategia creativa, la Abismalmanía y sus reglas son las propias del caos.
Lo ilustro con la trama titulada: El banquete o la lobotomía terrestre de las onirocefaleas; empieza: “Una cabeza gigante de hombre cae desde las alturas en un jardín decorado con extravagancia para lo que parece, será un banquete…” (2025, p.177). Desde este espacio, QöXaHöMN recurre a dialogar con los personajes (Señor Cabeza de Metralleta, Hombre Manos de Martillo, entre otros) en lo que será el ingreso de los dioses (paloma, sanguijuela, rata, moneda, libro y machete), y por lo que su intromisión acabará en un festín de un sinnúmero de otras cabezas gigantes que caen desde el cielo. Esta sensación abismalmaniática de contar, es constante en el libro. Sin embargo, QöXaHöMN no carece de valores narrativos propios de las cualidades humanas que producen cambios cargados de significado. Así, la situación de los personajes y los diálogos cruzan los límites de oposiciones religiosas, estéticas, éticas, musicales, filosóficas, cinéfilas, literarias y se entrecruzan con conflictos entre las fuerzas del Bien y el Mal, la vulgaridad y la pulcritud, la demencia y la cordura enajenada. La Abismalmanía no es ni libre ni experimental, responde, por lo contrario, a la impredecibilidad de los acontecimientos que, como una bolsa mágica –al estilo de Félix el Gato o de un Tifón regurgitado– y a un lenguaje automático y vertiginoso, nos arrastra a ser espectadores de un despliegue de creaturas que existen, porque el lenguaje les ha permitido maldecir y bendecir su propio cosmos. Quizá es el Demonio en Legión, el que nos advierte: “No te equivocas, la intuición se estimula con lo inverosímil, y lo inverosímil solo se logra transgrediendo el equilibrio y la frontera de las buenas costumbres” (2025, p.169). Esto es y más es la Abismalmanía.
Por otra parte, el concepto de Biblioludopatía es asociado a la condición aventajada de QöXaHöMN como lector escrupuloso de la literatura universal en particular, y de las diversas manifestaciones artísticas en general. Seguir las referencias y las huellas de los personajes, autores, cineastas, libros, compositores, guionistas, sucesos personales de las vidas de las escritoras y escritores, bandas sonoras, cómics, lugares representativos, anécdotas y guiños, seguir todo a la vez, es una tarea imperiosa, mientras que el detective lector debe ir pasando notas y consultando para indagar sobre una dependencia que, quizá, ni existe entre el uno y el otro. En QöXaHöMN esta estrategia estética es la que más resalto.
En representación de lo anterior, referencio dos tramas: Recordando a mamá (p.21-26) y Panlocura: curso de literatura universal en un minuto (p.157-163). La primera conserva las características de una narración en los que la Mamá se ha vuelto loca, y persigue por los recovecos de su hogar las señales de la Literatura Sub-Americana; realiza, es cierto, una línea temporal de más de 100 años, iniciada por el Azul de Rubén Darío a finales del siglo XIX, mientras va remarcando el impulso de las vanguardias con Trilce de César Vallejo, Altazor de Vicente Huidobro a inicio del siglo XX; el quinteto argentino de Roberto Arlt–Borges–Bioy Casares–Cortázar–Sábato, el puntiagudo espinazo al Conde de Lautréamont hasta arrancarse los cabellos con la noticia de la muerte de Mario Santiago Papasquiaro y Roberto Bolaño a finales de los noventa y principio de los dos mil, respectivamente. Sin obstar la quemazón de libros de autores europeos, entre otros.
Por su parte, la segunda trama, escenifica las ruinas de la Nueva Yellow Hell y el juego de los dioses: la Panlocura. Un juego, dicho sea de paso, en el que únicamente participan lectores aventajados y que confíen en un acervo minucioso de la literatura universal. El juego consiste en inquirir preguntas sobre el dónde, quién y cómo te gustaría leer determinado libro; o, en las descripciones de lugares si un determinado escritor no hubiese nacido o no hubiese escrito su libro emblema. Las respuestas son automáticas y veloces al mejor estilo del Manifeste du Futurisme de Filippo Tommaso Marinetti. Del mismo modo, puede combinar el nombre de un personaje (Gregorio Samsa) perseguido por un monstruoso insecto –guiño a Kafka– que le gusta leer las novelas de Raymond Chandler y recibe encargos de Tony Montana que tiene un vínculo con el cartel de Naked Lunch (obra de William Burroughs), todo en una película de acción llamada Kafka City Blues –guiño a Haruki Murakami–,dirigida por David Lynch.
De este modo, QöXaHöMN fusiona la multiplicidad de referencias con una nueva trama en la que sus personajes se apropian del conocimiento lector, durante el desarrollo de un acontecimiento que los proyecta a combinar de todo en una sintaxis que se rompe y se metamorfosea en largas frases detonantes. En este sentido, lo que reprocho a QöXaHöMN con la estrategia estética de la Biblioludopatía, es poner al descubierto poderes literarios y obras peculiarmente desconocidas, en las que, como lector, guardo en secreto y en claves de orden cósmico.
En relación con los dos conceptos someramente esbozados, las ilustraciones de Richard Pérez encarnizan un universo inaprensible y dan forma a una representación visual desbordante de vitalidad y alineadas con lo paradójico–enigmático de QöXaHöMN. Lo es, además, el diseño y la diagramación de Hélène Pineda y Omar Pineda que coexisten en el universo abismal del autor y producen la extraña sensación de portar un libro prohibido de un altísimo valor esotérico místico.
Para finalizar, quiero robar un espacio para resaltar el valor de la amistad que el libro posee. A lo largo de las 15 tramas, QöXaHöMN dedica a sus amigos muchas de las piezas reunidas en El circo del silencio. Así mismo, las dedicatorias simbolizan el tejido de la camaradería y de una virtud de no olvidar a los seres humanos que estuvieron y están presenten en la publicación de su libro. Cada historia guarda una relación con el nombre de la persona a la que se le dedica, y este secreto, QöXaHöMN no nos lo permite aprehender, porque en él, la amistad es una postura estética radical que tropieza nostálgicamente con espacios de metaficción literaria.
Entrevista a QöXaHöMN: