Sobre la interpretación de la realidad y el ñañañaña
Todos en Yellow Hell City y en el planeta se toman en serio a sí mismos y a los modelos de interpretación de la realidad. Gente que estaría dispuesta a matar por una teoría-supositorio (¿Quién alza la mano y me dice qué es una teoría-supositorio?). Gente que oprime y destruye por defender las heces que le depositaron en el inodoro-cerebral. Todos nos movemos con certezas y justificaciones, dándole la espalda al Caos primigenio que nos rodea, y no es por otra cosa que por el instinto de supervivencia, porque para nadie es un secreto que el Caos produce pavor hasta en los más radicales y escépticos.
Al punto al que quiero llegar (no quiero llegar a ningún punto) es que para todo se han inventado una explicación (yo lo llamaría justificación), un mecanismo para aparentar orden y coherencia, y todo lo que salga de esos dos conceptos, es lo pernicioso, lo inexplicable, lo irracional (en este punto llega un kantiano o en el peor de los casos, un lector de Heidegger, a decirme con una jerga de los más barroca, que estoy equivocado en cuanto a mis planteamientos con respecto a la interpretación de la realidad. Yo lo miro de arriba abajo y le digo mientras me saco un moco: “ñañañaña”.
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Leer es tan placentero como culear y tener un orgasmo (¿Por qué usa esa palabra tan fea señor escritor?). El 90% de los habitantes de esta ciudad son lectores frígidos, se quedan en los juego preliminares de intentar meterle mano al libro pero nunca llegan al coito del final (a las parejas que no usan el coito que me perdonen, son tantas las tendencias sexuales en estos momentos que no las puedo mencionar a todas, eso sí, cada una es respetable, porque dan cuenta de las necesidades calentonas de un individuo). También es despreciable encontrar la fauna de los que fingen leer (¿hay algo más triste que fingir un orgasmo?). 9 de 10 lectores de estas palabras se preguntaran: “¿Qué le pasa a este que compara un mete y saca con leer?” esos que lo preguntan, no conocen las bajas pasiones que puede llegar a despertar un libro.
El pick-up es una maravillosa bomba de tiempo, una impredecible lámpara de Aladino que al frotarla te puede conceder una inolvidable noche de diversión o un cuchillazo en el cuello. El pick-up es el propio underground cotidiano de Yellow Hell City y solo los valientes y temerarios descubren en él, el tacataca misterioso, el pandemónium que hace vibrar la carne. Si conoces a alguien que va a los pick-up cada fin de semana, felicítalo y dile que es un valiente, porque es un alma que se mueve entre la vida y la muerte, cosa que no haces tú porque eres un cobarde al que no le gusta la champeta y porque estas apegado a la ilusión de la vida. El champetudo es un semidiós caprichoso que hace malabares con la dualidad (¡por Dios señor underground, que idea tan descabellada!)
Sobre los chicharrones verdes
El 90% de los policías de de Yellow Hell City son unos cerdos hijos de puta con revolver o pistola. El otro 10% no existe.
Sobre en dónde es más conveniente leer
De 2 a 4:30 de la tarde la biblioteca de la Casa Bolívar es el lugar ideal para danzar con el silencio y la imaginación (solo se le pide al universo que a esa hora el remedo de bibliotecaria no se le dé por hablar por teléfono, es la cosa más pedante e imprudente de este mundo).
Sobre los Moto-taxis
Todos se quejan de los moto-taxis por “su salvaje forma de ser”, pero si es tarde para llegar a un destino no hay individuo más honorable e imprescindible en la ciudad.
Sobre la estupidez
Yellow Hell City disfruta hacer monumentos a la tiranía y a la estupidez. En cada plaza se encuentra la estatua de algún traidor que la historia coronó con medallas y memorias. Placas conmemorativas de “aquí vivió Xutanejo” “aquí murió Perenxejo”, quizás dos aristócratas ladrones y racistas. Esta es una ciudad de autómatas amnésicos.
Sobre la Niña Tulia y la María Calado
Todos, absolutamente todos, nativos y extranjeros son chismosos y conspiradores en Yellow Hell City (¡nojoda que ciudad chismosa!)
Sobre los almacenes Fracaso
Fracaso es la cosa más pecueca y opresora de la ciudad del infierno amarillo. Si se quedan observando se darán cuenta como explotan a sus trabajadores y como son capaces de vender una del millón de ratas que recorren sus pasillos y que hacen que sus bodegas huelan a mortecina.
La fiesta de los mismos con las mismas. La rumba de la tiradera, la envidia y la hipocresía. El arte aquí sirve es para emborrachar al Señor Underground y a sus amigos en las inauguraciones. Por ahí conozco a varios que ni hacen ni dejan hacer por andar con la lengua viperina creyendo que saben más que todo el mundo de arte (para ellos también un ñañañaña).
Sobre los turistas o los visitantes en tanga narizona
Muchos se quejan del efecto del turismo en la ciudad, pero luego se matan entre ellos por ser los primeros en besar los cojones y las tetas de los extranjeros. El nativo discrimina al nativo solo para complacer al de los dólares del fucking fucking. Dentro de algunos años este será un patrimonio de la xenofobia.
Sobre lo innecesario
Talleres de poesía, colectivos, semilleros, festivales, inauguraciones, Transcaribe, fundaciones, embajadas, almacenes Fracaso, alcaldes y en especial, esta columna que ahora lees.
Sobre la política
Vale verga. Punto.
Sobre la conclusión de esta columna destinada al eterno olvido
Es viernes en Yellow Hell City, no me voy a engañar creyendo que hoy leerán esto más de tres o cuatro. La vida en esta ciudad es una fiesta, para qué perder el tiempo con lecturas que solo dejan ver lo absurdo que puede llegar a ser un individuo con sus opiniones. Mejor reír y emborracharse. Yo por lo menos espero a eso de las 7:30 ya estar risueño, fumando y soltando chácharas con mis compinches, los hijos de puta más especiales en cuanto a meterse en problemas se trata. No esperes muchos de este día: te defraudará ¿escuchaste? Te defraudará y por eso vale la pena vivirlo y escribirlo.
20 febrero 2015
EL SEÑOR UNDERGROUND
Fotografías: El Señor Underground