Si empezara esta columna diciendo que el mundo es un lugar desolador donde triunfa la injusticia y la estupidez de los manipuladores, los lectores no tardarían en hacerme callar y decir: “Señor Underground, no queremos leer tu opinión sobre qué es este mundo, hemos venido a ti para que digas lo tuyo, aquello a lo que nos acostumbraste y que nos gusta mucho porque sabemos que lo haces con sinceridad”. Yo me llenaría de ira por eso de “Di lo tuyo” y empezaría a lanzar improperios contra el lector: “hijueputas hipócritas chupa almas, enfermedad venérea del escritor, pedacitos de mierda congelada con una opinión que me tiene sin cuidado”. Entonces una lluvia de flores y de ropa interior femenina caería sobre mí mientras todos gritan y aplauden porque el Señor Underground ha dicho lo suyo, ha insultado a sus lectores. Y yo pensaría: “Fuck, maldita sea, hasta mis insultos son recibidos con gracia. Estoy destinado a la soledad en medio de la multitud como puto rock star”.
Luego de esto puede pasar cualquier cosa en este escrito. Puedo hacer colapsar lo que me venga en gana. Puedo colocarme un disfraz de bailarina y salir a escupir las caras. Tengo una puta varita mágica para convertir en sapo al príncipe, para hacer que un beso mate y no despierte a la anoréxica princesa dormilona. Luego de ese primer párrafo puede acontecer el apocalipsis de los cuerpos que sudan, defecan y se aman con pasión. Puedo hacer de estas páginas mi principio y mi final.
Entonces el lector dirá: “Bla, bla, bla… Señor Underground, todo eso ya lo sabemos, corta el rollo y di por tercera vez lo tuyo sobre José Sierra Vega”. Me quedo en silencio, sintiéndome una vez más incomprendido sin otra opción que empezar el ñañaña de esta nueva columna.
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No sé cómo Sierra vega interpreta su última serie de fotos. No sé qué título escogió para reunirlas en una misma expresión. En otros términos José Sierra no me ha dicho una puñetera palabra de lo que quiere expresar con su nueva obra. Tengo en la pantalla de mi computador 10 fotos de las que 7 harán parte de la exposición. Le he dicho: “No te atrevas a mostrar ni una sola de tus piezas antes del día de la inauguración”. Imagino que ya medio mundo conoce lo que se colgará en las paredes del museo. Cualquiera se sentaría a contemplar maravillado lo desconcertante de estas fotos y sonreiría ante las ocurrencias de Sierra para contar una historia con tan pocos elementos y espacio, y de paso hacer ostentación de su puto cuerpo ejercitado. Pero jodanse, yo no soy cualquiera (gracias madre por desde pequeño decirme al oído cuando me sentía desesperado: “Eres un ser especial”) y por eso me doy el derecho de bautizar e interpretar la obra de Sierra que dentro de 7 días verán colgada, junto a la de otros artistas jóvenes, en el museo de Arte Moderno de Yellow Hell City.
La obra de José Sierra “Warhol” Vega (jajaja) está poblada de secretos y anécdotas. Todo definido por estados de ánimo, bandas sonoras y situaciones frívolas que el artista sabe aprovechar. Son pocos los que saben que el 95% de los autorretratos fotográficos los hace en el baño de su casa, el lugar donde limpieza y suciedad se dan la mano, el país de lo privado que en manos de él se convierte en el reino de lo público. Cada vez que recuerdo que esas inigualables fotografías son realizadas al lado de la taza de cagar y debajo de la ducha, solo puedo pensar “Este hijo de putilla es un genio (pero no se lo voy a decir) nos ofrece el mundo con el poco espacio que tiene, nos cuenta una historia con tan solo agarrar un objeto y posar con él”. Todo esto me da ganas de llorar, porque en serio, lo que me conmueve es el proceso de creación de una obra (sin importar su índole), saber que un artista puede estar viviendo en una alcantarilla y darle vida a palacios y jardines exóticos o estar perdido en la depresión y la locura y lograr crear personajes cuerdos, felices, conformes y hasta dichosos de vivir en un mundo tan pedorro como este. Por eso siempre digo: no importa el destino de la obra al salir al mundo (todo suele ser patético e ingrato), lo imprescindible es el acto sincero, loco e individual de dar forma a lo que no la tenía, dar orden aparente a lo que era un caos (todo lo existente es un atributo del caos).
Ya escucho a unos cuantos diciéndome o callando: “Señor Underground qué necesidad hay de ser tan dramático y exagerado al hablar de esta obra”. Hablo según el impulso que siento después de desayunar papitas fritas con huevos hervidos y un humeante y dulce café con leche. Puedo exagerar porque tengo una puta varita mágica más cojonuda que la de Harry Potter y Voldemort para decirle a los murmuradores ¡váyanse a la mierda! (¿Y si no hay murmuradores y todo es paranoia? ¿Y si todo es un delirio de persecución producto de la inseguridad? No importa ¡váyanse a la mierda!).
¿Será que Sierra sabe el por qué en esta serie de fotografías hay una corona? Apuesto mi grandeza a que ni él mismo sabe que el azar le concedió ese objeto para coronarlo Rey o Reina de la lucha estética de los cuerpos que quieren salir a expresarse según el menú anarquista de “hago con mi vida y mi cuerpo lo que me da la gana”. Cada foto muestra al soberano mariquita en la comodidad de estar consigo mismo en su trono con armas de juguete o en su piscina jugando de forma opulenta con langostas, mientras los mira a todos con una expresión de “me vale un pito todo, desde hoy les presento a mi nuevo yo”. Esta serie de fotos son el inicio de una nueva etapa en la obra de José Sierra, un nuevo comienzo donde cada día más se irá derribando la autocensura y el temor de exhibir el cuerpo con todas sus posibilidades. Hay que recordar que en su anterior exposición lo que cubría su cabeza eran aureolas, representación de la santidad y lo divino. Ahora su cabeza y su cara están cubiertas por la corona, símbolo del poder terrenal. La corona en su obra representa el poder que tiene sobre su cuerpo, sobre la oportunidad de decir “esta es mi obra y me acepto tal como soy”.
Les dije que me tomaría libertades de bautizar e interpretar y ahora me dispongo a escribir una de mis memorables (y dignas del olvido) insensateces: Yo, el Señor Underground, con los súperpoderes imaginarios de villano que me he concedido a mí mismo en esta, mi ciudad del Infierno Amarillo, nombro a José Sierra “Warhol” Vega como el primer Rey-Reina del Selfie en Yellow Hell City por su trabajo de autorretratarse una y otra vez y crear como resultado una obra donde el cuerpo alcanza dimensiones que trasciende a la simple vanidad. Que Jesuscristo, Buda y Mahoma se apiaden de su alma. Pongo de testigo a mis lectores (sanguijuelas) y a los espectadores de su obra (malditos descerebrados).
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“Paper planes” de M.I.A suena en las calles mientras el Rey-Reina va haciendo su entrada a las calles históricas de Yellow Hell city. Todos están desconcertados no saben si reír, correr o hacer una reverencia ante el rey mariquita de la hermosa anatomía. Su monstruoso cortejo va borracho hablando incoherencias y regalando billetes. Nunca en la ciudad se vio que lo grotesco se paseara con semejante descaro exhibiendo vergas, tetas, vaginas, anos y boquitas pintadas que dan besos con lengua a todos los que a esa hora quieren olvidarse del tedio y el calor. El rey hace una señal y todos sus sirvientes sacan revólveres de juguete y empiezan a dispararle chorritos de Coca-Cola, de whisky, de leche y cerveza contra todos los curiosos que boquiabiertos empiezan aplaudir como si aquel acto fuera el mejor regalo que su soberano les pudiera dar. El Rey-Reina levanta su puño y empieza una nueva canción “Time to pretend” de MGMT. Todo se convierte en un extraño carnaval y continúa la blasfema procesión de los cuerpos. Al llegar al museo de arte moderno todos están expectantes ante lo que pueda suceder. Es el día de la inauguración y nadie puede predecir lo que acontecerá. El Rey-Reina sonríe y atraviesa la entrada del decadente museo con la dignidad de la infra-realeza del arte. Lo que se encuentra dentro de este castillo siempre dependerá de la conciencia limitada o ilimitada del espectador.
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Le digo: “oye Sierra, procura que el día de la exposición den buen vino porque si no te pateo el culo. También procura hablar con los del museo para que no pongan de mesero al clon carita de verga de Nicolas Curi que siempre nos niega el coctel”. Él se ríe con nervios mientras dice: “Closajon haré todo lo posible para que tú y tus amigos se puedan emborrachar”.
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Debo recordar que la obra de Sierra que se exhibirá en el museo hace parte de una exposición llamada “Otro Arte Otro” en la participaran varios artistas jóvenes de Yellow Hell City entre los que se encuentran Cesar Gutiérrez y Yorki Baserr, dos artistas que también vale la pena tener en cuenta. La inauguración será el 11 de junio del presente año en el museo de arte moderno. Todos los que quieran pueden llegar (ojala que den mucho vino).
Quisiera terminar este texto con un súper ñañaña pero aquí las protagonistas son las fotos de José Sierra y todo lo que diga está de más (debí callarme hace 5 párrafos atrás). Solo quiero concluir diciéndole al pequeño granuja de las fotos en pelotas que este texto es una forma modesta de decirle feliz cumpleaños (la vaina esta delgadita para regalos que no sean de palabras) y que su mejor obsequio siempre será ser sincero consigo mismo y con su obra. ¡Feliz cumpleaños puto cabrón, Rey-Reina! (quién sabe qué verga se pondrá a hablar la gente del viejo Underground por dedicarte tres putas columnas en “Esquinas de Yellow Hell City” jajaja Ñañañañaañ).
EL SEÑOR UNDERGROUND.
Fotografías: José Eduardo Sierra Vega.
(1981 o 1987). Agente patafísico en la ciudad imaginaria de Yellow Hell City. Fanzinero (re)negado en varios planetas del Multiverso. Fanático de los collages y los cómics de Grant Morrison y Charles Burns. Murallero crepuscular. El Amigo invisible de Rimbaud y Lautréamont.