A Hernán Grey Zapateiro, por aquellas moscas en la cabeza,
la escritura es un sueño del retroceder nunca, rendirse jamás.
03 abril 2015
Saludos al traidor insensible que arruga papeles y tira a la basura a sus personajes inconclusos.
Seguro no recuerdas quien soy. Fácil es esbozar identidades en la mañana sobre la comodidad de una cama y luego al medio día sufrir una crisis que te hace odiar aquello que escribes. Fácil es agarrar una pluma y creerte un dios y con 25 palabras dar origen a un don nadie que era feliz en su inexistencia y luego tirarlo avergonzado porque el aliento poético no da para más. Así es la vida de los escritores, borrón y cuenta nueva ignorando que la tinta que dibuja las palabras sobre el papel es la sustancia de un individuo que pudo vivir una historia.
Todavía no sabes quién soy ¿cierto? Para ti todo se resume en fumar y hacerle creer a todos que eres un irreverente con una gran imaginación. A mí no me puedes engañar porque yo más que nadie sé quién eres, recuerda que soy producto de tu búsqueda literaria, soy el retrato incompleto de tu alma: el personaje contrahecho en dos malditos párrafos con la tinta barata de un kilométrico rojo que robaste del bolso de tu mujer.
Espero que cuando leas esta carta que no escribo, te encuentres cagado de miedo frente al blanco del papel que te dice una y otra vez: “arroja la pluma, tu no naciste para esto”. Porque pocos saben que atraviesas por una crisis que no te permite cometer la injusticia de torturar personajes en cuentos patéticos que jamás ninguno entendió. Ojalá que el resto de tu puta vida no vuelvas a escribir más de dos palabras y que el bloqueo mental sea tan doloroso que te produzca pesadillas.
Sé que te preguntas “¿Es el gato de dos cabezas al que un camión de Doritos le destrozó la cola? ¿Será el viejo que dibujaba grafitis con excremento? ¿Acaso es Esther Dinamita la que tomaba fotos a los animales muertos o Trinitrotolueno y Sarampión los siameses que escribían poesía?” fácil es olvidar a Lana-vaja, a Policarpo “el sarnoso”, a Shiva “la marimacho” o a Uriberto “el sierra-eléctrica”. Pues te digo de una vez que no soy uno de esos pobre desgraciados. Soy uno de tus 100 intentos de crear a un tipo duro a lo Philip Marlowe, a lo Geoffrey Firmin o a lo juez Holden. 100 intentos fallidos de dar vida a un personaje memorable que erice la piel de tus descerebrados lectores.
Todo empezó con un poema en donde hablabas de una ballena hippie y un tiburón punk recorriendo las avenidas de Yellow Hell City en una motocicleta Suzuki. Te sentiste feliz por esa ocurrencia y dejándote llevar por el instinto literario que crees poseer, empezaste a escribirme en otra hoja, me fuiste dando carácter desde las primeras líneas y antes de terminar ese párrafo ya tenía una misión en el reino de la ficción. Pero te llamaron a desayunar y como eres un maldito glotón no pudiste aguantar la tentación de irte a llenar la tripa con la famosa “Cabeza de gato” con la que te consiente tu madre. Es inconcebible que detuvieras el acto creativo solo por comer plátano machucado con cebolla, huevos y café con leche. Un verdadero artista se forma en el hambre y por eso tú no eres más que un cerdo (eso me recuerda a otro de tus personajes: Marranop, el cerdo cinéfilo que se vanagloriaba de ser un intelectual y lo único que sabía era soltar gases). Cuando regresaste de comer venias con otro sentir y agregaste el segundo párrafo destruyendo lo que habías hecho en el primero. Te pasaste el resto de la mañana pensando en idioteces y cuando el reloj marcó las 12 arrancaste la hoja y me arrugaste con desprecio como si fuera el culpable de tu mediocridad. No contento el destino con que mi creador me trajera tullido al mundo, permitió que tu abuela, me barriera hacia la terraza (cosa rara porque los viejos de pueblo, ella en especial, saben que por lo del mal agüero no se barre de adentro hacia afuera sino de afuera pa` dentro) y que una brisa me arrastrara a un solar donde un maldito indigente me leyó y se limpio el culo sin la más mínima muestra de respeto. Luego de eso un grupo de niños hicieron lo que se hace con un papel sucio de mierda, me agruparon con pañales, pedazos de ropa vieja, embases de plástico y hojas secas e hicieron una fogata ante la cual se maravillaron por el misterio del fuego. Mis cenizas se mezclaron con la de todos esos desechos y fueron lanzadas a la brisa del olvido como todo lo que perece bajo el toque del elemento ardiente.
Cuando me acuerdo de eso quisiera cortarte las manos y la lengua para que ni escribas ni hables de literatura. Quisiera despojarte de tu nombre, de tus recuerdos, de tus ilusiones, de todo lo que amas y abandonarte desnudo en la plaza de una gran ciudad, para que por una vez en tu vida midas las consecuencias de tus actos creativos. Pero no puedo dejarme llevar por el odio y la desesperación, debo continuar esta carta, este manifiesto que me dará la vida y la gloria que no me diste.
Sé que tú y todos quieren saber a dónde van a parar esos personajes que un autor desecha. Solo debes imaginarte un limbo de tinta, una constante cacofonía de insensateces o pensar en una gran hoja en blanco donde se mezclan millones de palabras ininteligibles que se muerden las unas a las otras como perros con mal de rabia. Vivimos en la imposición de un caos que nos recuerda que existe otro personaje llamado Autor que ignora que las circunstancias también lo pueden arrugar como a un pedazo de papel.
¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿No podías pasar la hoja, ignorarme y dejar que pasaran los meses a ver si quizás esos dos párrafos, que eran mi carne y mi sangre, se convirtieran en el inicio de un gran cuento de detectives o acaso en un claustrofóbico micro-relato sobre la locura y la soledad? Me has jodido la vida que nunca tuve. Señor Underground, al igual que todos los escritores del mundo, eres un fraude, un charlatán, un violador de palabras sin sentido. Que Poe, Hölderlin, Artaud y Borges se apiaden de tu alma.
Es patético que le mostraras a todos la historia del marica de Daniel Erebus, el llorón suicida, en tu columna de los viernes “Esquinas de Yellow Hell City” (de la que todos se burla y que ninguno lee). ¿En qué mierda estas pensando? ¿Cómo pudiste olvidar a Alejandra X, la verdadera mujer fatal del infierno amarillo? ¿Qué hiciste con Suicidio Nicotina, Medea “La Nostradamus”, Los Dioscuros, BlackNever y Luca Brasi la bomba de tiempo que decía que el Eclesiastés del hombre de hoy se encontraba en las páginas del Padrino de Mario Puzo? ¿En qué mierda estas pensando?
No puedo evitar llorar. Ojalá que quien escribe tu patética historia le dé un giro absurdo a los acontecimientos y haga que termines escribiendo libros de superación personal.
Señor Underground eres un hijo de perra y no digas que esta carta suena a lo que escribes, porque ¿qué esperabas? Soy producto de tu irracionalidad, soy el vivo ejemplo de lo irredimible de tu escritura.
Señor Underground la vida de un personaje es el retrato de los hombres, si lo lastimas y lo destruyes estas condenando a toda la humanidad.
Señor Underground, emperador en tu mundo de ciudades infernales, nadie en este universo es imprescindible y menos un escritor y sus personajes. Por eso me resigno, por eso me desenvuelvo en la trama de estar incompleto, y aunque soy el que jamás será leído, comprendido y admirado, sé que poco será mi sufrimiento en comparación al tuyo que cada día más entiende que lo suyo no es escribir sino ser un tonto inexpresivo del montón.
Señor Underground que el príncipe Myshkin, Gregorio Samsa, Satoru Nakata y Cesárea Tinajero se apiaden de tu alma.
Señor Underground que Rodión Románovich Raskólnikov te persiga con su hacha improvisada por todos los universos de la creación y cuando lleguen a las páginas de Naked Lunch que el Dr. Benway haga contigo uno de sus monstruosos experimentos.
Señor Underground, que Úrsula Iguarán, Edipa Maas y Alejandra Vidal Olmos hagan una plegaria por todos esos personajes que dejaste abandonados e inconclusos cuando la depresión y el aburrimiento no te dejaron continuar.
Me despido como lo podría hacer un personaje incompleto y desconcertante, cantando la canción más bella del siglo XX:
Rose is a rose is a rose, Rose is a rose is a rose, Rose is a rose is a rose…
Pd: como no tuviste la gentiliza de colocarme un nombre para llamarme a mí mismo en esta loca soledad, me he tomado la libertad de bautizarme con la misma tinta roja con la que me escribiste aquella mañana del año 0:
Mucho disgusto Señor Underground, mi nombre es Hamlet ornitorrinco Dadá-nou Dada-nou…
EL SEÑOR UNDERGROUND
Ilustraciones: Pinturas de Francis Bacon