‘¡Saber amargo aquel que se obtiene del viaje!

Monótono y pequeño, el mundo, hoy día, ayer,
Mañana, en todo tiempo, nos lanza nuestra imagen’
Baudelaire

En el artículo anterior mencionaba tres tópicos que eran recurrentes en la literatura  de Roberto Bolaño (aquí), el primero ciudad de límites norte-sur, el segundo ciudad de refugio y por último un oasis de horror en medio de un desierto de tedio.

En mi manera de ver, el mundo de literario de Roberto es ante todo estas tres  claves, que integradas propician la existencia de una gran obra llamada 2666;  las relaciones NORTE-SUR, el primer tópico, es hijo de la diferenciación política y la marginación cultural impuesta a nuestra Latinoamérica, a pesar que Roberto ningunea con el mayor gusto los personajes latinos que crea, el espacio en el que les da vida es único. Se revive otra idea de américa latina; un continente donde la realidad sigue siendo embullida por las lógicas sociales y políticas. La ironía de la existencia en un continente que se despierta a la deriva y que toma su camino mirando directo a un punto fijo y alejándose de él, acercándose de espaldas a  a la oscuridad.

Es así que sus habitantes del desierto, son sujetos incompletos, chaparros, exageradamente altos, de mandíbulas desproporcionadas etc.  –rayando en el asco, todos unas ratas- todos, todos sin excepción tienen una increíble historia que contar; historias que son virtud de su peregrinaje, de un viaje, el viaje casi siempre es NORTE-SUR. Todos viven como títeres demasiado hipnotizados, demasiado presos, recluidos. Viven en el sur. El sur del norte.  Un día, llegan al norte; a la frontera del norte para ser justos. Y luego nuestro personaje se pierde en la narración, se llega un punto en que las palabras están narrando una historia que se constituye en anverso de otra historia, la clave de todo esto se encuentra en el propósito literario de nuestro autor, que no solo quiso hacer una obra conceptualmente asquerosa, sino que se preocupó por hacerla melancólica en ocasiones.

En el inicio de llamadas telefónicas hay unas instrucciones al lector; recuerdo  que menciona que cuando se escriben cuentos lo mejor es escribirlos de cinco en cinco, si se tiene la suficiente fuerza. Lo peor es escribir cuentos de dos en dos –historias pares-, porque se cae en la tentación de estar escribiendo un solo cuento que se mira de frente a otro como dos espejos, sosteniendo su mirada  hasta el infinito. Esa es la clave de su narración, en 2666, por ejemplo cada historia es un fragmento detallado de espejos colocados que se miran fijamente y sostienen sus miradas.

2666

Nada más llamativo que la profundidad y sencillez de esa mirada de espejos, la sensación de vacío que se genera entre cada repaso  y repetición de esa imagen constituye una narración melancólica profunda, inconexa y asquerosa de un libro de Bolaños; por ejemplo la historia de Liz Norton. Un personaje que lleva una vida fuera de lo común –aunque todos son extraños en la literatura de Bolaños- entre el desinterés y el descompromiso; Arturo para referirse a ella y su personaje la considera como esas personas capaces de no «lograr un fin», aplicada a algo personal, le parecía una trampa llena de mezquindad. A «lograr un fin» anteponía la palabra «vivir» y en raras ocasiones la palabra «felicidad». Si la voluntad se relaciona con una exigencia social, como creía William James, y por lo tanto es más fácil ir a la guerra que dejar de fumar, de Liz Norton se podía decir que era una mujer a la que le resultaba más fácil dejar de fumar que ir a la guerra. 

Sin embargo sus ideas de realvisceralismo son diferentes a las escritas de sus primeros como poeta en México; entonces ese realismo visceral que leemos con el mayor gusto en las primeras páginas de nuestro autor, se desarrolla sobre espacios mágicos, pero del modo asqueroso; la magia que se ocasiona producto del tedio. El espacio es un laberinto de diarios, en los que fácilmente confundimos tedio, vida horror.

Retomando la idea de sus personajes ninguneados, creo válido anotar que el autor escribe personajes mas pequeños que los espacios, decía en el artículo anterior que no sabíamos con la claridad del caso quien era Arturo y donde empezaba Ulises. Poco o nada sé de ellos, sin embargo puedo sostener que conozco con seguridad una obra construida sin personajes, el principal personaje es el tedio contando una historia sobre sí mismo. Una biografía del tedio en la que se pueden narrar.

Lautaro Müller.

(Esta es la última entrada escrita por Lautaro Müller; pertenece a un borrador incompleto de una idea que nunca pudo organizar).

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