(♫) Trepo por mis cabellos hasta la torre del delirio (♫)

 

El club subterráneo de los rinocerontes barbitúricos
Alkaé inhalaba amoniaco
Erft mataba los perros callejeros y se preparaba estofados con su carne
Pwertou dibujaba calaveras en las puertas de los baños públicos
Qazxae nunca se separaba de su guitarra sin cuerdas
Lomert bailaba flamenco en la ducha
Cseryu trabajaba en el porno-cinema
Hreirop era hermano de Alkaé y ese era su único atributo
Kherty era boxeadora y cinturón negro en taekwondo
Pazreboy miraba la televisión mientras tocaba el tambor
Nunayr era coqueta y sabía sacarles dinero a los viejos morbosos
Aswerty-po hacia competencias en carritos de supermercados
Qzaer hacia monstruos de plastilina y los cambiaba por cigarrillos y cervezas
Herty-dudú no sabía dividir pero hacia la mejor sopa fideos en todo la ciudad
Wqarys se sacaba los mocos y los lanzaba contra la cara de todos mientras reía
Juertvir tenía una bolsita llena de canicas que según él, eran mágicas
Gertcax-ñu tomaba el café muy caliente
Cvertuná era novia de Aswerty-po y madre de sus 10 abortos
Dadondo-né sabia el nombre de  los equipos que habían ganados los mundiales
Zqburvom disparaba a las botellas con su pistola automática heredada de su abuelo
Loeryunek tenía sexo con una anciana que sabía mucho sobre la II Guerra Mundial
Mo-má-mu tenía las tetas muy grandes y solo sabía hablar de fiestas y telenovelas
Vertkáb no salía de su cuarto y también inhalaba amoniaco
Uydffheu-xox era monaguillo y escuchaba Heavy Metal
Xxert era un casanova y sabía todo lo que se debe saber sobre la luna
Frtoeu-kapoá era bajista en una banda de punk y se acostaba con Mo-má-mu
Karcoma-má era virgen y adicta al porno asiático
Soquchye era ciego y fumaba sin parar
Frteyy solo gustaba de fotografiar piedras y charcos
Xesr tenía un record en caminar con los ojos cerrados
Pqurtbobny estaba enamorada de los mocos de Wqarys
Csxazt había heredado de su abuela cuatro cartas del tarot
Poiuyt-bgu decía “me quiere no me quiere” mientras deshojaba los libros de su biblioteca
Mum-nat eran hermana de Soquchye y tomaba muchos vasos de agua
Bogyr-nuyt-tar era corpulento y le gustaban los cereales
Drañipop era  chiquita y tocaba el acordeón para alegrar a su mamá
Bgytru  era muy serio y tenia de mascota un alacrán
Xyrxoré-bu tenía un ojo verde y otro azul
(Todos asesinados. Sus cadáveres fueron encontrados incinerados a las afueras de la ciudad. Los forenses imaginarios dictaminaron  que antes de quemarlos vivos, los torturaron con armas oníricas corto punzantes).foto 2

***

La confesión
-Piense en los niños que mueren de hambre.
-No me interesan.
-Piense en las tierras que se secan por la ambición de las multinacionales.
-No es mi culpa que el hombre sea su propio depredador.
-¿Entonces su arte qué intenciones tiene?
-No hay arte querida, lo que hago es por dinero.
-¿Y todo lo que ha dicho en sus libros y en sus discursos?
-Son solo palabras como las que usan los tiranos, los asesinos y los traidores.
-Pensé que usted era la esperanza de Yellow Hell City.
-Soy mi esperanza. Soy demasiado egoísta para lidiar con el destino de la humanidad.
El hombre se aleja por uno de los pasillos del salón dejando a la periodista en medio del eco de las pisadas.

***

Las pistas

Tenía un álbum con recortes de periódico de imágenes de cuerpos desmembrados. Retocaba su maquillaje y los otros comían con sus palitos chinos. Bajo el monumento alguien había escrito “La Ley de Murphy es una cabrona”. A pesar de la predicción del sacerdote, a las 6 de la tarde las ratas salieron de sus alcantarillas a buscar entre la basura. El elegido para apagar la vela era un niño que sabía deletrear la palabra algoritmo.

***

El interrogatorio 
-¿Queremos saber dónde se encontraba usted la noche en que asesinaron a los miembros del “Club subterráneo de los rinocerontes barbitúricos”?
-¿Piensan que soy el asesino?
-Limítese a responder la pregunta de mi compañero.
-No responderé sino estoy con mi abogado
-Amigo, no nos haga más difícil el trabajo. Solo respóndame ¿En dónde se encontraba la noche en que asesinaron a los miembros del “Club subterráneo de los rinocerontes barbitúricos”?
-Me encontraba en el Infierno.
-Algunos testigos dicen que lo vieron en el Abismo.

***

La coartada

-Señor de las calaveras ¿Qué es todo esto?
-Es la muerte dándole de comer a los dioses.
-Pero si los dioses están muertos.
-¿Eso te dijeron en la escuela?
-…
-Los dioses están vivos, ahora más que nunca. Quieren sangre joven, quieren almas para recuperar sus fuerzas y volver a gobernar estas tierras.
-Pero… Señor de las calaveras no entiendo nada.
-La muerte está aquí y allá.
-Se ha derramado mucha sangre en la ciudad mental del escritor ¿Qué significa eso?
-Algunos lo llaman el apocalipsis, otros el fin del mundo. Ninguno se imagina que es el inicio de la verdadera revolución del inconsciente en las metrópolis mentales del escritor.

***

La carta  (encontrada entre las pertenencias de uno de los sospechosos)
“Lanzo contra el tiempo y el espacio el grito sordo que se ahoga en la oreja anónima y descarnada de la multitud. Rasgo mis vestiduras y coloco las cenizas del cigarrillo sobre mi cabeza.
Fueron torturados como animales por los asesinos del pensamiento, por los ejecutores de la contra-libertad. Asesinos a sueldo que invadieron mi sueño y con sus sierras eléctricas cortaron las cerraduras de las puertas de sus casas, para entrar, raptarlos y luego matarlos sin misericordia.
¿Quién entenderá mi nueva soledad? ¿Los insensatos y caprichosos amigos en la vigilia? ¿El hombre que habla con los demonios y usa una gabardina? ¿El hombre-dios azul? ¿El predicador poseído por una fuerza hibrida nacida del amor entre un ángel y un demonio? ¿El anciano que cuando abre su sombrilla hace que lluevan peces y sanguijuelas? ¿El periodista radical y gonzo en un  futuro podrido?
Uno solo de mis amigos imaginarios vale más que todos los kilos de carne, sangre y hueso que me rodean. Uno solo de ellos…”

***

El detective
-¿Cómo va el caso?
-Como vagina de vieja prostituta.
-¿Será considerado un genocidio?
-No lo sé.
-No deberías tomarte tan apecho este caso. Siempre habrá muertes de esta clase.
-No. Esto está por encima de cualquier cosa que hayamos visto antes.
-¿De qué hablas?
-Hay piezas del rompecabezas que se encuentran en otra dimensión o en otro planeta.
-¿De qué demonios estás hablando? Que el jefe no te escuche…
-El jefe es un imbécil. Este caso no se resolverá.
-No te entiendo. Deberías descansar.
-Debería encontrar una nueva clase de balas para disparar a esta nueva clase de asesinos que veo en el horizonte.
-…
-No estamos preparados para el asesino soñador.
-¿Asesino soñador? Tómate una cerveza y deja de pensar en todas esas muertes.
-Esta noche lloverá sangre.
-Me asustas amigo.
-Desde que tomé este caso todo me huele a la entrepierna en descomposición de una prostituta sifilítica violada y lanzada al basurero.

***

Los testigos
-Mira a esos imbéciles cansados después de un día de trabajo. Todos son felices de ser esclavos.
-¿sabes por qué?
-porque son tontos.
-Te equivocas.
-…
-La culpa es de los negros, de los maricas, de las putas y los intelectuales.
-No veo la relación.
-Nadie en este basurero ve la relación.
-…
-Lo que te digo es cierto. La culpa de la esclavitud en este infierno es de los negros, los maricas, las putas y los intelectuales. Lo exótico vende y esos cuatro grupos son la mercancía más apetecida en el exterior.
-Estas delirando.
-“Rescate de las raíces afro”, Pura mierda con Chanel. A los negros hay que exterminarlos. No digo que a todos los negros de este mundo, solo a los de Yellow Hell City.
-Tendrías que matar el 90% de la ciudad.
– Se le mata y punto.
-Odio cuando hablas mierda en la que no crees, la clase de mierda que no estarías dispuesto a recoger con tus manos.
-Di lo que quieras pero eso que te digo es verdad.
-Tu verdad del momento.
-Los maricas son otro problema.
-Se te olvida que tienes amigos maricas.
-Puedo vivir si su amistad.
-¡Hipócrita!
-La ciudad es de los maricas, de los activistas afeminados que creen que con sus pancartas y disfraces los van a tener en cuenta. No puedes visitar una oficina cultural sin encontrarte con esa basura sodomita.
-¿Quieres que me largue?
-Solo escúchame amigo. Negros y maricas son desechables ¿te puedes imaginar un negro marica?
-El día ha sido un asco y ahora tú lo rematas con una perorata fascista.
-En este país está comprobado que es mejor que te llamen fascista, recuerda que a los comunistas los matan como perros.

***

Los presuntos implicados (otra confesión)
<<Anoche soñé otra vez con ella. Estábamos borrachos y no sabíamos cómo expresar nuestro amor perdido. Caminábamos por las calles de Yellow Hell City haciendo las preguntas que se hacen todos los hombres de este mundo. Nos desnudamos bajo la farola de un rincón inesperado y probé sus pequeñas tetas ancestrales con sabor a tierra y rocío. Nos acariciamos con voracidad y temor como si ahora tuviéramos algo que ocultar. Sentí un profundo dolor al darme cuenta que ahora sí sabía besar, que otra boca la había instruido en el placer de crear paraísos en silencio. No podía creer que estuviéramos allí. Luego caminamos entre arquitecturas sospechosas que nada tenían que ver con nuestro triste y primitivo  amor, y solo pude decirle: “Eres la rosa congelada en mi alma que el tiempo no pudo marchitar”. Al despertar lloré, al descubrir que hasta en los sueños había perdido al verdadero amor, la única por la que quería dar la vida entera. Me amas en el sueño y me odias en la vigilia. Te amo >>

***

¿El desenlace?

Luces de neón que recuerdan a la muerte brillan dentro de la asfixiante y decadente cantina del Apocalipsis. En cada mesa una botella acompaña a dos o tres borrachos. La música es estridente e invoca la llegada del juicio final: una mezcla de punk, ranchera y vallenato. Huele a meados y a trementina. El cantinero es un hombre bajito con cabeza de martillo y brazos musculosos llenos de tatuajes mal hechos: todos lo respetan y a la hora de pagar su palabra es la ley. Junto a la pared de la entrada hay una foto enmarcada del gran hongo de Hiroshima con una leyenda que dice: “Cada día un poquito más cerca del infierno”. No es la única foto pero es la que más llama la atención. Ahí se puede ver una imagen de la virgen de Fátima con una mirada que ningún borracho se le atreve a sostener. Allá,  dos fotos, una es la de John F. Kennedy con un tiro en la cabeza y la otra la del cadáver de Ernesto “Che” Guevara. Pedacitos de historia americana que resplandecen con el brillo del Neón. Al fondo del establecimiento reina una oscuridad absoluta que huele a sobaco de viejo indigente. Los dipsómanos con más experiencias saben que en esa oscuridad se encuentran los baños y que es mejor ir a mear al callejón: muchos despistados que entraron por error dicen que los inodoros son ventanas literales que dan al Averno. Muchos bromean y hablan del orgullo del cantinero que prefiere perder un cliente antes que dejar que alguno se orine su reino. Como sea, sentir ganas de mear es tabú en este lugar. Todos los días hay peleas y todos saben que la semana no puede acabar sin una muerte a tiros o a cuchillazos. La policía llega, saluda al cantinero, pide una cerveza, le mete miedo a los borrachos más débiles, recoge el cadáver y se larga hasta la próxima semana. A pesar del peligro  cada día docenas de alcohólicos de todos los rincones de la ciudad se dan cita con sus amantes las botellas sobre una cama de madera llamada mesa o barra. Narcotraficantes, maestros, arquitectos, recicladores, comerciantes, predicadores al margen de la religión, poetas, músicos y toda la repugnante fauna del arte. En este lugar no importan los estratos sociales, el caos no hace distinción de credos o clases. Todos vienen atraídos por un extraño magnetismo que no pueden explicar, así como las moscas se siente atraídas por el excremento o la carroña.
En una de las mesas más cercanas a la barra se encuentra sentado el detective a la espera de la pista extraordinaria que una voz aguda al otro lado del teléfono le prometió. Tomó su gabán, su grabadora  y salió. Ahora, mientras toma un aguardiente, mira su reloj, Expectante como cualquier detective sabueso que no puede dormir sin resolver un caso. El cantinero lo mira con desprecio desde su rincón mientras se empina un trago de ron. Al detective no le importa, sabe que su trabajo es uno de los más odiados por los hampones.
De la temida y putrefacta oscuridad de los baños sale un sonriente hombre cincuentón con dos agujeros de bala en la frente y se sienta en la mesa del detective. Todos, excepto el cantinero se quedan sin aliento. El efecto del alcohol se desvanece en la sangre de todos al ver al hombre calvo, alto, corpulento y barrigón que emergió de las sombras con un rio de sangre brotando de su frente mientras ríe  y le canta al detective: (♫♪♫) “Soy calvo, Trepo por mis cabellos hasta la torre del delirio, Trepo por mis cabellos hasta la torre del delirio, el gato de la muerte es un gusanito que solo sabe comer mi carne de noche y de día, Trepo por mis cabellos hasta la torre del delirio…”.

***

(Lector quítate la máscara, hagamos una tregua y compadécete de los 37 cuerpos torturados de mis amigos imaginarios. Te invito al funeral de todas mis ilusiones. Al entierro de la fantasía de esos que no conociste porque vivían en mi cabeza.  Si no tienes ropa negra, lleva de colores, las apariencias siempre estuvieron de más. Este enigma es un réquiem por todos los miembros soñados del Club subterráneos de los rinocerontes barbitúricos)

EL SEÑOR UNDERGROUND

Imágenes tomadas de la obra de René Magritte

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(1981 o 1987). Agente patafísico en la ciudad imaginaria de Yellow Hell City. Fanzinero (re)negado en varios planetas del Multiverso. Fanático de los collages y los cómics de Grant Morrison y Charles Burns. Murallero crepuscular. El Amigo invisible de Rimbaud y Lautréamont.

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