A María Elena Jaramillo, aquí o allá.
I
Rompió los cristales de la ventana y escapó como pudo, dejando un rastro de sangre y melancolía. Todos los que esa mañana vieron la escena de la mujer con la herida en los brazos, solo pudieron pensar en una cosa: la verdadera belleza es imposible de domar con las cadenas y los mecanismos de este mundo. Para llegar a rozar sus vestiduras es necesaria un poco de imaginación criminal y transgresora.
II
Había madrugadas en las que Oligarpa de Grimell a causa del insomnio, se disfrazaba de William Burroughs y disparaba con una pistola de juguete contra la fotografías de sus padres, mientras tomaba el café y escuchaba Radio Ethiopia de Pathi Smith (Como una oscura viñeta de Charles Burns).
III
Llegó al que alguna vez fue el hogar de Ángela Knife-Maggot. Afortunadamente todavía se encontraba la llave donde Ángela la guardó para ella. Entró, cerró con seguro la puerta, vio el abandono de la casa y se desmayó.
IV
Hacía 674 días que Oligarpa de Grimell no decía la palabra “Mesopotamia” mirando la luna.
V
Cuando despertó, el mundo y el caos todavía estaban allí. Se levantó y bebió agua con sus manos del grifo en la cocina. Miró las paredes llenas de telarañas y recordó el empeño de Angela Knife-Maggot por mantener todo impecable a pesar del desequilibrio de sus instintos sexuales.
VI
Oligarpa de Grimell decía que Round Midnight de Miles Davis poseía los siguientes atributos:
Una ciudad quebrada
Cientos de botes de basura
Perros famélicos esperando en el andén
Una mujer desnuda mirando por la ventana
Un pincel con acuarela roja
Un álbum de recortes de periódicos debajo del colchón
Centinelas taciturnos fumando en la oscuridad de un edificio
Charcos de agua negra llenos de monedas
VII
La sangre se había secado. Una costra oscura cubría las heridas. Afortunadamente la ropa que había robado a la enfermera no se había manchado.
VIII
Oligarpa de Grimell llevaba siempre a sus paseos por la ciudad el noveno Arcano de las cartas del Tarot: El Ermitaño. Todo se remonta al impacto que esta carta le causó un día que compró a un viejo borracho un libro de segunda y la encontró entre sus páginas como una premonición de sus futuros apocalipsis. Para ella El Ermitaño representaba su deambular solitario por las calles esotéricas del mundo (En ella había algo de bruja solitaria, de pitonisa misantrópica. Algo de diosa clandestina que había salido de su mundo a la carrera y no había completado su encarnación).
IX
Todavía se sorprendía de la suerte con la que contó para escapar de la clínica. Ya no soportaba la mirada de desconcierto de los doctores de turno, que no podían hacer un diagnóstico de su enfermedad. Sabían que tenía cáncer, pero no podían describir su naturaleza.
X
Desde la muerte de Heliogábalo, su perro y amigo, Oligarpa de Grimell, hacía 901 días que no tenía contacto con ninguno cuadrúpedo doméstico. Hacía 679 tardes que había ido a conocer a la nueva hiena que trajeron al zoológico. Al ver sus ojos, unos ojos que habían nacido en áfrica, solo pudo decir: “Definitivamente tu nombre debería ser Elizabeth Bathory”.
XI
Ella y nadie más sabía que el cáncer que ellos no podían ubicar, medir y clasificar, era un cáncer del alma, un tumor maligno en su ser. Los doctores necesitaban respuestas y para eso querían destripar su hermoso cuerpo. A ninguno le interesaba diseccionar su espíritu invadido por la metástasis.
XII
Los orígenes del nombre de Oligarpa de Grimell se remontan a un sueño que tuvo el escritor. Específicamente a ese instante antes del despertar. Una voz que no era ni de hombre ni de mujer, dijo: “Ella es Oligarpa de Grimell”. El autor despertó, buscó una pluma y lo escribió en su mano para que no se le olvidara. Juró que algún día las estrellas le revelarían la historia de esa mujer.
XIII
En la casa no había espejos, en la casa no había nada. Se limpió la sangre, quitó el seguro de la puerta y salió. Dejó la llave en el mismo lugar donde la encontró y se marchó. Tenía la esperanza de que Ángela Knife-Maggots alguna vez volviera a su vida normal. No estaba enterada del destino fatal sufrido por la hermosa y desconcertante ninfómana.
XIV
Oligarpa de Grimell dictaba clases particulares de escritura y arte experimental. Esto hacía que tuviera mucho tiempo para dedicarse a sus collages, Cut-up, cadáveres exquisitos, Poemas-Babel, Necropoemas, aforismos y fanzines. Todos sus allegados sabían que escribir, recortar y pegar era su eudemonía.
XV
En la calle estuvo a punto de perder la poca tranquilidad que había alcanzado en la casa: todos los transeúntes se desenvolvían como si fueran inmortales. Sintió asco de la absurda seguridad de todos los que ignoran que cargan con sus muertes. Mientras caminaba pensaba una y otra vez que cada acto es un contrato implícito con la extinción.
XVI
Oligarpa de Grimell amaba a hombres y mujeres por igual. Para ella el amor era como los rayos de luz del sol: debían iluminarlos a todos por igual, sin importar si eran tontos o tontos de remate.
XVII
Caminó y caminó como quien el único destino que le aguarda es la nada. Llegó a una plaza y se sentó en la banca más apartada de la multitud. Ahí las horas se mortificaron al contemplar su nulidad de pensamiento: algo oscuro y yermo había devorado su genialidad.
XVIII
El año, el día y la hora del nacimiento de Oligarpa de Grimell eran un misterio. Lo curioso es que actuaba como si cada día fuera su cumpleaños. Algunos osados llegaron a decir que había nacido en Enero.
XIX
Todos los que desde lejos la contemplaron y no se atrevieron a acercarse, sospechaban que tanta belleza solo podía ser moldeada por un profundo dolor, esculpida por una monstruosa crisis constante. A ella no le importaba, sabía que seguirían siendo los idiotas de siempre, esforzados en una inalcanzable inmortalidad.
XX
Hacia 1357 días que Oligarpa de Grimell había sido internada en el sanatorio por insistir durante 3 días que miraría una rosa hasta pulverizarse los ojos. Sus padres, personas conservadoras y faltas de imaginación, pensaron que había perdido la razón. Ninguno entendió, y mucho menos el psiquiatra, que quería iniciar una rebelión contra el horror de arrancar y regalar flores como muestra de amor.
XXI
Sintió pena por aquellas piezas que había creado en su momento: Collages, poemas, dibujos, pinturas… Era la eterna historia del montón de expresiones que podía dejar un hombre a su paso y no agregar nada a la balanza de la fatalidad. Lo único que ahora importaba era el recuerdo del ánimo y la entrega con los que los había creado.
XXII
Oligarpa de Grimell creía que el machismo y el feminismo eran helados que se derretían en un andén bajo un hermoso cielo de verano.
XXIII
Se levantó de la banca, salió de la plaza y caminó rumbo a la clínica. Había llegado la noche y con ella su cementerio idealizado de estrellas.
XXIV
Para Oligarpa de Grimell el arte no debía comunicar una idea, pero sí debía despertar una conmoción en el espectador, llevándolo a reír, llorar o vomitar hasta llegar al paroxismo de la confusión. Hacia 21 días que una multitud había vomitado frente a la majestuosidad de sus collages, razón por la cual su obra tuvo que ser retirada del museo.
XXV
Cuando el vigilante y las enfermeras la vieron, se paralizaron. Los otros pacientes absortos en sus muertes postergadas, ignoraban la sorpresa de todos al verla. Las enfermeras trajeron una silla de ruedas y la llevaron a su habitación.
XXVI
En las pocas noches en que sospechaba que podría dormir, Oligarpa de Grimell ponía debajo de su almohada Los cantos de Maldoror para provocarse hermosas pesadillas (solía decir, con cierta frivolidad, que Lautréamont era el autor más sexi de la literatura experimental decimonónica).
XXVII
De nuevo la camilla, de nuevo el negro de la desesperanza disfrazado de blanco. De nuevo las cuatro paredes que anteceden a las cuatro paredes del féretro.
XXVIII
Oligarpa de Grimell tenía la costumbre de escribir con labial en todos los espejos y vidrios de la ciudad, las iniciales de los nombre de sus artistas favoritos: A.A, A.R, H.P.L, E.A.P, R.B, R.C, H.M. Eran como pequeñas adivinanzas urbanas dejadas al azar para los verdaderos lectores.
XXIX
Cuando el doctor le preguntó si quería saber el diagnóstico definitivo de su cáncer, ella solo respondió: ¡Doctor, haga lo que quiera con este cuerpo, hace pocas horas un tumor existencial deboró mi espíritu, la metástasis del tiempo humano pudrió mi corazón!
XXX
Hace 924 horas Oligarpa de Grimell es una con el universo y 83 horas que es un manjar para los gusanos. En las radios viejas del sistema solar suena en una frecuencia extraña para los oídos sordos, Hurt de Jhony Cash.
(XXX)
Oligarpa de Grimell sentada frente al mar al atardecer fuma un cigarrillo. Teje la noche con dos agujas. Se olvida de todo, se olvida de sí misma a pesar de… (Antes de llegar al final el lector se quedó dormido con el libro abierto entre las piernas, dejando congelada una vida de la que sabíamos gracias a la ventana que nos abría la palabra al ser leída).
(XXX)
Y Oligarpa de Grimell dijo a Oligarpa de Grimell: Do I dare to eat a peach?, Do I dare to eat a peach?, Do I dare to eat a peach?, Do I dare to eat a peach?, Do I dare to eat a peach?
(XXX)
Hacía 13.452 horas que Oligarpa de Grimell desde el mundo de los sueños había susurrado su nombre al escritor antes de que este despertara, para que escribiera una de las versiones de su vida. Eso nos lleva a concluir que lo leído hasta ahora es solo un esbozo, una posibilidad de tantas. Quizás una mañana cualquiera la veamos renacer en una canción, en una fotografía o en un grito en la sala de parto.
(XXX)
Quédate en silencio. Mira las líneas de tus manos. Piensa en la relación que hay entre Alejandra X y ella. Imagina que levitas en el espacio como una burbuja. Toma aire, deja que la vibración del nombre se apodere de ti. Repítelo una y otra vez, una y otra vez: Oligarpa de Grimell, Oligarpa de Grimell, Oligarpa de Grimell… ahora que estas lleno de universo, ya nada importa, déjate caer.
NOTA-PERORATA DEL AUTOR: Todas las novelas de este siglo deben ser abiertas. Todos los escritores deben ofrecer un sinnúmero de finales. La realidad es inabarcable y por lo tanto tiene el poder de montar y desmontar nuestras historias a su antojo. La novela debe ofrecer opciones según las necesidades de sus personajes para no condenarlos para siempre a repetir una y otra vez el mismo final (siempre ha sido según las necesidades del autor o los lectores). Esta clase de novela es vitalista, juguetona, incomprensible y siempre quiere experimentar. No teme quedar a medías, no teme pasar por una broma de mal gusto, porque su destino no es ser leída, sino disfrutarse a sí misma y a sus personajes mientras es pensada y escrita. Ninguna de estas palabras es una camisa de fuerza. No he dicho nada nuevo, porque desde siempre se han escrito obras abiertas, hermosos puzles que se construyen entre el autor, el lector y los personajes. Una novela con Múltiples Posibilidades es un juego que compite con las reglas cósmicas que suelen demostrarnos que no existe un punto final. Debo decir que este no es mi primer intento de escribir una novela, pero si es la primera vez que puedo decir que la doy por terminada o por empezada, según las No-reglas de las “nuevas” novelas experimentales abiertas. Debo aclarar que estas características no son solo propias de la novela sino que hacen parte del arte en general.
14 de enero de 2016
EL SEÑOR UNDERGROUND
Imágenes tomadas de la obra de Casey Weldon.