¿Es primero la uva o la palabra uva? ¿Qué es esa bolita violeta sin una palabra que la organice? ¿Para qué sirve? ¿De dónde viene? ¿Es venenosa? Y la palabra uva, ¿qué es sin la bolita violeta a la que se le pega como se me pega la palabra zorro a mí? Sin la bolita la palabra es ruido, ni siquiera palabra. No describe nada. No se le pega a nada. Sin la palabra la bolita no es bolita, que ya es una palabra.

¿Quiero a la fruta sin saber lo que es o quiero a la palabra uva sin poder morderla? ¿Por qué tengo que decidir? ¿No es esta distinción artificial? Pero ¿no son las palabras artificiales ya? Y la uva ¿es natural o artificial? Si se llama uva, es artificial, porque el lenguaje es artificial. Si no se llama uva, tal vez sea natural, pero entonces no sabemos qué cosa es, porque, para nosotros los zorros, entender lo que es algo es poder nombrarlo. Y al ponerle nombre lo integramos a la biblioteca de todos los nombres, con todas las conexiones entre ellos, y de ahí surge la vida.

Si me como la bolita sin saber lo que es, ¿qué me estoy comiendo? Si la nombro y no encuentro nada que ese nombre describa, ¿de qué me sirve? Lo que debo hacer es morderla cuando ya esté nombrada, y así muerdo la uva y muerdo la palabra uva en una sola mordida.

Pero no muerdo, realmente, a la palabra uva. La palabra boca “muerde” con la palabra morder a la palabra uva, sin que la palabra mordedura llegue nunca a la bolita violeta. Pero la palabra boca no llega tampoco a la parte de mi cuerpo con la que mastico, porque otros animales llaman a esa parte con infinitas palabras diversas. ¿Cuál es la verdadera? Y la palabra palabra ya es un invento para que parezca que las cosas y las palabras son lo mismo. Porque “palabra” es, al mismo tiempo, cosa y palabra. Esa es la idea. Pero no es la verdad. Sin la palabra palabra, “palabra” es un ruido sin sentido. Como una palabra en un lenguaje desconocido para nosotros. Y la palabra, sin el ruido que la vuelve sonido y sentido, es solo una idea sin nada que le corresponda en la realidad.

Así que no puedo ni comerme la uva, porque no sé lo que es, ni puedo comerme la palabra uva, porque no es nada material. Mejor sigo mi camino y dejo esas frutas quietas, igual se ve que están agrias.


*Conoce más del trabajo gráfico de Hellokuso en su perfil de Instagram: https://www.instagram.com/hellokuso

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Escritor y artista. Nació en Cartagena en 1987. Ha publicado las novelas Cómo abrí el mundo (Planeta, 2021), La oquedad de los Brocca (Caín Press, 2016) y Osamentas relampagueantes (Caín Press, 2015). A través de su escritura aborda la fragilidad de los conceptos y las fantasías con los que se negocian, entre los miembros de la especie, el problema del estar-aquí. Fue pintor antes de escribir cualquier cosa, soñador lúcido antes de empirista, y cree que el agua le entra al coco desde un adentro más interior.

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