En el laúd toco recuerdos… Lo toco, y recuerdo haberlo tocado… ¡Es el recuerdo el que suena en mis oídos! Y no escucho lo que toco… solo lo recuerdo. Y, recordándolo, lo escucho. Cuando me pasan cosas… Cuando, hoy, almorcé… Ya en el almuerzo me estoy comiendo todos los almuerzos que he tenido… Desde la primera vez que probé bocado sólido hasta el de hoy… ¡Y no almuerzo! Solo pienso que almuerzo… Recuerdo que almuerzo, y almuerzo… Sueño que vivo, y vivo… Así toco el laúd.

            Es triste recordar… triste y alegre… Una tristeza feliz… Una alegría triste… Así suena el laúd, que suena sin sonar… Que toco sin estar, en realidad, tocándolo… Es triste… pensar en el futuro… Y alegre… Porque el futuro también lo recordamos… Hacemos planes con los lápices que tenemos… Con la tinta que ya es nuestra… Hacemos planes… Eso es el futuro, un plan… Un recuerdo… Y nunca llega.

            Ahora, que escribo este cuento de otra persona, pienso en por qué escribo… Por qué soy escritor… No sé… ¿Quién sabe por qué es lo que es? Tendríamos que no ser lo que somos para saber lo que somos, algo así… ¿No? Porque si ya estamos siendo lo que somos, ¿cómo podemos saber qué somos? Si ya somos en nuestro ser nosotros mismos… Como ya vivimos en el recuerdo… Así como nuestro nombre es nuestro, y de nadie más… Aunque sea común, o conozcamos a otros con el mismo… Nuestro nombre suena diferente del mismo nombre en otra persona… Dos nombres iguales en dos personas son dos nombres diferentes… Como la música que escucho de mi laúd, aunque fuera la misma canción que tocara otra persona, es solo mía… ¡Somos muy egoístas! No compartimos nada… Ni nuestros nombres, que son el mismo de otros… No nos compartimos… Porque no podemos… Eso es triste… pero alegre también… Es triste ser solo uno mismo… Y es alegre poder ser… poder ser algo, en vez de nada… ¿A quién le gustaría no ser nada? Pero, mira… Ya lo somos… Somos solo nuestro recuerdo de quien éramos… y la perspectiva de quién podemos ser… No hay nada en el medio… Digo mi nombre, lo digo… Lo repito… Escucho con atención cuando otros lo dicen… Cuando otros tocan mi música… Mi laúd… Porque no quiero desaparecer.

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Escritor y artista. Nació en Cartagena en 1987. Ha publicado las novelas Cómo abrí el mundo (Planeta, 2021), La oquedad de los Brocca (Caín Press, 2016) y Osamentas relampagueantes (Caín Press, 2015). A través de su escritura aborda la fragilidad de los conceptos y las fantasías con los que se negocian, entre los miembros de la especie, el problema del estar-aquí. Fue pintor antes de escribir cualquier cosa, soñador lúcido antes de empirista, y cree que el agua le entra al coco desde un adentro más interior.

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