FOTO 1A mi lado se encuentra acostada Nadja-Boom! Mi hija de 2 años y 9 meses. Me mira con curiosidad mientras garabateo estas palabras en la libreta con un Kilométrico rojo de esos a los que se les puede ver la tinta. En los últimos 3 días los dos hemos vivido situaciones que definirán nuestras existencias. Padre e hija tratando de surfear en la avalancha mundana del día a día. Ninguno de ustedes se llegará a imaginar las veces en que  me he preguntado sobre la conveniencia de hablar de un asunto tan personal. Pero todo esto es tan raro y nuevo para mí que no encuentro de qué más escribir.

El rollo, el viaje, la vuelta, es que ayer fue el segundo día de clases de mi pequeña y su papaíto fue el que la llevó al salón. Un papá sensato debería decir que estuvo ahí en el primer día, pero como ya saben todos, El Señor Underground no fue, no es y no será sensato ni en esta ni en la otra vida, por lo cual estuve en el segundo día de clases (los papás geniales acompañan el segundo. El primero es para las madres y las abuelas. Aunque si soy sincero, quise ser sensato y estar ahí, pero un fuerte dolor en el pulmón izquierdo producto del amigo-enemigo cigarrillo me impidió cargarla. Eso sí, me desperté muy temprano y estuve pendiente todo el tiempo que sonriera mientras la bañaban y la vestían). En esta parte no estoy seguro si debo continuar o colocar un punto aparte. Me decido por la segunda opción.

El segundo día de clases de Nadja-Boom! Una de esas frías mañanas en la que todo resplandece para quedarse grabado en la memoria. Cada manifestación de la realidad adquirió significados únicos: el maravilloso Bosque de Símbolos del que hablaba el opiómano Baudelaire nos ofrecía, a mi hija y a mí, los jugosos frutos de la eternidad (ella afortunadamente olvidará como hacen todos los niños y yo recordaré como hacemos todos los adultos). Todavía puedo recordar las miradas de aquellos a los que encontramos esa mañana. Miradas curiosas, cansadas, vulnerables y trasnochadas (el verdadero lado humano de los hombres se puede ver en la mañana cuando todavía no han pasado muchas horas de haber despertado del bondadoso y genial universo de los sueños). Todo lo que vimos y nos encontramos a esa hora nos hizo una reverencia.

Al llegar vimos en la entrada cientos  de globos de todos los colores dándonos la bienvenida (esos globos solo eran para el rey Undeground y la princesa Nadja, aunque en apariencia fueran para la multitud). Había padres de familia, profesoras y muchos, muchos niños que reían y lloraban  agarrados a sus loncheras coloridas donde guardaban deliciosos néctares e increíbles golosinas. Mi hija sonreía y señalaba los globos (su delirio son los cumpleaños), pero cuando vio los ojos de un niño que gritaba y se agarraba de la pierna de su madre, empezó a llorar y a pedirme que la cargara. Fue entonces cuando sentí que el espejo azul se quebró y el mundo se convirtió en un retrovisor que me mostró todas y cada una de las veces en que lloré cuando mi madre o mi padre me dejaban en la guardería al cuidado de alguna vieja bruja. Mis ojos se aguaron y la angustia ocupó su merecido lugar en mi cabeza (digo cabeza pero la angustia se siente en el pecho, en la boca del estómago. En el peor de los casos se siente de los pies a la cabeza). Estaba condenando a mi pequeña a vivir el mismo suplicio que me impusieron mis padres. La estaba condenando al círculo vicioso de la educación que aspira (pero no logra) formar hombres de bien para el mañana. La gran patraña de la convivencia y el aprendizaje. Una profesora me sacó de mis pensamientos al decirme “los papitos deben dejar a sus niñas” y agarró a Nadja-Boom! Quedé paralizado. Mi hija soltó un grito de tal magnitud que todos se quedaron en silencio por un instante como en una escena de película y nos miraron como a dos bichos raros. La profesora, una hermosa joven de tez oscura con unas profundas ojeras que trataba de disimular con maquillaje, me la devolvió y me dijo con una sonrisa que casi me hace llorar: “Papito debe llevarla al salón y salir corriendo”. ¿Salir corriendo? ¿Salir corriendo? Es decir, huir como todos los padres del planeta. Sentí que era culpable de toda la estupidez y la injusticia en el mundo. Llevé mi pequeña al salón, la besé y le di la espalda mientras la profesora la agarraba y le hacía mimos. Entonces el llanto de Nadja-Boom! Se unió al concierto agónico de todos los pequeños a los que sus padres habían abandonado a su destino.

 ***

No se necesita ser padre para conmoverse de la tristeza de un niño, pero se necesita ser más que un simple espectador  para sentir la desesperación de un hijo (sueno como a un papá Jajaja). Por eso cada vez que alguien que no ha sido padre me da un consejo de cómo debo cuidar a mi hija, repito una y otra vez en mi cabeza: “motherfucker” “jódete” “cállate”. Todos los consejos están de más. Si los que son papás no saben cómo llevar a sus hijos, imaginen los descabelles del que todavía no se ha trasnochado por amor y convicción por el llanto de un bebé comelón. No quiero llegar a viejo y por eso soy testarudo a la hora de escuchar consejos sobre cómo debo criarla.

***

Al salir del colegio, decidí caminar las 20 cuadras que me separaban de la casa. Era chistoso caminar por el andén a esa hora (7:05 AM) y mirar al sinnúmero de hombres y mujeres que montados en las busetas se dirigían al trabajo con sus vidas conflictivas. Sentí lastima y deseos de multiplicarme para consolar a todos los individuos de Yellow Hell City que se dirigían al rebusque (quizás ninguno de ellos quería ser consolado porque consideraban que trabajar es un acto honorable. Bullshit!). Todos los símbolos se convirtieron en algo grotesco y yo en un verdugo, en uno más que continuaba la tradición de “estudia para que seas alguien y luego seas esclavo del sistema en un trabajo de mierda anti-ocio”. Una vez más todo se había ido por el desagüe.

Llegué a la casa, saludé a mi madre quien me preguntó emocionada cómo había quedado la niña “¿Cómo crees? Llorando” le dije y me encerré en el cuarto. Ahí adentro empezó la fiesta de la maldita voz:

-¿Underground cuantas horas necesita un artista para crear su obra?

Underground: ¡Jódete hijueputa! ¡Un artista necesita 25 horas diarias para crear su obra, ni una menos ni una más! ¡”No hacer nada” es una apariencia, la rebelión del cuerpo que incuba energía para proyectar su creación! El ocio es una anti-disciplina que garantiza la iluminación (ocio es reflexión, refutación, desarrollo de ideas inservibles para dar nacimiento a lo más inservible e imprescindible en la sociedad: el arte).

-¿Underground cuantas horas diarias necesita un artista para masturbarse con su vanidad?

Underground: ese tono es el que usan los que creen que firmar un contrato con una empresa que pague bien o mal, es mejor que escribir, pintar, cantar o revolcarse entre heces fecales.

-¿Underground sabes que has postergado tus compromisos con la familia, que eres un flojo, un ocioso mantenido al que le queda fácil señalar al mundo mientras miles y miles trabajan? ¿Undeground sabes que tus horas están contadas y que dentro de poco no habrá nada que impida que te arrodilles ante un trabajo de mierda donde lo que menos importa son tus ideas?

Underground:

-¿Underground qué respondes a eso? Jajaja…

Underground: Nada. Tienes razón.

 ***

Me pasé el resto de la mañana discutiendo conmigo mismo. A las 11:45 salí a buscarla. Recorrí las 20 cuadras bajo un cielo azul que resplandecía gracias a la sonrisa del Mono, ese que hace que Yellow Hell City sea lo que es (querido Mono, gracias por esos atardeceres cada vez que te vas a dormir). Las calles estaban casi vacías, a esa hora me encontré con pandillas de madres armadas con sombrillas que venían o iban a buscar a sus hijos. Me di cuenta que el mundo seguía como si nada y que el tormento de Nadji-ABC en su segundo round de clases no le importaba a nadie. Llegué al Killergarten, mostré el carnet y me dieron acceso al salón y Nadja-Boom! cruzadita de piernas en una sillita de plástico verde, se dio cuenta de mi llegada, se levantó, agarró su bolsito de la princesa Sofía y se abalanzó sobre mí. La cargué, le di un beso. Le pregunté a la profesora cómo se portó. Me respondió que muy bien, que la niña era muy tierna. Miré sus ojeras y su boca y sentí ganas de decirle que nos escapáramos, que se alejara de esa mentira de cuidar mocosos y que me dejara hacer de su vida un infierno como había hecho de la vida de todas las que se habían metido conmigo, pero tan solo le di las gracias y salí con Nadja-Boom!

Medio día. Una hora llena de adrenalina, de pasión, de correndillas y de sonidos de platos y cucharas frente a los mentirosos noticieros. El mundo huele a sopa, a frijoles, a arroz, a carne. Entramos al Olímpica, le compré un jugo de mango (100% artificial como todo lo que en el mercado se autodenomina natural) y nos sentamos en la cafetería que tenía una ventana polarizada que daba vista al exterior y desde donde vi a un joven prendiendo un porro, escondido bajo un pequeño palo de mamón (buen momento para alucinarse. Quise  compartir con él mi teoría sobre drogarse al medio día). Fue entonces cuando le hice la gran pregunta de la que esperaba una gran respuesta de niño: “Mi amor ¿Cómo te fue en tu segundo round de clases?”. Tomando el jugo con sus manos gorditas me sonrío y respondió: “Te amo papito, no fucking, no papá la mala palabra, porque si no pampam mamá” (La Señorita Maldoror, mi mujer, me prohíbe decir malas palabras frente a ella, aunque Nadja-Boom! Ya se sabe un repertorio). Solté una carcajada a esa hora en el solitario supermercado y sentí que a pesar de todos los duros combates por venir, el amor que siento por ella no tiene comparación con nada en este mundo.

 ***

Hace algunos años (2010) en un taller literario, presenté un cuento dialogado que fue rechazado con el argumento absurdo de que “los niños no hablan como adultos en la vida real”. Desde ese momento pensé que el destino de esas páginas era que permanecieran archivadas hasta que una mañana cualquiera descubriera que el ratón se las había comido. El universo siempre está ahí dando vueltas, haciendo guiños y sacándonos la lengua: hoy descubrí que ese cuento fue escrito para hacer parte de esta columna y contar mi versión de lo que puede sentir un niño o un hombre en el reino de las guarderías, los colegios o el mundo. Espero que no les guste.

 EL TERCER INFIERNO

Dondequiera que huya es el infierno; pues yo soy el infierno

John Milton

 

Niña: ¿Por qué lloras?

Niño: …

Niña: ¿Por qué estas  triste?

Niño: Mis padres me han abandonado.

Niña: ¿Por qué crees que te han abandonado?

Niño: ¿No es evidente? Me dejaron tirado  aquí donde solo veo a un montón de niños tristes que también fueron abandonados.

Niña: ¡Es tu primer día!

Niño: ¿Mi primer día?

Niña: Si… a todos nos pasa lo mismo el primer día.

Niño: No lo entiendo.

Niña: Una mañana cualquiera nos despiertan, nos bañan, nos visten, nos alimentan y nos traen a este lugar.

Niño: No sé de qué hablas.

Niña: No te han abandonado… En la tarde volverán por ti… Mañana regresaras.

Niño: Eso es absurdo ¿Qué sentido tiene que me traigan a este lugar cada día?

Niña: Ninguno y a pesar de eso acabas de iniciar un ciclo del que todos aquí somos víctimas.

Niño: No puede ser… Pero ¿Por qué los traen aquí día tras día?

Niña: Aun no lo sabemos. Algunos sospechan que es para descansar por unas horas de nosotros. Yo creo que es para vengarse porque a ellos cuando pequeños les hicieron lo mismo.

Niño: Eso es ridículo.

Niña: Y a pesar de eso estas aquí compartiendo nuestro destino.

Niño: No creo que nuestros padres….

Niña: Llegué hace una semana y pensaba lo mismo. No cometas mi error, acepta su voluntad porque hagas lo que hagas terminaras aquí.

Niño: ¿Pero… cómo se llama este lugar?

Niña: Aun no sabemos su verdadero nombre, pero lo hemos bautizado “el tercer infierno”, y antes de que preguntes, el primero es el nacimiento y el segundo tiene dos partes: aprender a caminar y aprender a hablar.

Niño: ¿Existe alguna forma de poder escapar?

Niña: Ninguna. Aquí nos entregan lápices y hojas para dibujar; luego nos enseñan las vocales y los números.

Niño: …

Niña: No llores. Esto hace parte de la vida. Eso es lo que dice un niño mayor que lleva años aquí atrapado. Según sus propias palabras, sus padres no lo quieren porque se orina en la cama y porque no puede aprenderse algo que los adultos llaman…

Niño: Pero hasta ayer me encontraba jugando con mis juguetes.

Niña: Eso se acabó. Ahora jugarás con la incertidumbre y tendrás que aprender.

Niño: ¿Incertidumbre? ¿Qué es eso?

Niña: No saber por qué nos traen aquí. No saber el verdadero nombre de este lugar. No saber cómo serán los otros infiernos, porque si existen tres es improbable que no existan otros.

Niño: ¡Para esto nos traen al mundo!

Niña: Si. Nos paren y nos castigan porque somos lo que ellos hace mucho dejaron de ser.

Niño: ¡No volveré a sonreírles a mis padres!

Niña: ¡Cuidado! A los de ese proceder los llaman autistas. Son considerados un error y se les condenan al infierno de la lastima y la soledad.

Niño: Es como si estuviéramos condenados a estar rodeados de infiernos.

Niña: Si. El primer infierno te garantiza el resto de…

Niño: …

Niña: ¿De qué te ríes?

Niño: De lo idiota de eso que llaman números y vocales.

Niña: ¿Te has vuelto loco?

Niño: ¿Loco? ¿Qué es eso?

Niña: Burlarse del destino y cuestionar la verdad de los otros.

Niño: ¿Y eso es un delito?

Niña: En este infierno si lo es.

Niño: Apártate de mí.

Niña: …

Niño: No quiero amigos en este infierno.

Niña: No es recomendable ser un solitario en un lugar en donde todos sufren. No des muestra de superioridad. Les darás motivos para que te castiguen y de paso aprovecharan para descargas sus frustraciones.

Niño: ¡No compartía mis juguetes cuando era feliz, mucho menos compartiré mi incertidumbre ahora que soy un desgraciado!

Niña: El tercer infierno nos convierte en bestias.

Niño: Ya te lo he dicho. No quiero amigos en este infierno. Quiero meditar cómo podré escapar… ¡Soñaré la libertad!

Niña: Jamás escaparás. La libertad no existe y si existe también es un infierno.

Niño: Es como si estuviéramos condenados a estar rodeados de infiernos.

Niña: ¡Nosotros somos el infierno!

Niño: ¡Déjame entonces! ¡Quiero ser un infierno solitario!

(01 Septiembre 2010)

 ***

Las guarderías, los colegios, las universidades, las empresas y las fábricas son mataderos de todo lo bello e inocente en los hombres. Una justificación histórica nos ha embaucado haciéndonos creer que en estos lugares se desarrolla el potencial humano. Somos leña para el egoísta fuego del progreso y no nos importa mientras creamos que recibimos una parte de la tajada. El vacío y la soledad son las calificaciones y el sueldo que recibimos por dejar que domestiquen nuestro lado salvaje, nuestro lado más inocente. Para ningún padre debe ser un orgullo encerrar a su hijo en estas cárceles. Si no puedes evitar el circulo vicioso has el intento de que cada día en tu puta vida y en la de tus hijos todo tenga una razón de ser pero desde el canto ancestral de los sueños.

Esto está escrito en honor a ti, Nadja-Boom!   Y a todos los niños que lloran cada mañana en una guardería. Te amo hermosa Ñañañaña! (☻☻☻)

03 MARZO 2015

EL SEÑOR UNDERGROUND

Fotografías: El Señor Underground

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(1981 o 1987). Agente patafísico en la ciudad imaginaria de Yellow Hell City. Fanzinero (re)negado en varios planetas del Multiverso. Fanático de los collages y los cómics de Grant Morrison y Charles Burns. Murallero crepuscular. El Amigo invisible de Rimbaud y Lautréamont.

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