Imagen

Era solo un cúmulo de partículas y materia extraídas de la naturaleza, maltratado por el hombre como a un niño que lo arrancan de las brazos de su madre.

Sé que lo que en un momento llegué a ser no duró mucho.

Por un tiempo estaba con muchos de mis similares, contra mi voluntad era conducido de mi hogar a otro lugar indeterminado, desconocido, lejos de lo que me protegía. Y sin saberlo me acercaba a mi mutación, a mi descomposición.

Me trasladaban en grandes furgones en los que íbamos todos apiñados y no veía más allá de lo que estaba a mi lado. Un largo viaje. A mí llegaban los rumores de quienes estaban más arriba y contaban una historia llena de desastre, devastación, un panorama de soledad, de tristeza: “la naturaleza ha desenfrenado su furia sobre sí misma” decían. Pero me resistía a creerlo, sabía que algo más allá debía estar pasando. Pensé que tal hecho no podía ser de la naturaleza, no sabía que pasaba pero de lo anterior estaba seguro.

Algo por mi mente pasó, algo que mis antepasados alguna vez con timidez comentaron. Que existía algo llamado la codicia, deseo, supremacía, ansias de poder. Creo que no comprendía eso que pensaba, pero sé que algo de relación debía tener. Si de algo hay que temer es de los instintos. Tan largo fue mi pensamiento que cuando me quise dar cuenta ya estábamos siendo descargados. Todos caíamos, nos topábamos unos con otros, pero nuevamente estábamos ahí. Dónde, no lo sé.

En ese momento solo era alguien despojado de si, como un elemento extraño entre muchos similares, dentro de otro contenedor donde poco a poco el calor nos iba agobiando, desesperando, haciéndonos perecer. No pude más, no me alcanzaron las fuerzas y  desfallecí.

Desperté pensé que alucinaba y aunque en ese momento no creía en nada, llegué de golpe a la realidad en la que me he encontraba. Era una bota, una bota llena de etiquetas. Luego me di cuenta de que no estaba solo. Lo encontré a él, otro que igual a mí. Supongo también había sufrido, podría decir que también pudo haber sido desnaturalizado.

Pero ahí estábamos solo dos en una caja pensando en nuestro destino, en lo que nos pasaría, si seriamos transformados otra vez, o quedaríamos ahí percibiendo nuestra extraña existencia y tratando de reflexionar sobre por qué modificar a un ente, unirlo con otros, bajo qué finalidad, bajo que ideología, bajo qué necesidad. Solo sabía que aún no sabía nada.

Lo que vendría después sería determinante, daría respuesta a mis preguntas y a las de él, mi par, que para el momento éramos casi idénticos, conoceríamos la verdad. Seríamos libres o nos subyugarían nuevamente no lo sabíamos, pero para el momento solo estábamos ahí dentro de la caja.

Un amanecer en un entorno cauteloso donde se podía respirar la inseguridad, me encontraba más solo que nunca, mi par no estaba se había ido, habría respondido mis cuestiones y me había abandonado.

Estaba desconcertado por lo que acontecía, que antes de que entendiera lo que pasaba me sorprendió un estruendo, tan grande que sentí desvanecerme, cuando volví en si me encontraba maltrecho muchos tirados a mi lado, solo veo partes y más pares, ahora ya no me faltaba uno si no que me sobraban, pero era un caos. ¿Qué hacer? ¿Cómo sobrevivir? Nuevas preguntas me surgen. Seguido a esto solo más estruendos se escuchaban.

Luego de un rato, varios hombres pasaron cerca de nosotros, ellos bañados en sangre con una mirada doliente, sádica; nunca había visto algo tan aterrador ver que personas como las que alguna vez nos habían cuidado ahora nos estaban destruyendo y lo que es peor se destruían entre ellos mismos, ¿sería esto de lo que nos hablaban nuestros ancestros? Era necesario que hubiera sufrido, para poder entender que el hombre puede ser tan egoísta hasta llegar al punto de no comprender que se puede convivir en armonía, pero que podía hacer yo solo era una bota en medio de un río de sangre.

N.N.

 

 

Share.
Leave A Reply

55 + = 58

Exit mobile version