In memoriam Raymond Carver.

La mujer estaba amarrada a la silla, observando a la cocina donde su esposo buscaba desesperadamente servir el whisky. Las amarraduras laceraban muñecas y tobillos, y la cinta aislante tapándole la boca: náuseas. Quería escupir, se ahogaba. El hombre apagó la luz de la cocina, cruzó a la sala y se paró delante de ella. Bebía directo de la botella.

Maldita perra, dijo y se frotó los labios con el dorso de la mano. Nunca puedo encontrar nada en esta casa, agregó volviendo a beber. Encendió un Marlboro y se fijó en las cortinas de las ventanas. No entendía por qué razón le parecían muy gruesas y pesadas. ¡Vaya gusto asqueroso! Mantuvo la palabra como una oración piadosa.

La mujer no tenía ninguna expresión digna de contar.

Tal vez por esto se acercó más, le apartó el cabello de la frente, enjuagó el sudor, y le desprendió la cinta de la boca. La mujer escupió, primero una flema, luego gotas de sangre sobre la blusa vuelta jirones. Quiso balbucear como respuesta y antes de liar las palabras y quejarse, se le propinó un puñetazo en el vientre. La mujer volvió a escupir, y en esta ocasión acertó los zapatos de su esposo.

¡Asquerosa! Le gritó al oído. Sacó el encendedor y lo aproximó a la oreja derecha. ¿Has escuchado de Van Gogh? Su aliento era turbio. La mujer cerró los ojos y escondió su rostro en el hombro. El hombre alejó el encendedor. La mujer volvió a abrir los ojos y lo miró lamiéndose los labios en medio de una sonrisa crispada.

¡Quiero el divorcio! Gritó con el alma desgarrada. ¿Me escuchaste, hijo de puta? ¡Aléjate de mí!

La mujer lo miró ya cansada. Miró el florero, los muebles, la sala limpia y bien iluminada. El hombre pareció alejarse, bebió el whisky y tiró la colilla dentro de la botella. La acomodó despacio en la mesa recibidor. La colilla navegaba torpemente en el poso del whisky. No tenía más nada que agregar. Así también había sido su vida. La vida de la mujer, una especie de naufragio, como un barco en un envase bien decorado.

Hernán Grey Zapateiro

Foto de portada tomada de la obra fotográfica de Phillip-Lorca DiCorcia

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(Cartagena de Indias, 1988) Vive en Cartagena de Indias con breves accesos al mundo ulterior. Egresado de Filosofía de la Universidad de Cartagena. Maestrante en Humanidades Contemporáneas. Docente de Literatura & Filosofía en Educación Secundaria. Narrador de corazón y entrañas descarnadas.

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