Antes de empezar debo aclarar algo (así toca en estos tiempos, donde si uno no está en un bus, directo lo montan en el otro): yo no escucho a J Balvin. Nunca lo seguí —yo seguía en el colegio a los que ahora son old school, y aún los escucho de vez en cuando—. J Balvin para mí significa poco o nada. Su existencia, la existencia de su música y la existencia de gente a la que le gusta su música no interfiere en lo absoluto con mi propia existencia. No me incomoda ni me turba el sueño.

A Residente sí lo escuché con pasión cuando empezó a cantar. Era divertido aprenderme todas sus canciones, hasta que poco a poco me cansé de sus letras algo tontarronas y al final también me desconecté de él. Por ahí volvió a entrar en mi vida cuando salió con «Latinoamérica», porque todos creyeron que había nacido el Mercedes Sosa o el Silvio Rodríguez de la música urbana, y de repente esa canción se volvió himno y erizaba los pelos cuando veía el video, pero después de que pasó la fiebre del tema, Residente pasó a la historia también, por lo menos para mí. Lo último fue cuando grabó su lastimero «René», pero ya vamos para allá.

Residente es «menos peor cantante» que J Balvin —porque de canto ambos no saben nada—. Es mejor compositor, por supuesto. Es un intérprete más completo, de eso no hay duda. Y es más hipócrita y deshonesto, lastimosamente.

La pelea que cazó con Balvin solito, que perpetuó también solito y que ahora escarba más con el music session con Bizarrap, es, sencillamente, patética. Más que sentar una voz de autoridad sobre la música urbana, allí revela más bien un intento desesperado por volver a ser escuchado. ¿Cuál es el último tema que pegó después del lamentable «René? Ninguno. Lo que pega ahora, de su autoría, son sus tiraderas al viento.

Balvin se volvió el objetivo de René solo porque René, que es la groupie de Rubén Blades, salió en defensa del salsero —mientras el salsero poco o nada le importó, o ni se enteró, del boicot al que Balvin invitaba en los Latin Grammys—. Y decidió agarrarlo a palos creyendo que Balvin le respondería en la tiradera sin sospechar que le daría una respuesta más humillante: sacar merch con su metáfora del hot dog. ¡Sí que le dolió el culo a Residente! Tanto que volvió a sacar otro video siendo más incisivo, contando infidencias de manera cobarde y ahora, componiendo un tema de casi ocho minutos dedicado a Balvin. René da lástima.

 Balvin no le respondió, ni le responderá porque Balvin no es un reggaetonero como aquellos con los que Residente departía. Balvin es un artista pop. Es un popero como Maluma, Yatra, Luis Fonsi, Enrique Iglesias, Shakira o Camilo. Es un tipo que interpreta pop urbano, que algunos siguen llamando reggaetón por inercia o desconocimiento. Porque el reggaetón de la mata, como bien explicó El Chombo, murió hace años, devorado y regurgitado por la industria light.

Por eso Residente está tan perdido como el meme de John Travolta, pues vino a buscar lo que ya no existe. Residente, el hipócrita, se volvió famoso con el reggaetón pero le dio la espalda al género en cuanto pudo. Proclamaba en los conciertos que lo suyo era música, no reggaetón, y se cagaba en sus colegas reggaetoneros. Y cuando quiso volverse el Rubén Blades rapero, el Atahualpa Yupanqui de pantalón ancho, se abrió del parche, tanto que hasta se sacudió de su hermano Visitante —que era el que realmente le daba la magia a Calle 13— y se dedicó a hacer sus letras con conciencia. Se alejó tanto que no se dio cuenta de que el reggaetón se murió en esos años de ausencia y ahora que regresó, lo que hay es otra cosa. La pelea de Residente es de tigre contra burro amarrado, pero por ignorancia del mismo Residente, pues desafiar a Balvin es tan ridículo como querer desafiar a Camilo o a Mike Bahía en un duelo de lírica solo porque están cantando «tumba tumpa».

Y con su último video se pone entredicho su honestidad, sencillamente porque Residente era y es todo lo que le reprocha a J Balvin.

Acusa al colombiano de monetizar su depresión, proclamándola en redes para hacer un documental, cuando el último hit de René fue un tema en torno a su propia depresión. ¡Hasta sale llorando frente a la cámara como bien lo saben hacer los influencers!

Dice que Balvin hace reggaetones tontos sobre Bob Esponja. Dice que Balvin es un payaso. ¡Pero si esa era la música de Residente antes! «Atrévete», «Chulin Chuin Chun Fly», «Se vale to-to», «Cumbia de los aburridos». Canciones simplonas, chistosas, ocurrentes, con palabras sueltas pegadas con babas, pero eso sí, muy pegajosas. ¿O acaso cuál es el gran contenido de esas letras? Algunos dirán que también escribió rap serio y demás, pero eso no fue lo que le dio de comer, mi gente. Residente, en la escena reggaetonera de aquel entonces, era el payaso del grupo, el J Balvin entre sus colegas, con un agravante: era René quien componía esas tonterías.

Y la masa millenial que siempre andamos en redes vociferando que nuestro gusto musical es excelso, ahora se sube a los hombros de René para montársela hipócritamente a Balvin sobre su simplonería, siendo nuestra generación aquella que, pese a llegar a la adultez, sigue aferrada a sus mitos de infancia, vistiéndose aún con la ropa de sus caricaturas favoritas y ha hecho de la nostalgia su bandera. Seamos honestos, por Dios. Balvin cantándole a Bob Esponja es la representación de nuestra adultez infantiloide.

Me pregunto con qué autoridad Residente viene ahora a ejercer veeduría sobre una género que abandonó. Ahora le está exigiendo esa responsabilidad a J Balvin. ¿Por qué no se la exige a Daddy Yankee? ¿O a Arcángel? No, se montó solo en una pelea contra alguien que no tuvo en sus manos la supervivencia del reggaetón de la mata.

René es patético. Amasa likes y reproducciones como cualquier J Balvin, y se recuesta en Don Omar para fingir que siempre estuvo ahí, o en Bizarrap para tener una plataforma ya montada donde pueda hablarle a las nuevas audiencias. Y aunque denigra de los influencers, se esmera en sus lives, reels y IGTVs, transmitiendo desde su mansión y tomando la cerveza que se inventó.

Si los ponemos en una balanza, J Balvin es más honesto que René, sencillamente porque Balvin no pretende ocultar el producto que es y el papel que representa en la industria. Residente, por otro lado, lucha constantemente por ocultar que se ha convertido en aquello que jura combatir, y que con este video lo pone en evidencia, donde sonríe como un matoneador que se cree fuerte por hacerle bullying al chico que está cuatro cursos por debajo de él.

René siempre fue un hipócrita, y un cobarde, y su última canción es una muestra de ello. Tiene talento por montones, sin duda, pero ya no es más artista que aquellos a los que desea destruir. Ojalá su circo no repercuta de manera grave en Balvin. Me recuerda lo que pasó cuando los raperos del gueto le hicieron la vida imposible a MC Hammer solo porque Hammer hacía rap divertido y bailable, y lo presionaron tanto que terminó desfigurando su carrera, su estilo y su vida hasta llevarlo a la bancarrota, solo por el simple pecado de no ser true y hacer feliz a un montón de gente.

Ojalá J Balvin no dé el brazo a torcer. No necesita contestarle con una canción, solo sacar más mercancía con las frases de Residente, o montar pronto esa franquicia de hot dogs para que Residente deba vivir con esa salchicha metida en el culo cada día de su vida.

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(Cali, 1992). Reside en Bogotá hace 17 años. Profesional en Estudios Literarios y tecnólogo en escritura para medios audiovisuales. Director del sello editorial La Plena Noche. Hijo de la televisión enlatada, salsero hasta la médula, coleccionista de libros de terror y defensor de la cultura pop.

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