Estaba tratando de transcribir el chiste del Pescao de “El Cuchilla” [1] para comenzar esta columna con una escena y no pude. La forma en la que el vale usaba palabras como mojoso o jopear son inteligibles solo como él las decía.

A pesar de que el castellano tiene sinónimos para esas expresiones, las subidas de volumen, los cambios dramáticos en el tono de voz y los ademanes complementan la narración, porque los acompañamientos sonoro y actoral dotan de contenido subtextual al relato.

Sin embargo, las formas de hablar como las de nuestro contador se les califica de vulgares y se busca su exclusión. Debido a ello, en los productos culturales masivos rara vez se escuchan los dialectos populares y es mal visto que se utilicen en contextos serios como la oficina o la política.   

El año pasado hubo un trend en el que videos virales de hispanohablantes usando sus acentos eran traducidos a “español latino”, el dialecto “neutro” usado por la industria del entretenimiento para unificar la comunicación en castellano desde México hasta Argentina. Por esa vuelta me di cuenta de que nadie habla como en los doblajes, sin importar el origen del texto su contenido cambia sustancialmente cuando se “traduce”.

Cuando vi la vaina comparé el número de reproducciones de los videos que se hicieron virales como el de con el dolor de mi alma, déjeme decirle que prefiero irme a pie [2] y su contraparte traducida [3], con lo que noté que las copias tenían menos reproducciones que las originales. Lo que podría indicar que el hecho de que más personas puedan entender no significa que quieran hacerlo. 

Si se me permite hablar copa, creo que es porque los dialectos están tatuados en nuestra alma. Son una manifestación de la cultura viva que quiere hablar con sus integrantes y a través de ellos.

El chiste que mencioné más arriba se trata de dos sujetos que pescan contiguamente y atrapan al mismo pez, uno por el lado de la cabeza y el otro por el lado de la cola. Como ambos personajes tenían mucho tiempo en faena, la historia gira en torno a la manera en la que se definiría qué pasaría con el pescado.

Ese cuento tiene que ver con el devenir del autor y de la cultura a la que perteneció.

Edelberto Geles nació en Arboletes – un municipio del caribe antioqueño- e hizo vida en Cartagena. En su región, la pesca es una actividad popular y la cantidad de hijos que tiene un “macho alfa” de barrio popular es inexplicable. Por ello, el tamaño de la prole es un argumento esgrimido por uno de los personajes del chiste para justificar que no se parta por la mitad el pescado, a lo que el otro replica afirmando sarcásticamente “yo como que soy estéril”.

Yo puedo reducir a “sarcásticamente” la alteración dramática en el tono de voz de nuestro narrador y la forma en la que bambolea sus manos hasta llevarlas a su cintura, pero eso es un nombre que le doy después. Cuando yo lo escuché tuve una sensación a la que ahora llamo sarcasmo, no existe manera de transcribirla, solo uso una palabra para rememorar otra sensación parecida a la que tuve con el chiste.

Para un hablante resulta más fácil lograr este tipo de efectos valiéndose de su dialecto. La inflexión, la variación de intensidad y la cadencia de la voz son un producto de la cultura, los expertos en el uso de ellas -como “El Cuchilla”- representan a su grupo humano con sus maneras, no las inventan.  

Eso hace el vale a lo largo del cuento, a todos nos da risa cuando los interlocutores se refieren a sus aptitudes reproductivas para resolver el conflicto, porque en toda Latinoamérica hay problemas de promiscuidad y procreación no deseada. Es una burla a nuestra propia irresponsabilidad, relacionada con quien escucha y precisamente por eso cumple el objetivo del comunicador: hacer reír.

Para mí, la comedia hecha en “español-latino” nunca ha sido muy graciosa. Los doblajes de programas de TV como “los Simpson” o películas como “Shrek” usan un acento mejicano suavizado cuando hacen chistes y curiosamente los personajes más hilarantes son los que hablan menos “neutro” como Homero o Burro. Con esto se grafica como el “español latino”- o cualquier otra forma de hablar univerzalizante– pierde valor como medio de comunicación en relación con los dialectos populares para efectos cómicos.

Este ejemplo me da pie para tirar un machete más grande y es que entre más cercana sea la historia con la forma de expresar auténtica del narrador, es más probable que se entienda con toda su complejidad el mensaje que el autor pretendió emitir.

“El Cuchi” hace reír a su público siempre que quiere, porque él nació de ellos y para ellos. Los significados de las palabras fueron construidos por todos como comunidad y el significante -que no se limita a la palabra- fue expresado por el relator de tal manera que su alcance se capta a la perfección.   

La llamada “neutralidad” es promovida en algunos círculos con fines de corrección como en la academia, los espacios laborales e incluso como símbolo de pertenencia a una élite. A pesar de ello, esos códigos “adecuados” no provienen necesariamente de un conocimiento profundo del idioma.

Verbigracia, la socialité cartagenera considera que usar la palabra balurdo para referirse a una persona con escasa formación cultural es una falta ortográfica, empero, palurdo proviene del francés balourd, por lo que la variante champetúa parece que es más cercana a la etimología que la del diccionario.

No se debe entender que estoy afirmando que la uniformidad en las formas de hablar es “incorrecta”, en realidad, un dialecto surge por la necesidad de un grupo humano de comunicarse y para ello se vale de un conjunto de signos conocido por todos. Lo que quiero decir es que esa uniformidad nace por obra del alea y no por la voluntad de un agente en particular.    

Ahora, sería cule blo decir que todo lo que viene de las formas de hablar populares es inherentemente positivo, porque del champeñol se extrae que es producto de una cultura falocéntrica, en la que existen aproximadamente 26 expresiones diferentes que usan al pene como metáfora.

Para mí esa realidad no es digna de censura sino objeto de análisis ¿por qué verga es tan importante la mondá?

La conclusión de toda esta charada es que usar los dialectos populares con sus palabras plebes no es perjudicial en sí mismo, es una forma de escuchar cómo hemos sido a lo largo del tiempo y el espacio, para bien o para mal. Por ello, criticar a una política de origen rural que cambia el género de un sustantivo con intenciones narrativas es un sinsentido, porque ella con su conducta comunicacional da un mensaje que probablemente debamos escuchar.   

Por eso, un camino para llegar al mundo que queremos pasa por aceptar los dialectos populares en todos los contextos que sea posible. La aceptación de la que hablo no implica resignarse a repetir para siempre lo que nos ha definido, se trata de contemplar la realidad en la que estamos inmersos para trabajar a partir de ella ¡Sin negacionismos!

Yo por mi parte quiero ser el hijo narrativo del Cuchilla. Me reconozco como un hablante del champeñol y haré todo lo posible para que sus códigos sean entendidos por los no nativos. No le diré al que usa el franciañol que hable como yo, mejor trataré de entender a quien me quiera hablar, porque mi intención es comunicarme, no imponerle mi cultura a nadie.  


Glosario:

Balurdo: 1 (adj.) Dicho de una persona rústica e ignorante. 2 (adj.) Dicho de una cosa fea, que no corresponde con lo que caracteriza a quien la usa.

Champeñol: (sust.) Geolecto usado en la ciudad de Cartagena y sus alrededores.

Charada: (sust.) Expresión usada en el champeñol para referirse a una puesta en escena hecha para engañar.

Copa: 1. (sust.) Sinónimo de pene usado en la zona rural del Caribe colombiano. 2. (sust.) Una incoherencia o mentira.

Cule blo: Expresión utilizada en el champeñol para señalar que algo es una mentira demasiado evidente.

Jopear: (verb.) Tener relaciones sexuales.

Machete: (sust.) Hipótesis informada que sólo se sostiene con argumentos entretenidos, sin evidencia científica.

Mojoso: (adj.) Dicho respecto de la piel de una parte del cuerpo que se encuentra ajada por las condiciones medioambientales a las que se encuentra sometida la persona.

Mondá: (sust.) Forma soez de llamar al pene en champeñol.

Plebe: (adj.) Sinónimo de soez.

Trend: (sust.) Anglicismo que hace referencia a una tendencia en redes sociales,  se trata de un contenido uniforme en razón a unas pautas dadas previamente que producen muchos influenciadores.

Vaina: (sust.) Sustantivo impropio que hace referencia a una cosa indeterminada pero determinable por el contexto.

Vale: (sust.) Un amigo no tan cercano.

Verga: 1. (sust.) Otra forma soez de llamar al pene. 2. Expresión utilizada para denotar que la situación es inverosímil.

Vuelta: (sust.) Sustantivo impropio que hace referencia a una situación indeterminada pero determinable por el contexto.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=_-NDk4JfpDI

[2] https://www.youtube.com/watch?v=PhUjgISJsK4

[3] https://www.facebook.com/humbertoandres.belloramos.5/videos/2626424427678576


Conozca más del trabajo de ilustración de GABEZ en este enlace:

https://www.instagram.com/thegabez/

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Tu vale el Yeyo es un Hablador de Mondá nacido en Cartagena, que le preocupa que la vida sea determinada por unos valores impuestos por el pasado y no por el parche. Su profesor de música del colegio estuvo nominado al Grammy y luego estudió en la escuela de Patricia Ojeda. Es autor del Podcast "El machete".

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