Luis Suescún es, hoy por hoy, un referente en la literatura fantástica colombiana. Tuvimos la oportunidad de entrevistarlo en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, donde está arrasando con su amplio catálogo. Siempre atento y dispuesto a recibir a amigos y lectores en su stand, nos dejo saber más sobre lo fantástico, el oficio de escribir y sus lanzamientos para este año.
Muchos afirman que eres el mejor escritor de terror de Colombia, ¿compartes esa apreciación?
La verdad no. Prefiero sencillamente pensar que soy alguien que trabaja con esmero y sinceridad cada día para honrar la tradición universal del cuento de terror, tal como sucede en otros países. De hecho, pienso que más allá de crear cuentos que «produzcan terror», nuestro oficio debe ser el de alterar, porque «alterar» es cambiar el ángulo de una perspectiva. Hay muchos prejuicios que deben ser alterados, señalados y acusados por medio de un discurso y por eso el cuento de terror siempre será un excelente vehículo.
¿Cuándo o cómo decidiste que valía la pena apostar por el terror en el país? ¿No es más fácil escribir terror al estilo norteamericano?
El oficio de los artistas, en esencia, debe ser siempre un acto patriótico, porque somos embajadores de nuestro país, en este caso, Colombia. Yo solo quiero que mis páginas honren la rica tradición narrativa, poética y ensayística de nuestro país. Yo quiero mucho al país en toda su extensión y por eso mi obra retrata la belleza de sus regiones y su biodiversidad. De hecho, muchas personas han señalado el carácter naturalista de mi trabajo al querer retratar desde los bosques de niebla hasta los farallones, pasando por las montañas escarpadas, los desiertos, los ríos y los mares que conforman a nuestra Colombia. En últimas un artista es alguien que habla de su país y espero yo también estar honrando al mío y a mis compatriotas.
Eres un autor independiente en todo sentido: diseñas, imprimes y distribuyes tus propios libros en eventos por todo el país, ¿cómo ha sido esa experiencia?
Como tal no existe una independencia absoluta; en mi caso yo solo soy la cabeza visible de un pequeño equipo llamado AG Editorial, dirigido por mi socia Victoria Guerrero. Allí están quienes diseñan, diagraman, distribuyen y me ayudan con muchas otras actividades, porque mi inquietud intelectual de escribir y contar cuentos en estos tres años se ha tornado un verdadero emprendimiento que, gracias a Dios y a mis lectores, cada vez parece ser más grande.
¿Por qué no intentar publicar con un sello grande del país?
Esa será una puerta siempre abierta. Yo no veo inconveniente en colaborar o hacer parte de una editorial grande, en absoluto, sin embargo, por ahora, en AG Editorial estamos haciendo todo lo que podemos para entregar al público la mejor calidad posible, tanto en el contenido como en el producto.
Has ganado múltiples concursos de cuento y novela, ¿qué tan fácil es eso de concursar con tu obra, siendo esta de género?
De acuerdo, nada es fácil y siempre agradezco esos reconocimientos pequeños o grandes, porque me dan una señal que vamos por buen camino. Muchos premios recibidos han sido de poesía también, cosa que me alegra porque la poesía es connatural al oficio de escribir. Me es imposible pensar que alguien pueda llegar a escribir un cuento sin tener presente la poética de su lenguaje. La poesía no es cuestión de tener o no un tono lírico, sino de entender la potencia y la versatilidad de la lengua española. Y respecto al género «terror», pienso que a veces mi narrativa excede esas fronteras, porque yo no pienso en el «terror» como el objeto central de mi narrativa. Solo deseo alterar, emocionar y conmover desde el discurso, jamás desde el escándalo, el insulto o el morbo.
Cuando estás en eventos, conectas con la gente de una manera sorprendente, ¿es el secreto para ser un autor independiente exitoso?
Pienso que hay dos grandes elementos: el primero es que mi obra es profundamente espiritual y por eso tiene la facilidad de conectar con lectores de todas las edades y de todas las regiones. Respeto mucho la inteligencia y los valores de mis lectores, ellos lo saben. Saben que los trato con respeto y altura desde la primera hasta la última página del libro. Y la segunda, pienso que es la honestidad. Yo no me siento alguien distinto a mis lectores o a los asistentes de mis presentaciones, entonces, me dirijo a ellos siempre con alegría, emoción y toda la honestidad posible. No me guardo nunca nada. ¿Quieren que les cuente cuentos? Lo hago. ¿Quieren que les lea poemas o les hable de algún tema? Lo hago. Las personas buscamos cosas que nos emocionen, que nos hagan latir el corazón o nos encharquen los ojos, por eso cuando estoy en una feria o un evento soy emoción pura.
Estás en la FILBo 2023 con nuevos lanzamientos, cuéntanos un poquito de las novedades para esta feria.
Hay cuatro nuevos libros que estoy presentando y de los cuales me siento muy orgulloso: Las monedas del barquero, una colección de 101 relatos, uno de ellos premiado en el Medellín Sci Fiction el año pasado; Carne de astronautas, una apasionante novela de ciencia ficción, terror y romance, que recibió un premio del Instituto Caro y Cuervo el año pasado; mi primera colección de poesía Eternal Blues, que tiene 101 poemas y algunas sorpresas; junto con Tres relatos de Suescún, un justo abrebocas de los Relatos Macabros IV, V y VI.
Danos tres recomendados literarios no convencionales (es decir, no los grandes maestros de siempre) que te fascinen, no necesariamente de terror.
Si me permites recomendar tres libros, el primero sería La temporada en el infierno de Arthur Rimbaud, a quien desde niño siento como si fuera mi hermano espiritual. El segundo serían Las iluminaciones también de Rimbaud, porque es la absolución absoluta del poeta. Creo que esos dos libros definen mi vida. Y el tercero serían Los libros de sangre de Clive Barker, un autor a quien hasta ahora estoy conociendo y que a la fecha me han resultado de una terrible hermosura. Estoy fascinado con la sensibilidad y la profunda espiritualidad de este autor inglés Barker. Incluso estos días estaba escribiendo un poema alrededor de Los libros de sangre porque, en realidad, me han conmovido el alma hasta las raíces.
Un consejo para quienes quieran ser autores independientes y lanzarse al mundo con su obra.
Que lo hagan, que no tengan miedo, porque la vida ya tiene demasiados miedos como para uno imponerse otro y no cumplir los sueños. Es que la vida es demasiado breve, es apenas un bostezo en una tarde de verano, como para no atender el llamado del alma, como para no atender la urgencia de crear, de escribir o de decir algo. Nosotros vinimos al mundo con una misión y si la tuya es escribir, no la traiciones, no niegues esa misión que es acaso divina y también hace parte de un plan mucho más grande que nuestras pequeñas vidas. Yo siempre encomiendo mi boca, mi voz y mis manos al Universo (llámalo Dios, Satán o como mejor te resulte) para que mis cuentos y mis poemas cumplan con el cometido original de su inspiración. Toda inspiración es un don divino y como tal hay que honrarlo buscando la mayor perfección posible en su ejecución. Entonces, como me decía mi maestro el comediante Andrés López, «escribe, escribe y escribe». Eso es lo que hay que hacer, porque el oficio solo se entiende haciéndolo cada día con honradez.
Pueden encontrar a Luis Suescún en el pabellón de editoriales independientes, en el stand 1715.
Aquí, uno de los 101 microcuentos que podrán encontrar en la nueva colección Las monedas del barquero, donde se aprecia no solo la precisión narrativa de Luis, sino la capacidad para sorprender y alterar terroríficamente lo cotidiano.
EL TÍTERE
A medianoche en un anfiteatro universitario de Bogotá, una joven estudiante de medicina dibuja muy atenta sobre la piel de un cadáver desnudo. Lo tiene garabateado de pies a cabeza, las venas moradas parecen retorcidas cuerdas y cada órgano está marcado por enormes letras griegas. Cuando al fin termina sus diagramas, la estudiante suelta un sonoro aplauso. Entonces, el cadáver abre los ojos haciendo una mueca de agonía y se empieza a elevar como si fuera un globo de carne gris sobre la bandeja de autopsias. Y debajo suyo la aprendiz de bruja sonríe satisfecha, porque acaba de superar la primera lección de nigromancia.
Consigue la obra de Luis Suescún en el siguiente enlace: https://tienda.suescun.blog/