El popular DJ Crono a.k.a. Juan José Carbonell ha escrito un nuevo libro sobre la Champeta próximo a publicarse en Cartagena. Esta obra supone un gran aporte a los estudios culturales sobre los orígenes y evolución de este género musical popular cartagenero, las condiciones de posibilidad que permitieron su desarrollo, estableciendo sus conexiones con las expresiones culturales africanas y del resto del Caribe.

Del libro, el periodista cultural y escritor Gustavo Tatis Guerra, dice en el prólogo:

Este breve ensayo que ha escrito JJ Carbonell sobre la champeta, podría ser la génesis de una ardua investigación de largo aliento sobre este fenómeno que él conoce y vive de cerca. Y en este primer libro que augura la visión panorámica de un fenómeno que trasciende la música y cuyo enfoque desde distintas perspectivas, nos ofrece una mirada poliforme de la champeta, nos despierta el interés por conocer los orígenes de las canciones, sus letras de resistencia que han evolucionado desde la irrupción del rebautizo después de llamarse eufemísticamente Música Terapia, y luego, Música Champeta.

JJ Carbonell es cartagenero, licenciado en periodismo y ciencias de la información en España, donde condujo programas radiales de música afrocaribe, llegando a trabajar con Enrique Romero «El Molestoso» para sus programas en Radio Gladys Palmera y Radio Badalona. Es DJ y fundador de la marca Planeta Champeta.

Gracias a la generosidad de su autor, compartimos con nuestros lectores la introducción del «Champeta. Resistencia cultural del Caribe», una obra llamada a marcar un antés y un después en los estudios sobre la Champeta.


Por JJ. Carbonell*

Introducción

El primer día que toqué Champeta en París, me di cuenta que más que un género musical la Champeta es un grupo de versiones de la música de otras latitudes que llegó a Cartagena gracias a la globalización, siendo espejo de los géneros musicales de los que desciende. Dimitri Schmitt, director del grupo francés de Champeta Radio Palenke, me llevó a esa ciudad para abrir como dj un concierto de su banda; en ese momento yo era el único dj en Europa que tocaba el pianito SK-5 que tanto gusta entre los admiradores de esta música. Antes de empezar mi presentación, desde su computador dispuso una selección musical, luego de la cual, visiblemente emocionado me enseñó una canción de la que no conocía el intérprete. Me indicó que la canción se llamaba “Disk la réyé” de los haitianos “Ban’Biyo”. Después de escucharla un rato y ‘confirmar’ en internet afirmé algo que resultó después ser totalmente falso: “Esa es una versión de Empújale la aguja de la Sonora Curro de Curro Fuentes”.

Como muchos saben, la primera casa disquera de Colombia fue Discos Fuentes, fundada en Cartagena por Toño Fuentes, hermano de Curro. Así como fueron los primeros en grabar muchas canciones inéditas de nuestra cultura local, inmortalizando nuestro patrimonio musical, también fueron pioneros en tomar canciones de otros haciéndolas pasar como propias, cambiándole título y compositor. Después de escucharla repetidamente, buscar versiones y ponerla en mis presentaciones, la intuición de investigador musical me decía que esa composición no podía ser la original, ya que la versión haitiana tenía muchos elementos que la versión que yo tomaba por original no tenía.

Con esa sospecha llegué a una primera versión grabada por fuentes llamada “El disco rayao”, de Carlos Román, en la que aparece como compositor Chapuseaux. Sin embargo, las raíces del tema“Empújale la aguja” estaban muy lejos de Discos Fuentes. Buscando versiones que recordaba vagamente encontré interpretaciones del mismo tema de Johnny Ventura, Oro Sólido y Kinito Méndez que fueron populares aquí en el Caribe; esto me llevó a intuir que el tema podría tener un origen diferente ya que todas estas versiones tenían esas partes que estaban omitiendo la versiones de Fuentes, así llegué a varias que podrían ser la original como son las de Ramón Márquez, Damirón y Chapuseaux, incluso una mucho más elaborada de la Billo’s Caracas Boys. En todas estas versiones figura como compositor el dominicano Chapuseaux.

No conforme con esta versión, decidí buscarla en francés y ¡Voilà! apareció la versión de Joby Valente de Disk La Réyé, no se sabe si es la original pero sí parece ser anterior a las versiones en español. La versión que hicieron los Fuentes de esta canción, es decir ‘Empújale la aguja’, fue grabada por diferentes músicos en Colombia como Anibal Velázquez, Jorge Oñate, Morgan Blanco, Orquesta El Porrazo e incluso el Joe Arroyo; y la composición aparece a nombre del clásico DRA (Derechos Reservados de Autor) o en el mejor de los casos a nombre de Carlos Román; siendo que este mismo anunció a Chapuseaux como compositor de su versión.

Como este caso, podríamos documentar muchos otros de apropiación de los derechos de autor, pero la intención de este texto está muy lejos de pretender encontrar la versión original y definitiva -entre otras cosas porque la metodología hipotético-deductiva empleada es incluso contraria a esta pretensión-; lo único que se intenta es orientar en la dirección adecuada mis inquietudes y las del lector para construir una hipótesis válida conjuntamente. Los derechos de autor y sus regalías generan grandes beneficios económicos para los empresarios discográficos, gracias a esto la vulneración al reconocimiento de la autoría de las canciones es casi más viejo que los mismos discos.

El investigador musical en su afición se convierte en una suerte de guaquero de melodías, que en mi experiencia personal me lleva a estar semanas enteras tarareando melodías que escucho en una canción y me suenan de otra. Esa afición me llevó desde muy pequeño a estudiar libros que han sido cruciales para este texto como son “El Libro de la Salsa” de C.M. Rondón o “El Jazz” de Joachim Berendt, que usé mucho para hacer programas radiales en mi juventud y eran casi unas biblias para mi. Llegué a estudiar interpretación de algunos instrumentos musicales (bongós, congas, alegre, djembé, batás, trombón, melódica), para comprender mejor la teoría y la historia, e incluso idiomas como el palenquero o el lingala.

El reto de intentar narrar una versión de la historia de la champeta de la manera más enciclopédica posible me obligó a revisar muchos más textos de los que aparecen en la bibliografía, leí periódicos, revistas, blogs, tesis, páginas, videos, hasta hacerme amigo de los protagonistas de tanto contactar con ellos. Llegué a inventar de manera feyerabendiana mis métodos para encontrar ciertos datos, como preguntar en los comentarios de videos o redes sociales, entrar en foros e incluso en grupos de redes sociales -de países como Congo o Haití; en idiomas totalmente desconocidos para mí como el creyól o el francés, para lo cual traducía en línea mis publicaciones, los comentarios de la gente, y por último, las respuestas que les daba, con la ayuda de traductores virtuales. El esfuerzo rindió sus frutos ya que de esa manera pude conseguir más de una ‘versión original’ de las canciones del Joe, por ejemplo.

Esta especie de anarquismo epistemológico me permitió encontrar el fenómeno de la jitanjáfora, que usan los músicos al inventar fonemas para cantar piezas musicales en idiomas que desconocen, y cómo este fenómeno se presenta en otros géneros musicales como la rumba congolesa y demás; constituyendo uno de los más importantes hallazgos de esta investigación.

El presente texto pretende difundir algunos de esos conocimientos técnicos alrededor de la Champeta a través de una descripción de los tecnicismos que permitan a sus cultores consolidar las disciplinas artísticas y evolucionar sobre una base segura a nuevos estadios de nuestros saberes. Precisamente el desconocimiento de nuestro raigambre cultural y el proceso de desculturación, al que hemos estado sometidos desde la colonia hasta nuestros días -por funestas políticas culturales que han prohibido, desde la cumbia hasta últimamente la champeta como manifestación musical y dancística; ha dado pie al empoderamiento y neoculturación convirtiendo a la Champeta en un movimiento de resistencia cultural del Caribe.

Los datos que se presentan en este texto buscan establecer una narrativa distinta a aquellas victimistas que dibujaron a la champeta como una cultura rechazada; esperando que sea acogida cada vez más y en más lugares del mundo. Este puerto a orillas del mar Caribe tuvo el privilegio de disfrutar de primera mano de la llegada de adelantos tecnológicos, libros, discos y artistas a través de los cuales se manifestó la globalización que dio como fruto a la champeta ¡El orgullo de Cartagena!

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