Tengo entre mis manos un vórtice salvaje
Acércate, dentro existe el placer de la nostalgia,
Dos colores diferentes y un aroma a orquídeas salvajes,
Una atmósfera que palidece y se enciende al sonar de la flauta.
Abre esos pequeños ojos como faros inyectados de sangre,
Ilumina las aguas tranquilas que ensordecen al golpear contra las rocas
Como un universo donde las estrellas se golpean contra el suelo
Que cuando vibra el sonido es tan leve que adormece las flores y el tiempo.
Baila en el silencio y respira los olores de la música.
En la nostalgia se abren las páginas de los libros,
Se susurran al viento las palabras encontradas en los labios ermitaños.
De locura incesante, piromancia y flor abierta de nuestra existencia sin rumbo
Redoble de tambor y magia blanca que cura las heridas.
Vórtice salvaje acércate
Dentro de él se encuentra el viejo guitarreo de los turpiales,
La voz encendida en fuego reclamando el hormigueo nocturno de las entrañas.
Como cada fenómeno del universo ligado a la luz,
El color que dicta el destino es tan blanco como el perfecto lienzo.
Ahí se proyecta un sendero de imágenes placenteras
Que se agolpan como hormigas sobre el hueso.
Mete tus brazos en el vórtice y abraza,
Pinta tus orígenes como pictografías de cavernas.
Un origen de caminos hasta el fondo y sin retorno.
Atraviesa lo invisible y quédate dentro.
Carlos Andrés Pérez De Ávila