Octubre es el mes del terror y por todas las redes sociales vemos retos, como el famoso #31DaysOfHorrorMovies, en el que invitan a la gratificante tarea de visionar, al menos, una película de terror cada día durante todo lo que dura octubre. Se convierte, entonces, en la oportunidad para revisitar y maratonear los clásicos y de aventurarse, por qué no, en toda la amplia gama de los subgéneros que el terror contemporáneo nos ofrece.

Como no podíamos quedarnos atrás, Mauro Vargas, editor de La Plena Noche editorial, nos trae sus recomendaciones para que crezca tú listado de películas por ver y, en definitiva, completen el reto habiendo visto más películas buenas que malas. ¿Por qué? Bueno, porque entre los aportes de Mauro, encontrarán: una película de John Carpenter que se convirtió en un clásico inmediato, un clásico del mainstream contemporáneo, otras dos fascinantes películas de suspense que pasaron desapercibidas, pero que merecen una oportunidad, un documental terrorífico realizado por un japonés filmado en el barrio El Cartucho de Bogotá, en los 90, y un biopic acerca de una de las figuras más emblemáticas de este género que nos encanta tanto.

¡A disfrutar!


La piel fría

Xavier Gens

2017

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Esta cinta es un delicioso homenaje a la mitología lovecraftiana y a las viejas historias de misterio, y revisa varios temas importantes que se cuelan entre las líneas de una aparente fábula de terror tradicional. Era una novela que debía adaptarse, aunque llegó en mal momento, justo cuando The Shape of Water estaba en su apogeo.

Dos hombres que viven en una isla apartada de toda civilización, uno operando el faro, otro midiendo los vientos, se ven enfrentados a una extraña raza de humanoides anfibios que salen del océano cada noche para intentar exterminarlos. Entre los enfrentamientos nocturnos, la convivencia y la insólita y a veces aberrante domesticación de una de las hembras de aquella especie, los dos hombres se replantearán lo que significa ser humano lejos del mundo civilizado.

Xavier Gens nos ofrece una adaptación justa de la fascinante novela del español Albert Sánchez Piñol. Pese a que se notan las limitantes técnicas y de presupuesto, la película se hace valer con su narrativa y los agrestes parajes en la que se desarrolla. Asimismo, cuenta con una fantástica interpretación de Aura Garrido como la criatura anfibia. Tiene algunos momentos de buenos sustos, pero claramente —así como el libro—, su intención está más allá que la de aterrorizar. La piel fría esboza con pinceladas el lado profano del sexo entre especies —un elemento crucial en la novela que da origen al título—, pero sí se cuestiona profundamente sobre cuán dañina es la especie humana. Alude a nuestro sangriento capricho de conquistar y destruir, alimentado por una mezquina incapacidad de entender a otras especies que lucen diferente a nosotros o, en el caso particular de esta historia, a la raza aria. Esta historia recuerda, de manera inevitable, el relato «La sombra sobre Innsmouth», pero en la película se hace énfasis en la subversión del mensaje xenófobo que H. P. Lovecraft implantó a sus letras, señalando no al otro sino a nosotros mismos como las verdaderas criaturas a las que hay que temer.

The Shape of Water ensombreció a La piel fría, y la hace parecer de manera injusta una copia, pero la idea original es muy anterior a la película de Del Toro y es muy distinta. Vale la pena verla y descubrir una joya del horror lovecraftiano y de la narrativa de terror actual.


Todos los estrenos de Netflix en octubre 2021

Todos lo nuevo que trae la plataforma de streaming para este mes de octubre.


Mary Shelley

2017

Haifaa al-Mansour

Netflix

Con el paso de los años, Mary Shelley se ha convertido en algo más que una figura literaria fundamental. Su enorme talento, voluntad y poderío literario la han hecho un estandarte femenino. Y esta película biográfica se para desde esa orilla para mostrar cómo la escritura emancipó a esta joven visionaria de un sistema artístico donde el hombre gobernaba el reino de la creatividad.

Elle Fanning interpreta a una Mary que se enamora primero de los libros, luego de las sombras que se deslizan entre las líneas de relatos y poemas oscuros, para luego caer en los brazos de quien sería su amor y tormento, Percy Shelley, aquel joven poeta que la deslumbraría con su talento y, a la vez, la atormentaría con las ingratitudes de un amor frívolo y hostil.

Entre la dicha y el sufrimiento, entre la aventura y la nostalgia, Mary Shelley iría acumulando sentimientos que desembocarían en su más grande creación: Frankenstein o el moderno Prometeo. Veremos aquella noche de tormenta cuando vio la luz el primer esbozo de su obra maestra, así como a los otros personajes que estuvieron a su alrededor: John William Polidori —autor del mítico cuento El Vampiro— y el genio poeta Lord Byron, y cómo, a partir de allí, a pulso, Mary Shelley desarrollaría su obra, desbordando en cada hoja la pasión y el desasosiego del mundo —de su mundo—, sin sospechar que no solo estaba siendo fundadora de lo fantástico, sino que desarrollaba una profunda reflexión sobre las virtudes y los vicios de una sociedad que no estaba preparada para su genio.

Interesante biopic que supone un viaje al pasado, con el colorido y la suciedad de una época gloriosa tanto para la ciencia como para la imaginación.

Pánico en altamar

Hans Horn

2006

Netflix

Su título original es Open Water II: Adrift.  Sí, la continuación de la famosa historia sobre una pareja naufragando en medio de la nada. Pero ha sido traducida como A la deriva o Pánico en altamar para Netflix, y eso la ha salvado de ser la simple secuela de una peli que gustó mucho en su momento.

No es de tiburones, no es semejante a su predecesora tampoco. Y no vale la pena indisponerse ante ella sabiendo que es una secuela, porque a pesar de que parece un tonto cliché de amigos tentando a la suerte en aguas profundas, te va absorbiendo lentamente en una tensión que va de menos a más.

La premisa es simple: unos compañeros se reencuentran en un yate y zarpan para tener una fiesta en medio del mar. Suena común, ¿no? Pero hay un agregado: una de las chicas no solo le teme horriblemente al agua, sino que lleva a su bebé a bordo.

Mientras la bebé duerme en el camarote, los demás festejan en la cubierta y deciden darse un chapuzón, sin contar con que una broma estúpida los deja a todos en el agua sin haber dispuesto una manera de regresar al bote. A partir de ahí todo se pone tenso. No hay tiburones alrededor, sino algo peor: la paradoja de estar al lado del bote sin poder regresar a él, con una bebé sola en su interior y una mujer traumatizada por el agua.

La angustia es total. Todo se desencadena a partir de un acontecimiento tan ingenuo como plausible. Un descuido pasa a ser una pesadilla en el agua que no solo va diluyendo la cordura, sino las fuerzas y la esperanza, pues alimenta la impotencia de tener la muerte cada vez más cerca mientras eres consciente de que la salvación está al alcance de tu mano, pero no puedes acceder a ella. 

Pánico en altamar es muy entretenida, pasan cosas a cada minuto y su ritmo es fantástico, pese a algunos fallos que pueda llegar a tener. Sin duda, una gema escondida entre un montón de thrillers insignificantes, ideal para una tarde de buen suspenso.

Orozco, el embalsamador

2001

Kiyotaka Tsurisaki

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Durante muchos años el nombre de este documental circuló en los pasillos del underground. Ha estado disponible desde hace algunos años en YouTube, pero solo hasta hace poco ha ido abriéndose paso entre el mainstream gracias al catálogo de Amazon Prime.

Este documental, dirigido por el realizador japonés Kiyotaka Tsurisaki, no solo es una impronta de la muerte, de la pobreza y la hostilidad de las calles del extinto Cartucho, en Bogotá, sino también un particular homenaje a la vida y labor de Froilan Orozco, un embalsamador que puso su técnica de embellecer la muerte al servicio de quienes encontraron su fin en las calles de la capital.

Tsurisaki sigue la labor de este tanatopractor en su día a día, lavando cadáveres, extrayendo vísceras, reacomodando rostros desfigurados y engalanando muertos antes de depositarlos en el féretro, todo esto en condiciones elementales y rústicas. A su vez, alterna estas imágenes con tomas a las calles y personajes del Cartucho, dejando también una impronta de lo que fue uno de los sectores más oscuros y olvidados de la capital colombiana a mediados de los años 90.

Este documental es una joya del cine mondo. Conserva la precariedad del sonido y la torpeza de las tomas en el afán de capturar, como testigo privilegiado, un oficio ignorado por muchos, con toda la crudeza que implica el querer mirar la muerte en toda su desnudez, desmitificándola. Además, las escenas de los cadáveres en la calle nos recuerdan cómo, en Colombia, hemos estado desde pequeños sumergidos en un espiral de muerte donde nos acostumbramos a ver cadáveres a diario, deleitándonos con placer morboso al verlos tirados en el asfalto, sin llegar a escandalizarnos.



Vampiros

1998

John Carpenter

Netflix

A finales de los 90, John Carpenter estuvo a punto de renunciar al cine para siempre, desencantado de Hollywood y, quizás, con el género, que ya venía muriendo lentamente. Pero esta película le dio —y nos dio— la oportunidad de volverlo a ver filmar otro clásico.

Dos guiones basados muy libremente en la novela Vampire$, de John Steakley, llegaron a sus manos con la promesa de poder filmar una mezcla seductora entre terror, western, acción y mucho gore. Y con James Woods a la cabeza del elenco, la cosa se convirtió en un clásico inmediato.

Aquí, un grupo de mercenarios financiados por la Iglesia católica va a la caza de vampiros por todo el territorio, buscando al líder de todos ellos para erradicarlo de la faz de la tierra. Con esa premisa, nos adentramos en una road movie por parajes desérticos, persiguiendo criaturas de la noche que no le temen ni a la cruz ni a los ajos, a los que hay que enfrentar con balas, golpes y armamento vampírico de punta. Mucha acción, mucha sangre, también sensualidad y humor puesto en los lugares indicados. Vampiros es de esas raras ocasiones donde Carpenter trabajó con algún monstruo clásico, y, en este ejercicio, actualizó de la mejor manera al gastado vampiro y construyó, también, una amalgama de universos y géneros en una película muy disfrutable que representa lo mejor de los últimos años dorados del terror cinematográfico.

Tenemos que hablar de Kevin

Lynne Ramsay

2017

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El mal puede encarnar en una criatura inocente, y no precisamente como sucede en La profecía (1976) o La mala semilla (1956). Porque el mal existe, y aunque no lo veamos en forma de anticristo, sí que podría ser un humano despreciable.

En esta película que se ha convertido en un clásico del cine mainstream, Tilda Swinton interpreta de manera magistral —como siempre— a una madre moralmente destruida, arrinconada y llevada al límite por la encrucijada de querer odiar a su hijo y no poder expresarlo sin consecuencias sociales automáticas (de las que nunca se salva, realmente).

Ella está condenada a soportar su condición de madre de un hijo detestable, que la aborrece también y disfruta de convertir la vida de ella en una pesadilla. Desde esta situación, se cuenta una historia de crecimiento y derrumbamiento: el crecimiento de un ser humano dispuesto a herir a quien lo rodea porque es su naturaleza, y el derrumbamiento de una madre que no es culpable de haber parido a un niño cuyo destino es ser un abyecto.

Aunque la película es una narración fragmentada con el aparente propósito de sorprender al espectador al final con una revelación que se adivina desde mucho antes, la valía de esta historia es contemplar la evolución de esta relación caótica madre-hijo que se cuece lentamente y anuncia la caída irremediable detalle a detalle, a paso lento y casi silencioso. Es el arquetipo del anticristo en el que podemos creer a ojos cerrados, cuyos actos son tangibles pero la explicación del origen, inexplicable, tan inexplicable y fortuito como puede llegar a ser la vida real.


¿Ya conocías y habías visto alguna de estas películas? ¿Te las vas a ver todas? ¡Cuéntanos en los comentarios!

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(Cali, 1992). Reside en Bogotá hace 17 años. Profesional en Estudios Literarios y tecnólogo en escritura para medios audiovisuales. Director del sello editorial La Plena Noche. Hijo de la televisión enlatada, salsero hasta la médula, coleccionista de libros de terror y defensor de la cultura pop.

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