Desde el principio de los tiempos se ha sabido que el miedo es una de las emociones más primitivas del ser humano. La sensación de que el cazador finalmente se convierte en presa de la adversidad es el motor que ha llevado a la humanidad a prosperar más allá de los limites del tiempo, el espacio y la historia.
Pero, a pesar de la increíble capacidad de adaptación y superación frente a las desafiantes condiciones de la existencia, el miedo perdura, acechante y latente, en las profundidades de la mente y el alma humana, surgiendo en ocasiones como una reacción natural frente a lo desconocido, lo intimidante o lo inexplicable. Es precisamente este miedo primordial el que se ha presentado, a lo largo del tiempo, como el creador de pesadillas que nace de los propios sucesos, lugares y fenómenos extraños que existen a lo largo y ancho de nuestro mundo, y más allá del mismo.
Los profundos y desconocidos abismos del mar, las cuevas ocultas en los solitarios rincones de los desiertos, o los mundos inimaginables que se ocultan en la inmensidad, la oscuridad y el vacío del cosmos, son tan solo algunas de las misteriosas e inquietantes visiones que han servido como fuente de inspiración e intriga para los hombres a través de las eras. Hayan sido filósofos, pintores, científicos o escritores, cualquier humano, en algún momento de su vida, se ha cuestionado, temido o inspirado por los innumerables misterios y horrores de la existencia.
Si bien los misterios y fenómenos inexplicables de la realidad han constituido una fuente inagotable de curiosidad para áreas especializadas del saber humano, como las ciencias o la filosofía, así como para la superstición y las creencias de carácter religioso, es un hecho por demás seguro que el mundo de la cultura se ha nutrido de estos tópicos en la mayoría de sus expresiones. Las perturbadoras obras de arte de H.R Giger, los filmes de aclamados directores como John Carpenter y, por destacar el submundo del terror escrito, las creaciones literarias de los maestros de la tinta y el papel como Stephen King, R.L. Stine y, por encima de todos los oscuros exponentes, H.P. Lovecraft, el padre del horror cósmico.
El profeta de la oscuridad
Nacido el 20 de agosto de 1890, en la isla de Providence, Rhode Island, Howard Phillips Lovecraft creció en el seno de una familia aristócrata que, desde muy joven, le inculcó una serie de valores y conocimientos que lo orillaron a vivir de una forma hermética y carente de interés por la convivencia social.
Único hijo del matrimonio entre Winfield Scott Lovecraft y Sarah Susan Phillips Lovecraft, el joven Howard, retraído y enfermizo desde la cuna, fue instruido particularmente para convertirse en un individuo funcional y competente, pero sería a causa de un cúmulo de hechos ciertamente traumáticos por los que se trazarían las profundas cicatrices que terminaron por trastornar su mente y corazón, llevándolo por un camino sin retorno hacia el abrazo de la oscuridad.
Los repetidos abusos de su madre desde la infancia, el abrupto encierro de su padre en una institución psiquiátrica y su posterior muerte a causa de una paresia generalizada, así como el fallecimiento de su abuelo materno, Whipple Van Buren Phillips, figura que lo apadrinó e instruyó en las artes literarias, fueron parte de los terrores que inspiraron al genio para concebir a las monstruosas creaciones que habitan las páginas de cada uno de los relatos escritos durante su paso por este mundo hasta su fallecimiento, el 15 de marzo de 1937.
Si bien el maestro del horror inició su viaje con historias de terror clásico como ‘El buque misterioso’, escrito en 1902, su verdadero encuentro y trabajo con lo que en la posteridad se conocería como “Horror cósmico” ocurrió tras recibir las profundas influencias de escritores como Edgar Allan Poe, quien alimentaba sus oscuros relatos con la igualmente sombría verdad de su alma.
El conocimiento de la obra de Poe lo condujo a la creación de memorables relatos propios, como ‘La bestia en la cueva’, ‘La Tumba’ y ‘Dagón’, que formaron parte de su etapa gótica (1905-1920), llegando otros posteriormente como ‘El extraño’, ‘Hechos tocantes de Arthur Jermyn y su familia’, ‘El miedo que acecha’, ‘La llamada de Cthulhu’, ‘En las montañas de la locura’, entre otros relatos que conformaron su llamada etapa onírica, dividiendo así su obra en dos grandes dimensiones paralelas. Una que se alimentaba de la oscuridad del ser humano y el plano terrenal, y otra que surgía de los horrores aprisionados en el mundo de los sueños.
El influjo Lovecraftiano
Para la época, Lovecraft se había convertido en una especie de genio incomprendido y escritor radical para los estándares literarios. Pero, para el mundo que existía más allá de las creencias convencionales, el escritor de Providence era considerado un emisario de los oscuros y profanos dioses que, desde sus relatos, buscaban apoderarse de la realidad.
En 1955, el reconocido autor y ocultista británico Kenneth Grant, iniciado en órdenes secretas como la “Ordo Templi Orientis” y la “Astrum Argentum”, estremeció al mundo del ocultismo con la fundación de la “Typhonian Ordo Templi Orientis”, mejor conocida como la Orden Tifoniana, una misteriosa sociedad nacida de la idea de que su maestro, Aleister Crowley, mantenía un vínculo de saberes oscuros con Howard Phillips Lovecraft, ya que ambos compartían la fuerte creencia en las monstruosas criaturas que habitaban más allá de nuestro plano, y que algún día se alzarían como los nuevos dioses.
La Orden Tifoniana fusionaba las enseñanzas provenientes de la mitología escrita por Lovecraft y parte de las creencias abordadas por la filosofía religiosa Thelema, fundada por Crowley en 1904.
Si bien Lovecraft aseguraba en muchas de sus cartas y diarios personales que los horrores sobre los que escribía eran simple ficción, el influjo de su imaginación llegó a convencer a sus fanáticos de que sus relatos góticos y oníricos eran ventanas a otras realidades macabras que se ocultaban tras la idea de ficción, situándolo como una especie de vínculo o profeta de la oscuridad, siendo esta una idea que se mantiene hasta nuestros días.
Un alcance más allá del tiempo
La influencia de Howard Phillips Lovecraft llegó a extenderse más allá de las barreras y límites ideológicos de la época en que vivió, convirtiéndose en una de las figuras más influyentes del género de terror y ciencia ficción de nuestra época.
En su propia era, e incluso tras su muerte, la influencia del padre del horror cósmico tuvo repercusiones en el estilo y trabajo de varios de los escritores que llegaron a formar parte de su círculo más íntimo de colegas, como fueron August Derleth, Brian Lumley, Clark Ashton Smith, entre otros.
De igual forma, sus múltiples deidades y personajes han sido revividos a modo de referencias o adaptaciones fieles de sus obras más conocidas en los tiempos modernos. Por citar algunos ejemplos, contamos con la maligna influencia del ya conocido gobernante de la ciudad de “Carcosa”, el Rey de Amarillo Hastur, presente en la primera y cuarta temporada de la popular serie de televisión ‘True Detective’.
Entre otras apariciones más directas de seres Lovecraftianos se pueden citar: El asteroide de la película ‘El color que cayó del cielo’ (2019), los Ghouls en la adaptación de ‘El modelo de Pickman’ para la serie ‘Gabinete de Curiosidades’ de Guillermo del Toro, la supuesta revelación del sacerdote primigenio Cthulhu en la película ‘Underwater’ (2020), los diferentes seres tentaculares que acechan la realidad del filme ‘In The Mouth of Madness’ (1994), así como los horrores de la serie propiamente titulada ‘Lovecraft Country’ (2020), entre otras referencias memorables de la mitología cósmica en la cultura Pop.
Finalmente, cabe destacar la participación de diferentes autores y artistas que, a través de los años, han dejado clara la fuerte presencia del toque Lovecraftiano en sus trabajos. Por mencionar algunos, encontramos las claras pinceladas de horror cósmico en las viñetas y trazos propios de obras como ‘Hellstar Remina’ o ‘Uzumaki’, creadas por el Mangaka de terror japonés Junji Ito, así como en los parajes apocalípticos y criaturas demoníacas de un manga tan conocido como lo es ‘Berserk’, del fallecido autor Kentaro Miura.
Como los anteriormente mencionados, muchos escritores, pintores, poetas y demás representantes del mundo de las artes y el entretenimiento han sido, en algún momento de sus vidas, alcanzados por el poder de las letras de Lovecraft, siendo influenciados para agregar ciertos toques de aquellos horrores inverosímiles que surgieron en un pasado lejano y que, hasta el presente, continúan adquiriendo poder con cada gramo de reconocimiento, admiración o curiosidad que las personas depositan en los relatos del autor, así como en las obras que se erigieron en torno a su mitología, demostrando que el alcance de las dotes literarias de Howard Phillips Lovecraft trascendió más allá de los límites de la posteridad cultural, llegando a convertirse en un patrimonio para el género de terror que vivirá más allá del tiempo y el espacio mismo.