La transcripción de estos cuentos costeños fue pensada a manera de homenaje personal, como una forma de rememorar algún capítulo infantil de mi vida. Dedicado en especial a la cita sabatina y religiosa que viví en Arjona. Creo que debe conservarse la tradición oral que estos personajes legan a la cultura caribeña, y qué mejor manera de contribuir a esta conservación que compartiendo.


―Cole, ¿usté’ se acuerda del verano del 52?
―¿El verano del 52?
―¡Sí, señó’!
―¿Ese no es el que mienta Alejo Durán en el disco de él?
―¡Sí, señó’! Hombe’, ese verano, cole, ¡me hizo un daño grande a mí! Un poco e’ días, vea, no llovía ni na’, y la yerba estaba seca, no había ajonjolí, las rosas se murieron, las vacas estaban flacas y paletú’as. Vea, ¡ese verano sí hizo daño, cole!
―¡Yo me acuerdo!
―¡Sí, señó’! Pero un día estaba yo, cuando ya el verano iba adelantao’; estaba yo sentao’ en la puerta, en un taburete.
―Triste…
―Triste, hombe’, tomándome un pocillo e’ café. Y de pronto veo allá en el horizonte, allá, ¡en lo último, allá! Veo una nubecita negra.
―¡Erda’, una nube de agua!
―¡Sí, señó’! Una nube de agua. Y estaba soplando un brisón…
―¿Y venía pa’ acá?
―Sí, señó’. Y yo dije: «¡Epa! Se va componé’ la vaina porque esa nubecita negra viene pa’ acá». Y la brisa la traía y la traía, ¿oyó? ¡Y venía soplá’! Y de pronto cuando está ya cerquita a la casa, el brisón se la va llevando, y yo me dije: «¡Hombe’, el viento me va llevá’ la nubecita y no me va a llové’ en la finca!»
―Ajá…
―Joda, y cuando, ¡se la va a llevá’! Y cuando ya vi que iba pasando por el techo e’ la casa, cogí una escoba, me subí al techo ¡y puyé la nube, así! ¡Y empieza a caé’ agua, oyó! ¡¡Garrote e’ aguacero!!
―¿¿La puyó??
―¡Sí, señó’!
―Hombe’, ¡¡sea serio, cole!!

***

―Erda’, es que pasan unas vainas… ¿Usté’ se acuerda cuando yo vivía en la finca de Chibolo? Allá, en la Pola.
―¡Sí, señó’!
―¡¡Ushe, perro!! …¡Carajo!… Es que, vea, el problema con los perros estos es que hay una miquera por aquí. Y me hace acordá’ por eso ‘el cuento e’ cuando vivía en La Pola. ¡Imagínese de que había una pila e’ micos comiéndose el maiz’ que había sembrao’ yo!
―¡Hombe’!
―¡Hombe’, pero qué micos necios! Y dije yo…
― ¿Se lo comían biche?
―¡Bichecito! Lo pelaban así, vea, ¡Juas! ¡Juas! Y se lo comían, ña-ña-ña-ña. ¡Usté’ sabe cómo es el mico bravo con el diente!
―¡Sí, señó’!
―Erda, y dije yo: «Carajo, ¡hoy va a sé’ el día de los micos del carajo estos!» Traje una escopeta e’ regadera, y cuento yo en un palo (en un campano), erda, el poco e’ mico’. Cuento yo, cha, cha, cha, ¡61 micos! ¡Je!
―¡Hombe’!
―61 micos. Y dije yo: «Ñerda’, yo no tengo 61 tiro’ aquí. Si disparo uno, se me va el resto e’ mico’. No, ¡yo los voy a quebrá’ es a to’os!»
―¿¿De un solo??
―¡De un solo!
―Ya viene usté’ con sus embusterías…
―Espérese pa’ que vea. Y dije yo: «Bueno, esto va a’cé facilito». Cogí un rosario que tenía de la mujé’ mía, de pura pepa grande, así.
―¿Una camándula?
―¡Sí! ¡De pepa de ahuyama! ¡Je! Y se la retaqueo a la escopeta… con to’ y cabuya, ¡CHOU-CHOU-CHOU!
―¿¿Enterita??
―¡Enterita! Y digo yo: «Bueno, prepárense micos», y ¡PIN-DÁN! Erda, y empieza a caé’ mico’, ¡je, quitiplán, piplán, pupumpúm, pitiplán! Conté 60 micos, ¡to’os amarrai’tos con la cabuya!
―¿¿Con la cabuya e’ la camándula??
―¡Sí! Y dije yo: «Carajo, ¡falta uno!» Y yo, «Erda, ¡carajo, falta un mico!» Y cuando miro, veo un mico allá encaramao’… persignándose con el Cristo en la mano, y decía: «¡¡ERDA!! ¡¡¡MUCHA MATAZÓN!!!»

Transcripción: Lautaro MüllerMª Victoria Arnedo M.
(Tomado del programa de humor costeño Las vainas de mi pueblo).

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