Jeisson Gómez es el artista que suele estar detrás de la cámara en la mayoría de los videoclips del colectivo conocido como La Tinta del Caribe. Por ejemplo, estuvo a cargo de la parte audiovisual en los temas ¿Qué les pasa? de L´Xuasma y El Arkeólogo, y en Mar adentro de Mc Ari. Algunos de los asuntos que conversamos en esta entrevista giraron en torno a la identidad racial, a las desigualdades sociales en la ciudad de Cartagena, o a sus influencias. No el arte por el arte, sino el arte que se despliega en lo político.
En los últimos años ha venido adquiriendo notoriedad el trabajo realizado por el colectivo “La Tinta del Caribe” del que haces parte al lado de Mc Ari y L´Xuasma. Cuéntanos un poco del origen de este proyecto artístico y de la visión de ciudad que tiene.
El proceso de La Tinta viene de hace unos años. Es un colectivo de artistas cuyo nacimiento se da gracias a un género musical que es el rap. Ese género permitió que nos conociéramos muchos de los que estamos allí. Entonces, se generaron ciertos vínculos y llevamos aproximadamente cinco años de trabajo. Sin embargo, al empezar a trabajar no nos llamábamos La Tinta del Caribe, eso ocurrió a partir de una canción que hace MC Ari. Antes trabajábamos como colectivo pero no nos habíamos apropiado de un nombre, fue después que tomamos la decisión de llamarnos La Tinta del Caribe.
La visión de ciudad yo creo que es bastante clara, creo que tenemos la vía de la música y de las artes para expresar posturas, posiciones. Eso nos ha permitido tener cierta aceptación, que la gente vea lo que se está haciendo desde el Caribe. Trabajar desde el Caribe es una manera de sobrevivir; es resistencia pura, por donde lo veas. Hacer arte. En el colectivo hay raperos, hay fotógrafos, hay graffiteros, ilustradores y cineastas, una amplia gama de artistas que en conjunto pueden construir cosas. Hoy todavía no es un proyecto que se sostiene por ingresos. Digamos que hay ciertas vías que permitirán que pueda sostenerse, la música es esa. Es la que hemos decidido hacer. Hay otras vías que queremos explorar, no solamente hacer música sino también ver la posibilidad de hacer talleres, no solamente desde el campo de la escritura del rap, también desde el campo de las artes visuales, el graffiti, la ilustración, desde el cine. Obviamente, no es como que hoy nos levantamos y decimos: tenemos ganas de hacer esto y lo hacemos, porque no somos un proyecto que tiene todo a disposición, pero con el pasar del tiempo, con la credibilidad que hemos estado trabajando, que nos hemos ganado a punta de mucho esfuerzo, y a punta de muchas ganas también, se han abierto unas puertas interesantes. Eso nos da la posibilidad de pensarnos no solo como artistas del Caribe, sino como artistas del Caribe que impactan en su comunidad.
Tú tuviste la oportunidad de vivir la experiencia como estudiante en Argentina. ¿Cómo fue para ti esa vivencia llegando a ese lugar desde un país como Colombia?
Yo creo que es de esas experiencias de las que, particularmente, no me arrepiento en lo absoluto. Estoy completamente agradecido por haber tenido la posibilidad de estudiar afuera. No voy a romantizar el hecho de migrar como la solución a todo, porque me parece que lo que me hizo volver también tiene que ver con una deuda histórica que yo siento con el espacio y con el territorio. A partir de eso, aún cuando migré sabía que volvería. Hablando puntualmente de mí experiencia creo que la motivación más grande para hacerlo fue que no encontraba en el país, —viajé en 2013— las opciones. Incluso ahora las universidades que hay siguen siendo muy acotadas, en su mayoría son privadas. Incluso las que llamamos públicas, todavía no son verdaderamente públicas y gratuitas. Básicamente tienes que pagar por eso, hay un proceso de selección como el de la Universidad Nacional, para estudiar cine y televisión tienes que hacer un examen. Yo tenía la opción de estudiar cine y televisión en la Universidad Nacional y estaba la otra opción que era irme a estudiar a la Universidad Nacional de La Plata, gratuitamente. En ese momento, cuando puse en la balanza los costos de vida, el gasto que hubiese tenido viviendo en Bogotá era básicamente el mismo que iba a tener viviendo en Argentina. Obviamente, había unas inclinaciones por el cine argentino en ese momento —hoy las sigo manteniendo—, una de las potencias en el cine latinoamericano. Para mí era un sueño, por eso quise perseguirlo. Estar allá siete años en ese país fue una experiencia enriquecedora en lo personal y en lo profesional. Vivo completamente agradecido de que la educación me la dio una universidad pública y gratuita.
¿Cuáles son tus influencias más fuertes en materia de cine?
Tengo varios referentes, uno es Stanley Kubrick. Para mí es uno de los más grandes del cine. Estoy ahora en ese proceso de descargarme todas las películas y empezar a escudriñar, como cuando tienes un libro que te has leído cinco veces y vuelves a él porque sabes que hay está la pulpa, de ahí vas a succionar algo que te está construyendo. Ahora sí veo ciertos directores en función de esa identidad cinematográfica que quiero construir. Fue Kubrick el que me estalló la cabeza desde que lo vi. Soy fanático de La naranja mecánica. Me gusta Scorsese y Hitchcock. Lo curioso es que ellos han manejado una línea que está entre el terror y el suspenso, y yo todavía no siento haber dado el primer paso en esa línea. Siento que la música me puede permitir eso, pero cuando uno crea es difícil no tener expectativas a partir de lo que quieres crear. Cuando entiendes el proyecto en el que estás te das cuenta que esas expectativas tienen que bajar. Cualquiera pensará que nosotros tenemos un montón de recursos para hacer los visuales que hacemos, y no, lo hacemos con lo mínimo, la gente ni se imagina. De pronto no hay una inversión económica, pero hay una inversión intelectual que trasciende.
Otro referente para mí es un director franco argentino que se llama Gaspar Noé. Es de los directores que me ha mostrado que hay un camino en el que con muy poco puedes hacer un montón de cosas, él ha decidido crear desde un lugar más independiente. Cuando él estuvo acá yo tuve la fortuna de ver una película de él en el festival de cine. Esto que te voy a decir me lo contaron, yo no estuve presente. Él estaba promocionando Love, decía que el guion de esa película tenía —me puedo estar equivocando— ocho páginas. Es un man que con muy poco tiene un estilo tan marcado, tan claro. No quiere decir que el guion no tiene importancia, pero es que muchas veces dentro de lo que es una producción audiovisual íntegra se cree que la cabeza es el guionista. Yo me inclino mucho hacia esas películas que no necesariamente son extraordinarias, en términos de lo espectacular, sino más desde la sensibilidad y de lo que pueden transmitirte.
Mira lo que Gaspar Noé hace en Love y en otras películas como Vortex o Climax. Desde el montaje el tipo construye unas sensaciones que están en los personajes, pero también desde la propuesta suya como montajista. Un director no puede no ser montajista. No sé si te has dado cuenta que en sus películas la cámara espabila: la cámara para él es un personaje más que está allí, no es solo registrar a los protagonistas. A mí eso me encanta. Yo aplico eso, lo he hecho poquito porque no todas las canciones me dan para hacerlo.
En el proyecto de De la pulpa hay una canción a la que no le hice vídeo pero antes de que me muera voy a hacerlo. Hablo de Bío-Hemio, para mí esa canción es lo más cinematográfico que tiene ese álbum. Claro, el nivel de exigencia será mucho mayor, requiere de una responsabilidad más fuerte.
Uno de los problemas públicos más complejos que hoy atraviesa Cartagena está relacionado con Bazurto. Incluso pretende ser trasladado por las autoridades locales. Como realizador del videoclip de la canción De la pulpa, ¿cuál es tu opinión sobre este tema?
La Tinta del Caribe, y particularmente el proyecto de L´Xuasma con De la pulpa, ha sido un proyecto que ha aportado —en lo personal estoy convencido—, como un grito de resistencia popular. Es precisamente porque todo el álbum está atravesado por comunidades negras. Para mí era importante que eso siempre estuviera. Hablando específicamente del video de la canción De la pulpa, que fue uno de los vídeos que grabamos en el mercado de Bazurto, —ya había tenido la oportunidad de grabar allí— comprobamos que ese es un espacio que condensa a los sectores populares cartageneros. Siempre es un ejercicio consciente, yo no voy por la vida sacando mí cámara y grabando arbitrariamente. Desde el lugar que yo aprendí y desde la conciencia política que tengo, para mí la cámara es un instrumento político, entonces yo no puedo hacer uso de ese instrumento arbitrariamente. La experiencia de ese video fue mucho más compleja que otras veces. Porque cada día uno se está preguntando cosas, se está cuestionando. Ir a ese espacio representa mucho. Yo sí creo que al sector audiovisual cartagenero le hace falta un poco de conciencia política, de postura. Esto está inundado de capitalismo. Se piensa más en el capital antes que en la persona. Siento que como artistas el capital no puede estar por encima del artista. Entiendo las dinámicas de la ciudad que son complejas, pero sí siento que en ese punto hemos dejado de lado la ciudad que tenemos, los espacios que habitamos, las dinámicas que hay acá. Lo que sucede, y eso lo enlazo con lo que está sucediendo en términos de desalojo o despojo en un sector como Bazurto, es un comportamiento típico de esta ciudad desde que tengo uso de razón. No solo esta ciudad sino Colombia. Colombia con el Caribe y con el Pacífico es despojo puro. Aquí en Cartagena lo vemos. Desde el lugar que me corresponde, creo que ese es un espacio cuya solución no es mudarlo, pero sí creo que la solución está de parte de la administración: proporcionar las oportunidades y las condiciones, para que no tenga la contaminación que tiene. A veces se cree que esa contaminación es responsabilidad de quienes habitan allí, pero si tú nunca les has dado condiciones cómo se sostienen. Obviamente hay una falta de políticas públicas con ese sector y otros sectores populares de la ciudad. Bazurto es solo la punta del iceberg de lo que pasa en una ciudad como Cartagena. Esto se extiende a Colombia, pero el Caribe sigue siendo víctima de unas dinámicas complicadísimas. Ojalá esto empiece a cambiar en favor de los sectores populares. Yo no creo que De la pulpa, tanto el álbum como el video, sean uno más de los que buscan visibilizar. Yo siento que visibilizar no es suficiente. Por eso creo que la música me permite a mí apropiarme de más herramientas políticas para poder crear. Eso es algo que a lo mejor no todo el mundo tiene la posibilidad de hacer, o por lo menos no lo hace de la manera que quiere. Yo lo hago de una manera que no es universal, es simplemente un modo, un camino. Tengo la fortuna de trabajar hoy con artistas, músicos, raperos que están alineados con ciertas posturas mías, y ellos me han dado la libertad de crear a partir de sus obras. Entonces termina siendo una obra colectiva que genera un impacto que no solamente es musical sino, además, visual, y eso tiene que decirle algo a la gente que lo está consumiendo.
¿Para ti cuáles son las relaciones entre el cine y la literatura?
La literatura y el cine son eternos hermanos, siento que no pueden vivir la una sin el otro. Estoy leyendo más escritores y escritoras negras, porque políticamente me siento más cercano allí. Lo digo con toda seguridad, la historia ha sido escrita por gente blanca, incluso la historia negra. Hay foros donde se habla de negritudes y es gente blanca la que habla en allí. Intenté en algún punto ver a un director del Pácifico que hizo una película de terror. Es de apellido Hendrix, pero esperaba mucho más. Es justamente eso que siento que nos falta en Colombia en términos cinematográficos. No me estoy refiriendo a la cantidad de producciones que se hacen en el país, porque eso no es lo que nos dice que estamos en tremendo nivel. Aquí siempre se ha producido, productoras extranjeras vienen y producen. Te hablo de producciones locales, ahí todavía me queda faltando. Me cuesta sentarme a ver cine colombiano, salvo casos específicos. Ojalá Colombia llegue a un gran nivel.
Ahora estoy mucho más interesado en Manuel Zapata. No es fácil leerlo para mí, de pronto por lo que empecé a leer, tengo a disposición ciertos libros para poder acercarme. Estoy dándole de a poquito. También hay una historia detrás de él que me impacta bastante porque mi hermana, que es uno de mis mayores referentes, está trabajando su tesis doctoral sobre Chambacú. Ella ha tenido que revisar el archivo de todo lo que ha pasado en ese lugar históricamente. Leer a Manuel Zapata es leer a un escritor que estuvo inmerso en toda la problemática de despojo que ha atravesado a toda la comunidad negra. Estoy leyendo a mujeres negras, eso me tiene bien conectado con muchas cosas. Estoy leyendo a bell hooks, leí algo de Chimamanda Ngozi. Hay un nivel de conciencia que apela a posturas políticas muy claras: estar familiarizado con el feminismo negro, con posturas anticoloniales, anticapitalistas. Pero también con mostrarnos vulnerables. Creo que el hombre se ha negado mucho a eso. El patriarcado ha hecho un hueco terrible en nuestra sociedad que hoy no nos permite mostrarnos como lo que somos: carne y hueso; sentimos, lloramos, la pasamos mal. Creo que a los hombres nos han enseñado que tenemos que solucionar todo. Por eso estoy en el proyecto en el que estoy. No puedo verme en esto sin impactar a mi gente. Darnos cuenta de qué cosas que estamos haciendo, y que hemos reproducido pero que no deben repetirse.
Has mencionado el Festival Internacional de Cine de Cartagena. ¿Qué opinión tienes sobre ese evento?
Cuando me fui a Argentina uno de mis grandes sueños era presentarme al FICCI. Pero los sueños se van modificando con el tiempo, no porque no los quieras sino porque empiezas a entenderte dentro de la sociedad, las posibilidades que tienes, a lo que tienes acceso y a lo que no. El sueño no se ha ido, pero vivo más consciente de que cuando eso suceda va a ser como quiero que sea.
Se que el Festival tiene un proyecto que se llama FICCI en los barrios. Es importante descentralizarlo, no es solamente hacer unas funciones en los barrios, tiene que ser más profundo. Todas las grandes actividades del FICCI se hacen en el centro, así como los otros festivales. Aquí hace muchos años se hizo el Festival de música del Caribe, eso debería retomarse. Todo bien con lo clásico, esta ciudad brinda una gran gama de posibilidades, de escenarios, pero creo que deberían hacerse festivales más incluyentes, pensados para la población. Ya llevan unos años haciéndose, pero me parece a mí que la estrategia, si se pensara como una estrategia de ciudad, tendría en cuenta los índices de pobreza cabrones en los que estamos. Creo que hay que llegar a los barrios de otra manera, no solamente ponerles una pantalla grande, unas sillas y un refrigerio. Me parece que eso se desvanece. Eso no vuelve en términos materiales. Yo no sé si allí se está sembrando una semilla que esperan que brote. Siento que eso no es una semilla, es para que digan que se están haciendo cosas en los barrios. Creo que el proceso tiene que ser más profundo para que trascienda. Yo sí creo que la distribución de la riqueza tiene que ser distinta, más pensada hacia la población de la ciudad y menos hacia afuera.
Una playlist para que conozcas más del colectivo musical La Tinta del Caribe:
https://spotify.link/235Jf2vuTDb
Todas las fotografías, incluyendo la portada, son obra de Daniel pardo. Puedes conocer más del trabajo de este artista en el siguiente enlace: