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Não me venham com conclusões!

A única conclusão é morrer.

Álvaro de Campos

(Fernando Pessoa)

 A la multitud le gustan los rebeldes y los desadaptados, pero a la distancia, donde no puedan ser un estorbo para sus vidas. El Marketing hace asequible la locura y la autodestrucción. El cine y la mala literatura venden anti-héroes drogadictos y desesperados a los que todos admiran: en esa patética ilusión que llaman “la vida real” los he visto apedrear y marginar a los que de verdad son unos anti-héroes. Lo que todos quieren es la mala interpretación de una mala interpretación de la realidad. Es fácil juzgar a un hombre que se suicida y decir que es un cobarde: No hay uno más valiente que el suicida. El problema de todos es que amamos demasiado la vida, sobrevaloramos la gama de limitadas sensaciones que nos ofrece y no nos atrevemos a dar el gran salto al abismo. Un suicida es un individuo al que se le han agotado las ganas de seguir soportando la tiranía de la hipocresía social. No importan las excusas que todos encuentren para decir que vale la pena vivir, suicidarse es un acto honorable como cualquier otro. Cuando en el futuro los hombres le pierdan el miedo a la muerte se crearan centros comerciales donde todos los que quieran podrán  ir a suicidarse: maravillosos suicidaderos con todas las opciones de muertes con promociones del 2×1. La Muerte y la Vida son unas bastardas que juegan dominó y ajedrez sobre la carne de la humanidad. La Muerte y la Vida son dos  hermosas lesbianas que se acarician en un misterioso 69 al que todos le tienen miedo. Los hombres no quieren ser libres y el suicidio es la máxima expresión de la libertad.

***

Ahora sin más,  debo empezar a escribir esta nota de despedida…

Daniel Erebus era un hijo de puta, pero era mi amigo. Esta maldita ciudad no sabe que detrás de la máscara del buscapleitos desgreñado se escondía un individuo sensible que quería cambiar al mundo (¿cambiar al mundo? Jajaja ¿no sería más preciso decir que quería destruirlo?). La mayoría solo veía a un drogadicto, un misógino, un rebelde sin causa. Para nosotros era el Kamikaze definitivo, el molotov por antonomasia en las noches de sábado. Encerrado en su cuarto en los suburbios, se la pasaba frente a la pantalla de un viejo televisor Sankey presionando los botones de un control de Super Nintendo, cambiando y soplando cassetes a la velocidad de un forajido. Ni en esta ni en la otra muerte conoceré a un anarquista tan loco por los videojuegos. Su madre, la señora L, prefería verlo ahí sentado junto a la consola soltando maldiciones contra Koopa, M. Bison, Shao Kahn, Rey K. Rool y otros 100 monstruos más, que dejarlo salir a la calle y exponer al mundo a su inexplicable desprecio contra todo. Siempre me pregunté cómo una mujer tan frágil pudo haber parido a un ser tan inestable con la mentalidad impredecible de una bomba de tiempo. Como sea, ella nunca pudo impedir que Daniel incumpliera su ritual de todos los sábados: unos jeans rotos tan viejos como la locura, una camiseta negra con la frase fuck the future, unas botas de obrero punta de acero y una camisa de cuadros rojos que jamás se abotonaba. El mismo look de siempre para todos los Saturday Night, el único día de la semana en que salía a recorrer la ciudad. El itinerario empezaba con humo de marihuana en la muralla, seguía con cocaína en la calle Tumbamuertos y terminaba con Ribotril y vino tinto en el parque Centenario. Todo eso incluía un empujón a un viejo borracho en la Torre del Reloj, varios puñetazos a un marica en la Bomba del Amparo, los grafitis en las paredes exteriores del colegio  Zoológico-Departamental y los insultos y escupitajos a una patrulla de la policía (que terminaba con una golpiza y una noche en el calabozo). Para él todo se reducía a videojuegos, porros y discursos panfletarios de su deseo de patearle el culo a todo lo existente, o eso creía yo o eso creía yo… maldita sea…

Me prometí que esta nota seria breve como los 24 años de Erebus y he terminado  escribiendo un lloriqueo de viuda (Quiénes hayan perdido a un gran amigo sé que me entenderán). Como ya leyeron, Daniel era un Gamer de otro planeta, uno de esos que podía durar días sin comer hasta no terminar la última misión del videojuego (decía una y otra vez “Mario y Donkey Kong son unos drogatas, no hay juegos más geniales que esos” “Super Metroid es el Bruce Lee de los videojuegos” “El Super Nintendo Es el máximo  logro de la humanidad”). Se drogaba como si el mundo se fuera acabar. Le buscaba pelea al que fuera sin que le importaran las consecuencias. Todo eso era de dominio público en Yellow Hell City. El misterio o más bien lo extraordinario de todo, día después de su suicido, fue escuchar la voz suplicante de la señora L al otro lado del teléfono pidiéndome que la fuera a visitar para hablarme del gran descubrimiento que había hecho de su hijo. Para no alargar el rollo, el hijo de perra de Daniel Erebus, al que siempre le vi los mejores libros en una biblioteca  que ni se inmutaba en ver y al que jamás en su puta vida lo vi escribir una palabra, había dejado una pequeña libreta llena con escritos de lo que pensaba de la vida y el mundo (páginas con 17 renglones de puro desconcierto y desesperación). El maldito nos ocultó a todos que era un escritor, un apasionado de los libros. Todo eso me ha hecho replantearme el sentido de la rebeldía y la soledad: el mundo está lleno de individuos geniales que esconden sus obras de los ojos de la indigna humanidad. Hombres con manuscritos y secretos maravillosos fingiendo vivir una vida vulgar, camaleones fantásticos que se dan el lujo de crear y destruir en silencio sin que el mundo  pueda sospechar lo que guardan en sus cabezas.

Daniel Erebus días antes de su muerte prendió fuego a su consola y a su colección de cassetes de Super Nintendo. Se suicidó una noche de sábado en la avenida Pedro de Heredia lanzándose contra un camión de basura que iba a gran velocidad.

***

A continuación les presento con el permiso de su madre, los textos que dejó en la libreta,  en el mismo orden y sin ningún tipo de corrección. El título es de su autoría y se encontraba garabateado en las últimas páginas de la libreta.

EL ASCO DE DANIEL EREBUS (esbozos suicidas)

Nota # 1 (Piltrafa)

Abrí los ojos a los 24 años después de fumar toda la nicotina de la destrucción. Me dije al oído “este es el Nuevo Mundo, el de los edificios desmoronándose, el de las comidas en platos de oro. El mundo que siempre fue antes de tu despertar”. Fui al lavamanos y me miré en el espejo, reconocí las noches y los días, las piedras que agonizan encarceladas en las construcciones del devenir. Todo era nuevo a pesar de que todo era viejo. Lavé mis ojos con el agua del grifo y la encontré dulce y desierta como los ríos del futuro. Salí y ahí estaban los bancos y las ventanas. Las mujeres y los anillos. Me volví a decir al oído: “ellos también crucificaron todo ideal de esperanza y amor”. Rocé con mis huellas dactilares  las paredes desdibujadas y la luna que reposaba en las azoteas se convirtió en un ardiente sol. Mi última visión fue una pluma quemándose en los ojos de una anciana en silla de ruedas y supe que mis 24 años pasarían en vano y en silencio.

Nota # 2 (El Gran Masturbador)

Construí una babel con libros y cigarrillos: mundo de mierda: Fuck the future (Doktor Sleepless: W-E). Azul como el océano de mis sueños. Me asomé al balcón de todas las verdades del mundo y lo supe: solo sería un perro confundido junto a la autopista mientras todos mis conocidos viajaban en automóviles último modelo con llantas de fuego a gran veloci-felicidad. Compré un espejo del tamaño de mis decepciones e hice una fiesta sucia para que todos vieran sus reflejos autosatisfechos. Supe que moriría colgado de algún árbol fantástico: los periódicos amarillistas mostrarían el mejor ángulo de mi lengua morada y mis esfínteres chorreando páginas y páginas de mi locura aburrida. Acaricio mi gato mientras preparo el desayuno y escucho en la radio una gran verdad: “Los artistas están muriendo por una plaga publica llamada indiferencia”.

Nota # 3 (Zombies Ate My Neighbors)

Todos los crepúsculos de la infancia se pudren en el atolladero de la memoria. No sé qué es todo lo que me rodea pero se cómo actuar para hacerle creer a todos que soy un irreverente hijo de puta que solo sabe hundir los botones del control. Sé que merezco este aburrimiento, esta incertidumbre, pero jamás envidiaré la felicidad de todos los hombres de este mundo: estoy confundido mientras todos miran el eclipse lunar.

Nota #4 (Asmodeo me habla)

Azul como cerveza en las tetas de una prostituta solo puedo mirar a través de esta ventana el ritmo de los carros que van felices como pollos a la destrucción.

 Nota #5 (Esto nadie lo entenderá)

La enfermedad me llevó a conocer todos los inodoros de la ciudad. Dolores agudos como espadas enterradas en el cementerio. Quisiera decirle a todos que son culpables de la humillación que canto en los podridos baños públicos mientras mis tripas se retuercen como lombrices agonizantes. Pero todos tienen el derecho de comer y oler sus flores, todos pueden irse al abismo mientras cago y pronuncio una vez más el mantra de la destrucción.

Nota #6 (Visión: Kafka en llamas)

Y cuando desperté los libros estaban todavía ahí. Reposaban en la estantería vestidos de polvo y tela de araña. Nuevos y viejos como siempre. Con sus títulos irreverentes como siempre me gustaron. Cientos de voces encerradas en el papel. Cientos de estilos e ilusiones desencadenadas en un vaivén dentro del ojo ciego del olvido. Quisiera pensar que todo lo que sale de mi es maravilloso, pero juré no volverme a engañar, ahora solo brotan raíces secas alimentadas con amargura y rencor. He pensado en vender o quemar todos mis libros. Nadie me leerá, todo lo quemo. Ni siquiera puedo describir lo pesado de la tinta en mis manos: el lapicero pesa una tonelada y soy débil y sedentario hasta la eternidad. No he vuelto a soñar universos, me quedé sentado en esta galaxia viendo cómo se queman mis ilusiones en las risas de los que algún día llame amigos de sábado.

Nota #7 (Tyler Durden)

Todos se dejan guiar, yo nunca lo permitiré. La rebeldía es como mi dosis anhelada de cocaína (sino has inhalado jamás lo entenderás). “Escucha consejos y llegaras a viejo” ¿Quién demonios les dijo que quiero llegar a convertirme en pellejo? Siempre deseé amputar la mano del profesor o el conocido que toca mi hombro. Soy el auto-guía de la destrucción. Jamás te atrevas a tocar mi hombro o mi cabeza  3 veces. Dale tu consejo a otro ¿para qué aconsejar a un muerto? Amo a la vida con la melancolía de los muertos.

Nota #8 (Basura: basura)

Una semana sin cepillarme. Cinco días sin visitar la ducha. La ropa está sucia. El gato duerme sobre la cama. No soy feliz pero soy feliz en mi suciedad.

Nota #9 (Protágoras x)

Señoras y señores respondedme: ¿Qué es lo que hace que un escritor no llene 100 páginas con la palabra Maldición, Angustia o Suicidio? Respuesta: el aburrido y predecible Sentido común.

Nota #10 (¿Monedas y bananas?)

Videojuegos: Mario Bros, Donkey Kong country, Contra, Top Gear, Killer Instinct,  Zombies ate my neighbors, Street fighter, Sonic Wings… cuando muera y vaya al infierno espero jugar Pacman con el mismísimo Satán hasta que llegue el Game Over del juicio final.

Nota #11 (Kurt Cobain era un llorón)

Vivo en la ciudad más hermosa del planeta pero es habitada por los nativos más idiotas del mundo (el universo es un mal plagio del vacío y la soledad).

Nota #12 (Una moneda de 50 para continuar jugando en la maquinita)

Si le preguntan a un suicida por qué se suicidó, él solo podría responder con la verdad: se suicidó porque tenía una vida para malgastar. He atravesado todos los level de este juego llamado vida y lo he descubierto con ironía: Mi existencia y la de todos ustedes es un gran GAME OVER.

EL SEÑOR UNDERGROUND

 Ilustraciones: EL SEÑOR UNDERGROUND

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(1981 o 1987). Agente patafísico en la ciudad imaginaria de Yellow Hell City. Fanzinero (re)negado en varios planetas del Multiverso. Fanático de los collages y los cómics de Grant Morrison y Charles Burns. Murallero crepuscular. El Amigo invisible de Rimbaud y Lautréamont.

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