Título: Transmetropolitan
Escritor: Warren Ellis
Dibujante: Darick Robinson (entre otros)
Año de publicación: 1997-2002
Editorial: Helix. Vertigo comic
Se necesita una gran imaginación para soñar el futuro, pero basta conocer las trampas del pasado y el presente para darle forma y vida al mañana. Los visionarios y creadores de posibles tramas por venir, siempre son conscientes de que basta un parpadeo para que todo se vaya al infierno. Warren Ellis ya sabe que estamos en él y no por eso deja de jugar con las infinitas posibilidades de lo que podríamos encontrar en un mundo cada vez más cercano a un trans De tuin der lusten. Su mirada al ahora le ofrece material de sobra para la realidad (el futuro) en la que se desenvolverán sus personajes.
Transmetropolitan es un cómic incrustado en el corazón de la sociedad. Es una ficción que exige de sus lectores ir armados con una manopla, un revolver casero, un Disruptor intestinal, agujas llenas de enfermedades venéreas e imaginarias, drogas para no perder el aliento y una mente tan abierta, que no sienta nauseas ante la gran revelación de que el mundo es una monstruosidad, en el que lo inverosímil, lo absurdo, lo trágico, lo tierno y lo impensable, están a la luz del día y tienen tanta validez como el apestoso aire que respiras.
La historia transcurre en un futuro no muy lejano en el que los hombres son un collage de los viejos males con las nuevas tendencias y las facilidades que ofrecen los avances tecnológicos (la pobreza, la corrupción política, el fanatismo, la violencia, la intolerancia y la desesperación, acompañados de “Hacedores”, maquinas que pueden materializar objetos de cualquier clase según tus deseos; acompañados de la posibilidad de inyectar genes animales y tomar los rasgos que más te gusten de estos; convertirte en una nube hecha de nanorobots, llenarte el cerebro y el culo de cables, virus cibernéticos o todo lo que a tu imaginación se le ocurra). Las viejas enfermedades como el cáncer son un chiste (las nuevas dolencias están a la altura de las nuevas comodidades); el menú es tan descabellado que puedes encargar a un restaurante, como si fueran alitas de pollo en salsa BBQ, animales que alguna vez estuvieron en vía de extinción (hasta puedes comer carne humana, existen fábricas de clones). Todo esto para dar una pequeña idea del sinnúmero de tendencias y manifestaciones que se podrán encontrar a medida que se va avanzando en la historia.
El protagonista es Spider Jerusalem, un periodista que lleva 5 años apartado del caos urbano, viviendo en una casa en la montaña, porque en las últimas elecciones presidenciales que cubrió, adquirió un reconocimiento y una fama de tal magnitud que le impedía acceder a la noticia, lo que le llevó a una profunda crisis. Este no es un periodista convencional, sus métodos están inspirados en aquel viejo Periodismo Gonzo de la década del 70 (ojalá el lector sea curioso y se anime a buscar qué putas es el Periodismo Gonzo) (Jerusalem está basado en el maravilloso y desconcertante Hunter S, Thompson, el escritor que a punta de drogas y armas montaba un rollo para conseguir sus historias).
Spider se ve obligado a regresar a la ciudad porque su editor lo obliga a cumplir con el contrato de un libro que prometió escribir y publicar. Para él, la ciudad representa toda esa multiplicidad que ama y odia, por las contradicciones e injusticias que le toca presenciar a su paso (La Ciudad, de la que nunca escuchamos su nombre y que puede ser una mezcla entre Nueva York y Los Ángeles, es un monstruo de mil cabezas que puede hacer perder la razón a cualquier incauto).
Sin dinero para mantenerse, llega armando un estropicio al periódico The Word y le ofrece al jefe de redacción Mitchell Royce (un viejo amigo), escribir una columna a cambio de un apartamento, un seguro de periodista, una tarjeta de crédito y un bloque base. Estos detalles son importantes para entender de qué va el inicio del cómic, pero son poco ante el acontecimiento que permitirá que nuestro periodista pueda escribir su primera columna.
Existe una comunidad llamada los Transitorios, un grupo de individuos que se inyectó genes extraterrestres por moda y están de camino a ser de otra raza (en su apariencia se puede notar su condición hibrida). Estos están liderados por Fred Cristo, un individuo sin escrúpulos que los manipula y se aprovecha de su posición. Todos ellos viven en el distrito Ángeles 8, una zona marginal y peligrosa de la Ciudad, y están exigiendo sus derechos como ciudadanos. El sistema, que no está dispuesto a negociar con ninguna manifestación que considere extremadamente extravagante, envía al Centro Cívico, una fuerza policial brutal por donde se le mire, y basándose en una sucia y pagada excusa de ataque por parte de los Transitorios, inician una carnicería (curioso que en nuestro país no necesitamos estar en el futuro para contar con el ESMAD, la fuerza policial de mierda, aplasta cráneos).
Spider Jerusalem se cuela como puede en la zona y desde la azotea de un burdel, escribe su primera columna (una reflexión sobre la condición de los Transitorios y la violencia de la que eran víctimas) y la envía en directo a su editor Royce, quien a su vez la trasmite en todas las pantallas publicitarias de la ciudad. Esto hace que los ciudadanos se enteren de lo que está ocurriendo, lo que lleva a los políticos a dar la orden al Centro Cívico de retirarse. Es aquí cuando se nos revela el valor y las armas de nuestro antihéroe: su palabra. El poder de su discurso, que no teme tocar las heridas infecciosas de la realidad, creando una conciencia en sus lectores y desenmascarando las acciones de ciertos grupos poderosos o nocivos que hasta ese momento pasaban desapercibidos.
En este primer arco argumental, “Back on the Street”, se nos revelará el estilo de hacer periodismo de Jerusalem y sus consecuencias (días después de lo ocurrido en Ángeles 8, el periodista recibe una paliza en la calle por parte de la policía, que le advierte que no se vuelva a meter con ellos). Estamos hablando de periodismo crudo, sin los típicos eufemismos que esconden las artimañas del sistema.
Su manera de usar la palabra y la violencia, lo llevará a enfrentarse a la Bestia (presidente de los Estados Unidos que busca la reelección); Gary Callahan, apodado “el Sonrisas” (senador y candidato a la presidencia), y a un sinnúmero de personajes de doble moral. En el camino también se encontrará con personas que lo maravillarán, como Vita Severn, vocera de la campaña del Sonrisas, y a la que asesinaron ante los medios, como estrategia política para subir en las encuestas y ganar la presidencia (esta muerte marcó al protagonista); o Mary, una resurgida que gracias a Spider encontró un lugar en el nuevo siglo (los resurgidos son personas que fueron criogenizadas en el siglo XX, y que en muchos casos pierden la razón al despertar y encontrarse con un mundo que ha cambiado de forma extrema y no tiene tiempo, ni paciencia de explicarles de qué va todo el nuevo rollo).
Hay que agregar que Jerusalem no está solo en sus aventuras, casi siempre está acompañado de dos ayudantes: Yelena Rossini y Channon Yarrow, (“las sucias ayudantes” como les gusta llamarlas), que en un principio se ven atormentadas por la personalidad y los hábitos del periodista, pero a medida que transcurre la historia crean un lazo tan estrecho con el columnista, que hasta son capaces de arriesgar sus vidas para protegerlo. Spider tiene una manera muy particular de mostrarles su afecto.
Todo esto con los lápices de Darick Robertson, co-creador de la obra y sin el que no me imagino la existencia de tal universo. Este dibujante supo materializar las ideas de Ellis con detalles y escenas que perdurarán en la memoria del lector (los personajes y las escenas de la Ciudad y sus habitantes son de un detalle que logra transmitir el ruido y el caos de las urbes del futuro). Acompañado de las maravillosas tintas de Rodney Ramos, que crea una armonía en la que se quisiera perder el lector.
Transmetropolitan es una obra de vanguardia. Un cómic a la medida de nuestras necesidades, una pieza del siglo XXI para reflexionar sobre la condición humana.
Lo increíble de una creación como esta, es su lucidez para evidenciar las complejidades de la sociedad que necesita liberarse de maniqueísmos y empezar a ver su grandeza en la multiplicidad (las viejas dualidades han dejado de lado hechos vitales de la existencia, que aún no han sido pensados como se debe). Ellis a través de su personaje nos muestra un manifiesto de lo que fue, es y será este mundo si continuamos mezclando las viejas mentiras con las nuevas herramientas tecnológicas y los nuevos placeres efímeros. Esta historia explora conceptos que cada día están más vigentes en el mundo, el lector jamás saldrá ileso. Esta es una joya de la ciencia ficción, que todos merecen y deben leer.
Nota: Esta obra la leí en el 2014 descargada del maravilloso blog How to Arsenio Lupin (gente con la que siempre estaré en deuda por su trabajo de traducir y maquetar cómics imprescindibles). Quiero dar las gracias a María Elena Jaramillo, que desde el 2015 hasta el 2016, con toda la paciencia de este mundo desde Alemania, soportó mis persecuciones y paranoias cada vez que salía un nuevo tomo. Gracias a ella pude tener los 10 tomos reeditados por la editorial española ECC (nada como leerlos y olerlos en papel). Gracias Negrita.
El señor Und-erground