Jacobo Cardona Echeverri es antropólogo y escritor. Ha publicado en Vice, el Boletín de Antropología, la Revista Universidad de Antioquia y El Malpensante. Ha sido becario en escritura de guion, poesía, ensayo y crítica de arte. Ha ganado el Concurso Nacional de Cuento La Cueva, la Bienal Internacional de Novela José Eustasio Rivera y el Concurso Nacional de Poesía de la Universidad Industrial de Santander.
En 2019 fue finalista del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura con Medellín City Punk, publicado por la editorial Tragaluz Editores, en la ciudad de Medellín, libro del que compartimos una selección de poemas, escogidos por el propio autor.
«Desde la periferia todo centro es esquivo. Ni vestir, ni andar, mucho menos hablar; nada de lo cotidiano le hace venia a lo establecido. Los punks de Medellín son símbolos del margen, de la ciudad que suena a gritos, aullidos, pisadas, botellas rotas, disparos. Y a música frenética, dolida, enardecida. Este libro escucha la poesía de esa ciudad que ruge en su hambre de supervivencia, de algún tipo de justicia, de la próxima canción«.
BUENOS AIRES, JULIO DE 1986
Nunca serán tan ellos mismos
como en ese concierto de 1986,
nunca serán sus rostros
tan concisos, ni sus manos
tan livianas.
En el cielo
un perro movía la cola
frenéticamente.
Las islas desiertas
en el escenario
eran un camino
entre este mundo
y los precipicios.
La sed era tan larga
como el abrazo del amigo.
Poguearon
en la profundidad lateral,
sudorosos y libres,
hasta que la policía apareció
con sus dientes negros
como la amargura.
LA CUESTIÓN NO ES DE ÁNIMO
Yo nunca tuve claro
lo que debía hacer con mi vida,
hasta que se me infectó
el tiro en el brazo.
Fue el final de mi juventud.
¿Quién me hará el favor de quererme?
¿Quién me probará finura
ahora que hago cuentas
para llegar a fin de mes?
Camino, anochecido, entre las zanjas,
guiado por los pitos de los carros.
Cuánto daría
por el olor a limpio,
por sentir el lado frío de la almohada. La ventaja es que solo vivimos una vez.
EL GRITO
No puede escribirse
un grito, no
puede ponerse en el papel.
Ni imprimirse
ni decirse, ni cantarse,
ni expresarse con señales de humo
o lenguaje para sordos.
El grito
se grita. Si no, sería un falso testimonio.