Stephen King sigue en plena forma. En sus dos últimas novelas ha logrado no solo seguir explorando el thriller y el suspenso criminal, sino que también ha sabido recuperar las virtudes que lo hicieron mundialmente famoso en los años dorados de su carrera: personajes reales, cálidos, complejos, que se desenvuelven en una sociedad que se dibuja en el papel con credibilidad.
Eso es Billy Summers, su más reciente libro. En esta ocasión, King nos cuenta la historia de un asesino a sueldo que solo mata a personas malas (es su particular código moral), quien es contratado para liquidar a otro crimina antes de que entre al tribunal, pero que en el transcurso de la operación descubre que quizás, al llevar a cabo la misión, también él pueda salir perjudicado.
La novena deshilvana el complejo proceso de planear un asesinato perfecto: adquirir varias personalidades, construir diferentes vidas en lugares distintos para desaparecer cualquier posible rastro y tejer coartadas perfectas para cumplir la tarea con éxito, siempre con el riesgo latente de que todo pueda salir mal. Y en el proceso, descubrimos también las vulnerabilidades del individuo y la sociedad norteamericana del momento, que King, como siempre, plasma desde la cotidianidad y de manera vívida en tan solo tres pinceladas.
Con esta nueva historia, Stephen King recuerda la magistral novela de Frederick Forsyth, Chacal, donde un asesino es contratado para matar a Charles de Gaulle en cuanto a la trama, pero también a grandes novelas suyas como Misery y Saco de huesos donde, a través de su personaje principal, reflexiona sobre el oficio de la escritura, algo que siempre resulta encantador. Y además, entre las convulsivas relaciones que teje Billy con quienes lo rodean, donde siempre se interpone la muerte, se desata la aventura, la búsqueda de un destino promisorio, se nos transporta de nuevo a viejas novelas icónicas como Ojos de fuego, donde la acción, el amor, el dolor y la nostalgia conducen a un final que sorprende, sacude y conmueve.
Billy Summers es una novela actual, que encaja dentro de las tendencias del nuevo público lector ávido de un suspenso distinto, alejado de las supercherías del pasado y más encaminado a las velocidades y emociones del presente, pero que recupera los mejores momentos del King vieja escuela, donde su visión del arte, sus personajes carismáticos y su sensibilidad hacen que una simple novela de acción aspire a un poco más y cale en una audiencia más amplia. A veces Stephen King peca de cursi romantizando lo que debería ser la típica vida de los suburbios estadounidenses, y en otras ocasiones se siente su postura política colándose en la voz de sus personajes, como si estos estuvieran retuiteando sus trinos anti republicanos, pero más allá de eso, es una de sus mejores novelas recientes, un gran recomendado para los nuevos lectores de King, para los amantes del thriller en general y para los viejos fans que siempre lo acompañaron.