La vanguardia intelectual y política de la nación
Francisco Javier Flórez
Editorial Crítica
368 páginas
El relato hegemónico sobre la historia moderna de Colombia, y la construcción de lo que se entiende por la nación colombiana, ha sido establecido por las élites políticas y culturales blanco criollas herederas del patrimonio de poder que estableció el colonialismo y la esclavitud. Esa herencia de poder político, económico, cultural y simbólico ha estado definida por la blanquitud como un marco ideológico no enunciado que ha permeado lo que se ha narrado, el cómo se ha narrado, pero, sobre todo, quienes lo han narrado.
Tal relato hegemónico, establecido desde el centro andino del país, se ha caracterizado por sus silencios. Silencios y olvidos, manipulaciones y cegueras que han priorizado unos cuerpos sobre otros, unas historias sobre otras, y que incluso han llegado a cambiar el origen racial de quienes protagonizaban tales historias a fin de que encajaran en sus narrativas. La historia moderna de Colombia no ha sido solo blanca o mestizo. Eso que quedó claro con el trabajo de Alfonso Múnera, ahora se recupera con un nuevo enfoque sobre los contenidos ideológicos y la construcción de las ideas de los cuerpos negros protagonistas que nos presenta Francisco Javier Flórez en este que es sin duda uno de los libros del año en Colombia.
Con este trabajo, el autor sitúa la raza en el centro. Marcos políticos que se autorreferencian desde el centro del país dejando sus periferias, sus costas Pacífico y Caribe, en los márgenes de la generación de conocimiento de sustrato relevante. La Colombia relatada como blanca-mestiza en su construcción nacional deja de serlo cuando mira a esos bordes. Ahí es donde este libro rescata la creación del pensamiento de intelectuales negros, vinculados como parte de la tradición y estructuración del pensamiento progresista en el país. Nos habla de la definición de la propuesta liberal contra todas las tensiones raciales que transita. Igual que Múnera ponía la raza y la geografía como factores negados en el proceso de independencia y construcción de nación, en este caso Francisco le suma el proceso de la lucha proletaria para des-blanquearla. Recoge el papel de las organizaciones obreras, campesinas y sindicales, y nos sitúa el papel de las personas negras en estos espacios como sujetos referentes de las luchas políticas.
Toda una lectura donde la intelectualidad negra enfrenta a las posturas más hispanistas que reivindican una tradición europea y blanca, marcada por el orgullo de las élites blanco-criollas que buscan una reconciliación con un pasado colonial. Se señala la ideología del mestizaje como una ideología blanqueadora que pretende una falsa paz social y que invisibiliza toda la estructura de racismo en la que se sostiene la sociedad colombiana moderna.
El libro nos evidencia el contexto en el que la intelectualidad negra del país se sitúa: uno que pone el centro en el eje andino, señalando la composición racial y geográfica de las costas como frenos al progreso del país, en el que no caben los cuerpos negros. Todo ello bajo la evolución de un racismo científico estructurado y las políticas de blanquitud con invitación a la inmigración europea, a un racismo cultural. Contra esta realidad, el desarrollo del pensamiento negro se evidencia como clave para la defensa del territorio, de la clase trabajadora y de la educación moderna, alejada del adoctrinamiento religioso, defensora del conocimiento científico y libre de prejuicios raciales. Un proceso que se encuentra con las resistencias constantes de las élites culturales blancas, principalmente, de Cartagena.
Se rescata esa otra Colombia y se la reconoce su agencia política e ideológica, así como su propia autonomía. Ideas y posturas que fluyen, que se enriquecen y que no son estáticas, partiendo de procesos concretos tanto autónomos como absorbentes de referencias del Caribe y de Estados Unidos. En este sentido, se puede decir que recoge el trabajo iniciado por Julios Scott y continuado por José Antonio Figueroa, sobre las corrientes ideológicas y la circulación de ideas que viajaban a través de las diferentes geografías.
Francisco Javier Flórez nos presenta un libro claro, fácil de leer y ligero. Conseguir eso en un trabajo de tanto contenido y con el nivel de detalle con que lo aborda no es fácil. Nos encontramos con un libro necesario, un libro que repara. Que sitúa a los hombres e intelectuales negros en el lugar que siempre debieron estar. Un libro que señala silencios y vacíos marcados por agendas ideológicas racistas, establecidas desde la blanquitud de las geografías andinas del país.
A su vez, ofrece un ejercicio sincero de sacar a la luz referentes y dar a conocer que la lucha política e identitaria viene de tiempo atrás. A todas estas personas las sitúa en un lugar en la historia como sujetos con agencia, activos, intelectuales y pensadores. Es en esencia, la reivindicación de otros centros producción de conocimiento.