La literatura se ha nutrido de las pesadillas humanas por siglos, aquello que nos resulta desconocido puede convertirse fácilmente en algo terrorífico o asfixiante, como el escenario que, con amplia maestría, nos presenta la autora argentina Agustina Bazterrica en Cadáver exquisito, novela con la que se llevó el Premio Clarín en 2017 y que Alfaguara publica ahora para toda Hispanoamérica. En poco más de doscientas páginas esta obra nos presenta un mundo distópico no exento de un halo terrorífico: las especies animales han contraído un extraño virus que hace que el consumo de su carne sea inviable, incluso hasta las mascotas deben ser sacrificadas y, en medio de todo, lo que esto pudiera detonar en el mundo, la solución parece tan simple como macabra.
¿Cómo podría la humanidad sobrevivir ante un acontecimiento de tal magnitud? La verdad es que la novela de Bazterrica y la solución que plantea son demoledoras. Los gobiernos mundiales deciden hacer realidad lo indecible. Se aprueba la cría y sacrificio de seres humanos para su consumo. ¿Qué determina que unos sean presa y otros depredadores? Esto, junto a la trama que guía el camino del burócrata Marcos Tejo, encargado del frigorífico Krieg, será parte de lo que el lector descubrirá en esta desasosegada novela que mantiene en vilo al lector de principio a fin; en medio de un atmósfera viciada, la autora teje con maestría un buen fresco de las emociones e inquietudes humanas. ¿En qué clase de mundo se puede convertir en una industria el procesamiento y consumo de carne humana? ¿Cómo normalizar la antropofagia que por siglos ha sido considerada tabú? La novela avanza mientras nuevos y curiosos detalles se añaden en el entramado que la sostiene.
La crudeza de las imágenes que evoca la novela son múltiples. Como la escena en que, al mejor estilo de El señor de las moscas, un grupo de jóvenes se encuentran en un viejo y abandonado zoológico buscando dar muerte a unos cachorros caninos con toda la sevicia y violencia que solo la falta de humanidad podría justificar. Ni qué decir del regalo que recibe el protagonista de la historia, Marcos Trejo: una pieza única (una mujer que, por sus características, tiene un alto valor comercial) para su consumo. ¿Dónde queda nuestra humanidad cuando los muertos deben ser cremados para evitar ser comidos? ¿Dónde los vestigios de lo que llamaríamos ser civilizado cuando hordas hambrientas atacan los camiones que transportan las cabezas humanas rumbo al sacrificio y los comen en plena calle? Estos y otros interrogantes son ampliados en esta novela que se lee de un tirón, en donde las imágenes, fascinantes y macabras por partes iguales, así como la historia, llevan al lector a un clímax impensable, con un final digno de un gran relato, que, difícilmente, se logra intuir. Con destreza narrativa y, también, muchísima imaginación, la autora nos presenta un mundo poco posible pero que motiva nuestra reflexión como especie y nos permite establecer nexos con la realidad de hoy. ¿En qué podría diferir el genocidio que se viene cometiendo contra la población civil en Gaza del consumo de carne humana? No puede quien se acerque a esta obra salir indemne sin pensar en aquello que nos hace racionales y en el valor del otro, del indefenso, del que, presa de las circunstancias, el medio o el devenir de la historia, tiene el papel de vencido, de presa. Como nunca antes esta fascinante novela es tan actual como certera, tan vívida como cruel, una obra que ya está en el canon de la literatura latinoamericana.