El pasado jueves 27 de octubre en el centro histórico de Cartagena tenía lugar uno de esos episodios de racismo policial tan habituales, pero tan silenciados en la ciudad. En este caso, en la concurrida Plaza de la Trinidad en el barrio de Getsemaní, estando llena de gente, mayoritariamente turistas blancos, se encontraban Ariel Valdés y los chicos de la Organización Barrio Fino Mundial con Sheyla Blanco dentro del proyecto Trenzando Culturas de la Corporación Caribe. El espacio que en su momento fue testigo del levantamiento popular negro dirigido por Pedro Romero contra los poderes coloniales, ahora presenciaba cómo la policía se centraba únicamente en un pequeño grupo de jóvenes negros a los que consideraron, sin dar explicación alguna, que de los centenares de personas que había en la plaza eran los únicos a quienes se les debía solicitar una requisa y sus identificaciones.
Ariel es un joven negro de 32 años del barrio popular República del Caribe en las faldas de la Popa, creador durante el 2014 del colectivo Barrio Fino Mundial. Desde aquí, Ariel trabaja apoyando a jóvenes negros y negras de diferentes lugares de la ciudad que parten de condiciones complejas, carentes del apoyo humano del que él mismo careció a la hora de intentar crecer, formarse y salir adelante. Decidió abrir un espacio que brinde herramientas y confianza a jóvenes de la ciudad para hacerles sentir parte de algo.
Por su parte, Sheyla, Comunicadora Social de formación, a sus 27 años es una de las integrantes de la Corporación Caribe que vienen desarrollando proyectos culturales desde el 2018, siendo uno de ellos Trenzando Culturas. Este último, propició que Sheyla, Ariel y el resto de compañeros se conocieran y decidieran reunirse en la plaza aquel día como tantas otras personas. Pero dejemos que sean ambos quienes nos relaten qué pasó, cómo se sintieron y qué han decidido hacer al respecto.
Contadme qué pasó esa noche del jueves 27 de octubre
Ariel: Estando ahí, creo que no pasaron ni 15 minutos cuando llegaron entre tres y cuatro policías, y de la peor manera, simplemente pidiendo una requisa, habiendo pasado por encima de tantísima gente para solamente llegar donde estábamos nosotros. No sé qué causó curiosidad, qué causó sospecha en nosotros, estando los hombres sentados y a una chica enfrente hablando con nosotros sobre este proyecto de Trenzando Culturas.
¿Dieron alguna explicación o justificación?
Sheyla: Solo que era una requisa, pero en ningún momento dijeron nada. Ciertamente lo que nos pareció agresivo no es que ellos soliciten las requisas, de hecho, pueden solicitarla y nosotros hubiéramos accedido como realmente lo hicimos, pero lo que nos parece agresivo es que lleguen y no nos pregunten ni siquiera qué estábamos haciendo en esa plaza, ni por qué estábamos ahí. Solamente llegaron cuatro policías, pasaron toda la plaza directamente a donde estábamos y sin brindarnos una explicación de por qué somos sospechosos. Nos decían que podíamos tener algo guardado, que no tenían rayos X para ver qué teníamos nosotros guardado. Insólito porque solo teníamos una guitarra y un bolsito pequeño. Lo que criticamos es la manera en cómo llegan, que no llega uno solo, no nos preguntan qué estamos haciendo, sino que llegan cuatro y hay dos más allá en la plaza en la entrada. Eso es lo agresivo y sin justificación alguna empiezan una requisa.
¿Cómo evoluciona la situación?
A: Pasa que Jorge, uno de los chicos del proyecto, se separó tras su requisa. Sí ya dimos la requisa ¿por qué no se puede mover de dónde estamos? Nos sentimos indignados, nos sentimos señalados y sentimos que es injusto y aun así dimos la requisa. Molesto por situaciones que ha vivido con la policía anteriormente, Jorge dio tres pasos a un lado y ellos tomaron esa decisión como que se estaba escapando. ¿Pero, escapando de qué? Si dimos la requisa y él fue el primero. Estábamos preguntando por qué una requisa donde hay un montón de gente y pasan por encima de esa gente dirigidos dónde estamos nosotros. Insistimos en eso hasta que empezaron a responder como que, si no nos gusta que no salgamos de nuestras casas, o si no te gusta pon una queja en el CAI (Centro de Acción Inmediata de la policía), de manera burlona.
Entonces, Jorge, que es el chico, y de hecho, el menor de nuestro grupo, ya había tenido importantes problemas antes con la policía. Unas semanas atrás, miembros de la fuerza pública, mientras estaba en Manga dirigiéndose a practicar baloncesto, le pidieron una requisa y le quitaron el teléfono, le quitaron la plata y lo amenazaron. Hicieron que se fuera de Manga cuando él iba a practicar.
En los vídeos publicados, señaláis que os llevaron a un CAI, ¿por qué os llevan? ¿Cuál es el motivo que argumentan?
S: Solo le llevaban a él, a Jorge, al resto no. Solamente a él porque para ellos intentó escapar de las requisas, pero no intentó escapar. Independiente de todas las explicaciones que les dimos, les mostramos los listados de asistencia de nuestro encuentro. Y nada, se lo llevaban y no nos decían ni para cual CAI.
Caminamos hasta el bar La Habana desde la Trinidad, esperando a un camión de la policía nacional que iba a trasladar a Jorge a un CAI que no nos había dicho cuál era. Cuando se quieren llevar Jorge, a tu compañero, hay cierto temor ya que cuando a uno se lo llevan así ha pasado que aparecen golpeados, maltratados y a veces los dejan botados por otro lado. De hecho, varios de los chicos ya los han golpeado anteriormente. En vista de todo, como no nos decían donde lo llevaba, decidimos subir al camión también. Al final dijeron “súbanse, súbanse” y nos montamos todos. Estando en el camión empezó también el hostigamiento por parte de varios policías y más hacia el compañero.
A: Yo tengo una relación muy fuerte con todos los chicos del proyecto. Siento que me quieren. Jorge ese día estando en el camión uno de los policías me manoteaba sin parar y este pelaito casi se altera en ese momento. Nosotros nunca fuimos agresivos, nunca manejamos un mal vocabulario. Esos pealitos salen de su casa conmigo y entonces son mi responsabilidad, teniendo ya en cuenta los antecedentes de muchas cosas que han pasado acá con la policía y los jóvenes, yo no podía, no podíamos permitir que fuera solo.
¿Qué pasó en el CAI?
A: Cuando llegamos lo que vimos fue desalentador y triste. Tenemos las fotos. Habían otros grupos conocidos de baile y de música que viven del rebusque con los turistas, pero todos los días están metidos ahí. De hecho, le pregunté a alguien que conoce a uno de los chicos que le estábamos promocionando una canción, que estaba con nosotros ese día, y dijo que simplemente le llevan porque les da la gana. Todos los días los llevan para allá. Eran jóvenes, todos eran negros. Reunieron a 30 chicos. Todos eran chicos negros de barrio popular. Nosotros fuimos los últimos en entrar ahí, pero los primeros en salir.
Y una vez que ya os dejan ir, ¿recae alguna denuncia sobre vosotros?
S: Pues nada, no pasó más nada. No hicieron ningún comparendo ni nada. Nos hicieron pasar todo eso para el final dejarnos ir. Es toda la pena de cómo funciona, toda esa pena que nos hicieron pasar, de sentirte señalado y todo el mundo mirándote como si fuéramos unos criminales.
¿Cómo os sentís?
A: Yo creo que el ser humano vive adaptándose. Esta conducta de la policía no tiene 24 horas, tiene más de 20 años o toda la vida. Nosotros nos hemos adaptado a ese trato, pero nunca habíamos vivido algo como eso. Yo en lo personal no había vivido algo como eso. Es más, yo creo que tengo la responsabilidad de denunciar donde quiera que tenga que ir porque le pasó a un chico del proyecto y es lo que más me duele, que no tengan sentido las razones por las cuales pasó todo lo que pasó y que este chico siga viviendo ese tipo de cosas. Quiero siempre mantenerme como una persona que le dio un mejor ejemplo a los chicos porque a mí no me gustaría que Jorge, en lo personal, ni los demás, dejen de hacer lo positivo y que empiecen a meterse en las filas de lo negativo por vengarse de la policía.
Detesto a la policía, pero en base a lo que hemos vivido siempre. Si tú les preguntas a cada uno de los chicos te van a decir que están mamados de la policía, pero no es porque quieren o porque les hayan echado un cuento negativo sobre la policía, sino porque la policía ha hecho que los chicos piensen así.
Hay quienes tienen ese tipo de acciones diarias. Yo he tratado de vivir todo esto como si fuera algo normal, como comer arroz. Nos sentimos de pronto indignados y sentimos muchísima pena por toda la situación, pero yo en la en lo personal mucha pena con los chicos del proyecto porque me duele que lo hayan vivido. Me duele que les haya pasado esa situación.
S: Yo la verdad señalada. Me sentí señalada, me sentí agredida por que en ningún momento llegan amablemente. Siento rabia e indignación. La verdad es que no deberíamos vivir esto en una ciudad donde casi la mayoría, el 80%, somos negros y negras de barrios populares.
Por otro lado, siento que después de haber ido al CAI y ver que había más chicos negros, más chicas negras de barrio, siento que son maneras de desplazamiento sistemáticas porque eso lo que hace es generar miedo. De hecho, conozco a gente que dice “yo no bajo al centro”, porque no sienten que la ciudad sea de ellos, que cada rato les están señalando con la llegada de la policía y se sientes intimidados. Podrían haber sido mis hermanos o mi padre. Ha sucedido por el simple hecho de ser negros. Siento indignación y rabia. Ayer fue que interpusimos una queja ante la Defensoría del Pueblo y no lo hice solamente por mí, sino también para dejar antecedentes en la ciudad.
¿Lo hiciste a nivel personal o conjunta?
S: Lo hicimos por las personas que encontramos en el sitio. Esperamos que ellos también puedan y que tomen iniciativa de dejar un antecedente que no solamente quede en las redes, sino que quede el antecedente legal. Nosotros no estamos en contra de la institución, es bueno aclarar eso, estamos en contra los procederes, la forma en cómo se realizan los procedimientos y la forma tan clasista en que lo hacen. Cruzaron toda la plaza donde había más de 200 personas con diferentes tipos de piel y nada más llegaron hasta donde estábamos nosotros porque nosotros, por nuestro tipo de piel, representamos un peligro, mientras que los otros no. Porque ven cinco negros reunidos ya representan peligro.
¿Os han apoyado otras personas u organizaciones?
S: Lo agradezco mucho pues esa noche recibí más de 50 llamadas. Tuvimos el acercamiento de organizaciones. Se les agradece que haya ese tejido social. De hecho, para la queja que pusimos, colaboró mucho la profesora Luz Estela que hace parte del movimiento afrofeminista. También hay organizaciones que vienen realizando estas denuncias. Hay un estudio que sale el 8 de noviembre que se llama “Silencio e impunidad. Racismo sistémico y violencia policial contra personas afrodescendientes en Colombia”, documentando todos estos casos en la ciudad como el de Harold que han ocurrido tanto en el Centro Histórico como en el resto de la ciudad.
¿Qué esperáis que pase ahora?
A: Yo en lo personal espero que se implemente una nueva política. Quisiera que por lo menos pudiéramos tener una reunión los artistas jóvenes de la ciudad y colectivos con el comandante de la policía. Ojalá pudiéramos tener a alguien que pudiera ayudarnos a reunirnos donde podamos discutir la forma en la que se le trata a los jóvenes nacidos aquí. En lo personal me ha pasado en el banco, me ha pasado esperando a alguien en Manga, me ha pasado esperando a alguien en Crespo, me he pasado esperando en una esquina en Bocagrande. No es una mentira que nosotros queremos inventar. El único provecho que queremos acá es que este tipo de conductas no sigan pasando porque lo que va a generar es que ningún chico de barrio quiera acercarse al centro histórico. Nosotros tenemos todo el derecho, así como el turista tiene derecho, nosotros igual.
¿Qué relación tenéis con el espacio público del centro?
A: La mayoría de los chicos nunca vienen. Giovani Arrieta es el que más viene aquí al centro todos los días por trabajo. En lo personal me han pasado tantísimas cosas, no solamente aquí en el centro… En el centro comercial Caribe Plaza me pasó que un vigilante se acerca a mí y me dice “por las cámaras te vieron y como que no estás muy bien vestido y tienes que salir de acá”. Juro que eso me pasó. En ese momento yo no lo denuncié y no hice absolutamente nada, pero como te digo, con el tiempo uno se vuelve como un vaso que gota a gota se va llenando, y yo creo que se llenó, el vaso se llenó.
S: Yo retomo para responderte a la pregunta, sobre lo que decía Ariel. Siento que ya nos parece normal que nos saquen de los centros comerciales, que se nos acerquen vigilantes.
De manera personal, la verdad es que a mí como mujer negra y como mujer de los barrios populares me pasa. Por ejemplo, el último caso que me pasó, estaba en una boutique de lencería del Centro Histórico, comprando, y la muchacha que atiende estaba encima. Dios mío, pero aquí mismo, encima. Llegó a un punto que le dije “mujer mira, yo no te voy a robar. Aquí tengo mi plata, coge mi bolso y ponlo allá, pero déjame escoger” y la muchacha en ningún momento se movió y me dijo que eran órdenes y por eso tenía que estar ahí. Entonces entraron otras chicas y a ninguna les salieron con eso, ¿si eso no es discriminación qué es? En otros centros comerciales igual. Llega uno y en seguida se te pone encima o eres a la que te revisan siempre el bolso. Pues sí, lo hemos normalizado y eso pasa a diario.
¿Qué significa ser un joven o una joven negra en Cartagena de Indias?
A: Yo toda mi vida desde pequeño, en mi corazón y en mi mente he sido un rey. Por mi mente pasa que nosotros somos tan importantes que eso le genera una amenaza a alguien. Les genera molestia a quienes no son historia en este país. Les molesta que nosotros seamos historia y somos presentes de absolutamente todo lo poderoso en este país y en esta ciudad muchísimo más. Yo me siento un rey, yo me siento importante siempre más allá de que nos señalen, más allá de que no podemos tener vida tranquila en una ciudad en la que nacimos. Mi análisis es que nosotros somos tan importantes en este país, en esta ciudad, que por esa razón no tenemos el acceso a muchísimos espacios porque somos molestia para quienes no son historia.
S: Hay muchos estigmas siendo una mujer negra acá. Yo vengo del movimiento afro y viví desde muy chica todo el tema del señalamiento con el cabello afro. De hecho, a mí me tocó alisarme el cabello mucho tiempo. El tema de la identidad siempre ha estado desde el cabello. Siempre te están señalando, diciendo que eres pelo malo, que eres pelo cucú, que te lo tienes que alisar. Yo viví todo eso y hoy en día pasé toda esa transformación, todo ese proceso y mi autoestima es bastante alta. Pero no puedo negar que ser negra, ser una mujer joven en esta ciudad, es agresivo y lo digo desde las múltiples experiencias que vivo a diario. Llega un punto en el que ese estigma invade tu propio cuerpo.
A: Yo digo que me siento un rey en esta ciudad y lo digo exactamente por lo que tú acabas de decir. Mi pensamiento es la estigmatización y lo agresivo que son con nosotros los negros en nuestra ciudad. Somos una molestia, pero porque la belleza que hay aquí en la historia es gracias a los descendientes negros. Somos una amenaza, eso es lo que creo yo y no debería ser así. Debería haber otro tipo de trato para unas personas que han hecho tanto por este país, tanto por la historia, por la cultura, por absolutamente todo. Me siento un rey por todo esto.
S: Si, yo también me recojo en esas palabras. Nosotros no descendemos de esclavos, sino de príncipes y princesas, de estructuras organizadas. No me siento hoy en día menor que ninguno otro, me siento bien. Pero no desconozco que hay otros chicos de barrios populares que no se sienten ni se reconoce en el centro histórico, que se sienten excluidos del centro histórico, cada vez más porque el centro queda cada vez más lejos de las periferias. Todo es tan caro y las cosas no son asequibles para una persona que vive del día a día o con un salario mínimo. Este tipo de actos de racismo, por parte de la instituciones, cada vez nos alejan más del centro por el miedo al acoso, al rechazo, a ser estigmatizados.
¿Qué más tiene que pasar en esta ciudad para que los jóvenes se cansen y salgan a la calle de forma masiva? ¿Por qué pensáis que no ha pasado todavía?
S: Porque no ha habido voluntad. Porque llamados sí se han hecho desde las distintas organizaciones que están en la ciudad, desde comunidades LGTBIQ, hasta de las mismas palenqueras. Sí hay suficientes antecedentes actualmente, pero yo creo que aquí la cuestión está en los cambios estructurales que necesitan las instituciones públicas. Por ejemplo, en la fuerza pública sí hay un tema de racismo y falta de conciencia negra. De hecho, a uno de los policías le dijimos: “pero si ustedes son negros igual que nosotros” y nos dijeron que nosotros les estábamos discriminando por decirles negros cuando eran negros igual que nosotros. Entonces hay una falta de reconocimiento por parte de miembros de la fuerza pública.
Hay que empezar a cambiar el chip, aunque yo siento que la población ya ha cambiado bastante. Hay muchas organizaciones trabajando, hay movimientos fuertes en la ciudad y hay plataformas de encuentro del movimiento afro desde lo urbano pero también desde las propias comunidades
A: Yo lo he dicho. A partir de esto debería cambiar y por eso estoy dispuesto a ir donde tenga que ir. Sí creo que ha faltado un poco más de autoestima por parte de muchísima gente que le ha pasado anteriormente, pero esta vez nos pasó a nosotros y tenemos la suerte de tener muchísimas conexiones que se han puesto en contacto. Me gustaría aprovechar cada uno de los espacios que podamos con la ciudadanía que lo vive, pero calla, para que hagamos un llamado bien grande.
S: Yo siento que es difícil porque cada cabeza es diferente. Lo siento, pero no tengo respuesta para decirte qué exactamente tiene que pasar para que haya un estallido social respecto a este tipo de acciones, pero espero que no pase nada muy grave.
¿Es Cartagena una ciudad racista?
S: Claro que sí. Lamentablemente hay racismo hasta entre nosotros mismos, a veces. Pero porque todavía falta ese tema de autorreconocimiento, fortalecer ese autorreconocimiento. Cartagena todavía no se reconoce como una población negra cuando en su gran mayoría lo somos. Cartagena fue el principal puerto negrero de todo Sudamérica. De hecho, hasta hace poco hemos dejado de hablar de esclavos y hemos empezado a hablar de esclavizados. Eso es muy nuevo. Yo siento que se está fortaleciendo y hay que seguir apostando al fortalecimiento del autorreconocimiento y entender que también el centro histórico es nuestro. Pero mira, hay muchos eventos que toca hacerlos fuera porque a veces acceder a un espacio en el centro histórico es super caro. Acceder a un café o a un una cerveza cuando tú vives, como la gran mayoría de la población que vive, en la periferia, del día a día, darse el lujo de gastar en una cerveza 10 mil pesos cuando lo que te ganaste un día son 35 mil que te sale el día limpiando una casa, tú no puedes darte ese gusto. El pasaje completo de venir de allá hasta acá, si no pasa el Transcaribe, son dos pasajes, son 10 mil pesos casi de ida y vuelta. O comes o vienes acá o te toca parchar en la esquina del barrio porque los barrios populares tampoco hay parques, hay una escasez de parques impresionante.
Y te trasladas al centro a disfrutar y pasan este tipo de cosas. ¿Si Cartagena es una ciudad racista? Sí, todavía falta mucho por trabajar. Estructuralmente sí, y los antecedentes que demuestran esto son el caso de Víctor en el hotel por su pelo, son nuestro caso, son los chicos que han muerto a manos de la fuerza pública, lamentablemente. Por ejemplo, un joven cercano que murió y era amigo de nuestros chicos también.
A: Racismo si hay, solo con ver en la manera de cómo se invierte donde ya se invirtió, en el centro y en la parte histórica y en los barrios populares no hay ni alcantarillado. Si hay racismo desde ese punto de vista, no hay desarrollo en nuestros barrios que están a cinco minutos de aquí en una moto. No hay desarrollo, pero si hay desplazamiento sistematizado, porque los están desplazando de las comunidades. La gente que está en Chambacú los están reubicando, entonces esos espacios si son accesibles, pero no para la propia población que siempre ha estado ahí.