Desde mediados del año pasado nos hemos interesado mucho en la ciencia ficción. Hemos leído con voracidad y sin descanso todo lo que ha llegado a nuestras manos con el rótulo de pertenecer a ese género: obras y autores consagrados, subgéneros, revistas (nacionales, del continente y de todo el mundo), innumerables blogs y páginas web dedicados a la difusión del género, al tiempo que películas y series.
Parte de ese interés viene antecedido de una hipótesis (de la que nos gustaría seguir hablando en otras publicaciones) que es la siguiente: la ciencia ficción, a partir de sus procedimientos, entiende mejor las crisis que los otros géneros de masas y, en ese sentido, es «más productiva en términos políticos» .
Si bien la ciencia ficción trabaja sobre hipótesis del futuro, en cómo una comunidad percibe su propio futuro, no funciona como un «arte» de la anticipación, en la que medida en que debe acertar los cambios tecnológicos que están por llegar; por el contrario la CF nos permiten ver a qué le tenemos miedo. La cantidad de distopías que circulan, no solamente en libros, sino en series de T.V. y en películas, hablan, un poco, de los miedos que tenemos.
En esa búsqueda por saber más del género y explorar las infinitas posibilidades creativas que encierra, conocimos la revista argentina PRÓXIMA, una publicación trimestral dedicada a la difusión de la ciencia ficción y del género fantástico producidos en castellano (sale en papel, desde 2009, y publica cuentos ilustrados, entrevistas, artículos e historietas).
La revista es liderada por su directora y fundadora, Laura Ponce (Buenos Aires), quién además es escritora y editora, se especializa en Ciencia Ficción y ha colaborado con diferentes publicaciones electrónicas y de papel. Sus cuentos han aparecido en revistas y antologías de Argentina, España, Cuba y Perú. Su más reciente libro Cosmografía general fue publicado en España por la editorial La máquina que hace ping bajo el nombre Cosmografía profunda.
Tuvimos la posibilidad de hablar con Laura de lo que más le gusta y conversamos sobre las condiciones posibilidades de la ciencia ficción, la experiencia de gestionar la revista Próxima y las expectativas sobre la editorial Ayarmanot.
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El Laberinto del Minotauro ¿Qué te motivó a crear una revista como Próxima en la Argentina del 2009? ¿Qué buscabas exactamente con ella?
Laura Ponce. En ese entonces, yo estaba trabajando en Axxón, la primera revista digital en habla hispana, dedicada a la ciencia ficción y el género fantástico. Descubrir que existía un medio como Axxón, que existía una comunidad de escritores y escritoras vivos, produciendo en aquel mismo momento, ciencia ficción escrita en castellano y con una variedad y una calidad que no tenía nada que envidiarle a la escrita en otras latitudes, había cambiado mi vida. Pero fui dándome cuenta de que si bien la publicación digital tenía muchas ventajas también tenía desventajas. En esa época no había dispositivos móviles en Argentina y poca gente tenía internet en su casa. Podían leerte en España o Colombia, pero no podía leerte tu vecino. Me empecé a preguntar cómo llevar ese material a otro público, cómo encontrar otros modos de circulación más orgánicos, menos de nicho, y la tradición de las revistas en papel me marcó el camino. Quería recuperar la dinámica de lectura y el lugar de estas publicaciones como parte de la cultura popular, como consumo popular. La publicación es un esfuerzo de comunicación. Quería hacer que estuviera al alcance, que se pudiera conseguir en puestos de diarios y que saliera más allá de los espacios en los que ese tipo de material ya era conocido.
E.L.M. En el 2019 cumplieron 10 años desde que iniciaron la aventura. ¿Cómo sientes que ha sido todo este recorrido?
L.P. Agotador (risas). Pero también lleno de satisfacciones. Ha sido un recorrido de avanzar intuitivamente, de hacer camino al andar, de aprender haciendo. Y de validar número a número los propósitos originales de la revista.
E.L.M. Ediciones Ayarmanot es tu apuesta editorial, también dedicada a la ciencia ficción, ¿qué ha significado ese paso?
L.P. Sí, desde el 2014 publicamos también libros. Este año (2019), la revista cumple 10 años y la editorial, 5. También se dio como un paso natural: los libros aparecieron como el soporte más apto para otro tipo de contenido. Si bien Próxima no es una revista de actualidad, parece que cada número cancela de algún modo al anterior. Los libros tienen otra vida, son objetos menos efímeros, más estables, un poquito menos condenados a desaparecer en la ensordecedora vorágine de lo que se está produciendo todo el tiempo. Y ya llevamos publicados 18 títulos. El último, nuestro primer autor extranjero, fruto de una coedición con una editorial española: China Miéville, con su primer libro de cuentos por fin traducido al castellano. Estamos muy felices y muy orgullosos.
E.L.M. ¿Existe una Ciencia Ficción argentina? Y si es así, ¿cómo ha imaginado ésta el futuro?
L.P. Sí, existe. Está muy influida por el fantástico rioplatense y se inscribe en la tradición de LA INVENCIÓN DE MOREL, de Bioy Casares. Ha imaginado el futuro de muchas formas diferentes. Pablo Capanna, nuestro teórico más importante, dice que en Argentina la ciencia ficción moderna nace con EL ETERNAUTA, la historieta de Oesterheld y Solano López. Desde entonces ha habido (y hay) autores y autoras extraordinarios, con visiones muy diferentes: Eduardo Goligorsky, Angélica Gorodischer, Carlos Gardini. O, más actuales, Hernán Vanoli, Claudia Aboaf y Martín Felipe Castagnet.
E.L.M. ¿Cómo se explica el fenómeno de la historieta de ciencia ficción argentina, que también tiene una larga y prolífica tradición?
L.P. A mí me parece natural. Es un formato que ha circulado muchísimo, muy relacionado con los consumos populares de los que hablaba antes. Y muchos creadores han sabido aprovecharlo al máximo. Alguna vez vi un documental en el que la viuda de Oesterheld contaba que ella renegaba, que le preguntaba a su esposo por qué siendo un hombre tan culto se dedicaba a la historieta, algo visto como un género menor, y él le respondía que era la mejor manera de llegar esos contenidos a la gente.
E.L.M. ¿Qué le dirías a aquellos que insisten en afirmar que la CF es un género menor y poco serio?
L.P. Les diría que abandonen sus prejuicios, que se asomen por el borde de la retícula en la que viven, y admiren la inmensa variedad y riqueza del género, que se dejen sorprender y emocionar, que se permitan el cuestionamiento, el pensamiento crítico, la capacidad prospectiva, que se apropien de esas herramientas y transformen su estructura de pensamiento, que las usen en la vida diaria para desactivar discursos de odio y posverdad, para analizar la realidad, para pensar en serio qué tipo de futuro quieren y empiecen a construirlo. Para eso sirve la ciencia ficción.
E.L.M. Al echar un vistazo al estado decadente de nuestras sociedades en medio de la absurda modernidad capitalista, ¿crees que las herramientas de la CF son las más útiles y versátiles para analizar la historia reciente y los problemas actuales?
L.P. Eso es exactamente lo que creo (risas).
E.L.M. Y, sin embargo, en muchas novelas y películas de CF es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo…
L.P. Esa es una victoria del sistema: que cada vez sea más difícil imaginarse una realidad diferente, más allá de aquella en la que estamos sumergidos. Por eso hay que redoblar nuestros esfuerzos para pensar y pensarnos; para eso, esa otra rama de la ciencia ficción que es la filosofía (guiño guiño) y pensadores como Mark Fisher, como Rosi Braidotti.
E.L.M. ¿Por sus formas de imaginar el futuro examinando el pasado y fundamentalmente el presente, es que la CF actúa como un género muy político, cercano, en muchos casos, al pensamiento de la izquierda?
L.P. Difiero. La CF es una caja de herramientas. Ensaya escenarios, cuestiona, prospecta. Coincido en que es un género muy político, pero las herramientas no tienen ideología. La CF que más me interesa a mí, por ejemplo, es la que cuestiona a los poderes hegemónicos y el sistema patriarcal, la que tiene preocupaciones sociales que pueden considerarse de izquierda, pero también hay ciencia ficción de derecha, misógina y racista, porque refleja el pensamiento de aquellxs que la utilizaron para componer historias y muchos no fueron precisamente “seres de luz”.
E.L.M. Hace poco vi que organizaron, junto con Proyecto Synco, un taller llamado “Futuridades Feministas”, según la información que aparece en la página, lo definen como un espacio para “indagar los cruces posibles entre la imaginación crítica de subjetividades y futuros que se han desarrollado desde estas perspectivas”. ¿Cuáles eran tus expectativas antes de iniciar el taller y cómo describes la experiencia ya habiéndolo finalizado?
L.P. La experiencia fue extraordinaria. Mi compañera pedagógica, Michel Arturi, sabe muchísimo del tema y la posibilidad de armar las clases con ella fue muy enriquecedora. Tiene un punto de vista muy lúcido y un gran bagaje de lecturas académicas. Fue un placer trabajar juntas.
E.L.M. Una editorial de la Revista Próxima la titulas “Bienvenidos. El futuro ya llegó”. ¿Hoy, crees que es así? ¿Y cuál es, entonces, el futuro que nos tocó en suerte?
L.P. Hoy es el futuro de ayer. Vivimos en él. Somos arrojados a él con cada latido. Siempre ha sido de esta manera, pero ahora somos más conscientes de eso, por aquello que dice Fisher de la lenta cancelación del futuro, la imposibilidad de pensarnos a muy largo plazo. Es lo que define a nuestro momento en la historia. Parece que el futuro se fue acercando, achicando, hasta agotarse, y ahora vivimos en una especie de borroso presente continuo, corriendo, siempre corriendo, desesperados por alcanzar “la experiencia”, eso que nos salve de la monotonía y de la muerte. Se van cumpliendo los plazos, llegó el 2019 de Blade Runner y de Akira, no tenemos autos voladores pero sí pantallas gigantes proyectando publicidad todo el tiempo, y entonces ¿qué? Quizás habría que recordar que Capanna define a la ciencia ficción como narrativa de advertencia y entonces es difícil no sentir que fracasamos cuando tanta distopía no alcanzó para evitar el nuevo avance del fascismo y la sociedad de control, y cuando “El cuento de la criada”, escrita en los 80s y actualizada con una serie hace apenas un par de años, no pudo evitar que se estén aprobando leyes antiaborto en Estados Unidos. Vivimos días aciagos. Pero en realidad la CF nunca se trató de futuro sino del presente, es crítica y ensayo de otras realidades posibles, y por eso la necesitamos más que nunca. En cuanto al futuro, prefiero pensarlo como lo llamó Shakespeare: Ese país desconocido. Y quiero creer que no está escrito, que estamos llamados a intervenir, que todavía tenemos la oportunidad y el desafío de construirlo.
La revista Próxima ha publicado a autores colombianos de Ciencia Ficción, de hecho, le dedicó un número completo a la CF colombiana, pueden leerlo acá: https://www.revistaproxima.com/2008/07/revista-proxima-nro-36-diciembre-2017.html
Para conocer más de Laura Ponce: http://revistaproxima-colaboradores.blogspot.com/2011/02/laura-ponce.html