Por: Pablo Muñoz Rojo*
Vivimos en días de cuarentena. Más aislados que de costumbre, dándonos cuenta de que necesitamos al vecino más de lo que pensábamos, pero que sabemos bien poco de él. Creíamos que nuestro bien dependía solamente de nosotros, de nuestro esfuerzo, y que el bienestar del otro no repercutía en el propio. Puede ser que antes estuviéramos más encerrados en nosotros mismos que ahora que no podemos salir de casa. Nos creíamos cuerpos sociales libres y al final estamos más atados de lo que podíamos imaginar.
Y en estas estamos, aislados, unos físicamente y algunos más mentalmente que otros… Y muchos que siempre lo estuvieron forzadamente.
Cuando se dice que este aislamiento es solidario, que no es por cuidarse uno, sino por cuidar al resto, cuidarnos todxs, se cae en la trampa de adjudicar la responsabilidad de la salud pública en la población (que efectivamente tiene una parte), sin entender que una responsabilidad implica unos derechos previos y para ello unas herramientas. Si la responsabilidad es individual se corre el riesgo de asumir que quienes no se quedan en casa no son solo irresponsables sino que son egoístas, poco solidarios, y al final, culpables de un mal que nos afecta a todxs, aunque no por igual.
El historiador cartagenero Orlando Deávila señalaba en redes la importancia de entender cómo en el contexto de una ciudad como Cartagena hay personas que no pueden quedarse en casa, pero, también, que tienen un sentido del espacio de lo público como de lo privado, que dificulta asumir esa tarea, que se nos ha impuesto a todxs.
Así, Orlando señalaba, “Todo tiene que ver con la manera en cómo las personas habitan los barrios populares. Allí las fronteras que dividen los espacios públicos de los privados son muy porosas. Las puertas permanecen abiertas de par en par, las personas entran a las casas vecinas sin excusa previa, y las calles se convierten en la terraza de las viviendas aledañas. Por otro lado, el hacinamiento es la norma. Familias extensas, a veces de 10 o más personas, viven confinadas en casas pequeñas, y rara vez coinciden bajo el mismo techo, salvo que sea para dormir. El resto del tiempo, procuran estar por fuera para evitar el tumulto. ¿Esto les da licencia a los sectores populares para exponer sus vidas violando la cuarentena? No, pero se deben pensar en mecanismos que atiendan a las lógicas de ocupación del espacio y a las formas de sociabilidad de los barrios populares”.
Como bien dice Orlando, las ciudades se estructuran a partir de fronteras físicas y simbólicas marcadas por elementos raciales, económicos y de género que marcan las realidades concretas de las personas que habitan estos espacios, construyendo modelos culturales de convivencia y asimilación donde la dicotomía espacio público-privado queda muchas veces complejizada en otras concepciones de la habitabilidad. Todo esto viene definido por marcos de poder y privilegio. Es decir, desde la forma en la que se concibe la ciudad, cómo se construye y para quién.
Por eso, el pensar la ciudad como un espacio homogéneo donde las realidades, experiencias y habitabilidades son iguales, solo es posible desde unas lógicas coloniales, clasistas y racistas que niegan las fronteras, por un lado, mientras que las refuerzan por otro. Solo desde este lugar se pueden plantear el aislamiento como único modelo.
Ahí de nuevo nos chocamos con elementos de poder en función de quienes son aquellos a los que se debe escuchar para adoptar medidas. Y una vez más, los focos vuelven a Europa. América Latina, Colombia y, en concreto, Cartagena (donde estamos) piensa en el aislamiento no porque lo diga China, sino porque lo ha dicho Europa. Y a partir de ahí no ha existido un ejercicio de reflexión y crítica para analizar si las medidas de Europa sirven para estos contextos. La hegemonía del saber y la ciencia del norte global imponen de forma directa o indirecta soluciones pensadas para y por el Norte para problemas concretos del Sur. Y en ese eje colonial, desde aquí, se siguen aceptando. Desde una clase política y académica criolla y mestiza que no cuestiona nunca los dictados de los padres de la Ilustración.
Y aquí nos encontramos. En una ciudad que no puede aislarse y que de quererlo, tampoco sabe cómo hacerlo. ¿Cómo se aíslan los que siempre han estado aislados?
A los elementos culturales que señala Orlando pueden incorporarse otros que tienen que ver con las lógicas de poder previas. Se pretende que se queden en casa personas que ya viven bajo la amenaza constante de algo como la violencia, enfermedades tipo dengue, zika, VIH y tantas otras que amenazan constantemente las personas de estos barrios por la falta de acceso a salubridad, agua, higiene, etc., y esto hace que esa normalización de convivir con la amenaza se banalicen otras alarmas. Se establece así un sentir de: ¿qué más amenazas pueden llegar?
A su vez, la forma en la que se ha hecho pedagogía sobre el virus y el aislamiento haciendo referencia a Europa y comparando constantemente con realidades tremendamente alejadas de las personas de la periferia hace que no se piense dentro de esos marcos. Se subestima, porque toda la información que siempre se ha dado no les ha referenciado en ningún momento. No han aparecido en la agenda ni mediática ni política. Al final, son cuerpos y espacios que siempre han estado olvidados por el Estado y las instituciones. Definidos a partir de la concepción de no lugares, nunca se ha tenido comunicación con ellos. No han sido tenidos en cuenta, ni han sido escuchados. No se han sentido protegidos nunca ¿Por qué ahora si tendrían que hacerlo? ¿Por qué ahora deben creerles o hacerles caso? El virus se ha vendido como un problema de quienes pueden quedarse en casa, y ellos, ni pueden quedarse en casa ni tienen el hábito de hacerlo porque para muchos su casa es la calle. Mientras se sienta la realidad tan lejana, mientras los barrios no sean incluidos en el relato de lo que estamos viviendo la idea de aislamiento seguirá implicando privilegio.
*Es licenciado en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos por la Universidad Autónoma de Madrid. Escribe regularmente en el periódico El Salto. Su obra más reciente es el libro: Sí es un problema de racismo (2018), publicado por la Editorial Diwan Mayrit. Vive en Cartagena, Colombia.
** Imagen de la portada, obra del artista plástico cartagenero Raúl Ballesteros, de la serie titulada «Ciudad parapeto». Pueden conocer más de la obra de Raúl en su blog: https://descripciongraficablog.wordpress.com/
9 comentarios
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La periferia siempre ha estado en aislamiento
A diario en la ciudad se ve afectada por el aislamiento, y no solo por el virus si no por la división social que se vive actualmente. Mientras unos apoyan el aislamiento otros se niegan y hay vienen las disputas territoriales de las personas de escasos recursos con las de buen auge económico, es difícil pensar que hay familias que si comen en el día es un privilegio y esa situación a afectado mucho el bolsillo del que menos tiene porque si no sale a trabajar se muere de hambre y si sale lo mata el virus. Es una situación bastante agobiante en una ciudad tan metida en la corrupción pero afortunadamente y el único lado positivo de esta pandemia es que la población se dio cuenta que los tienen olvidados y que el día de mañana hay no se sabe a quién va a privilegiar el “Aislamiento selectivo” que de ahora en adelante su única función será los pobres mas pobres y los ricos mas ricos
El texto mencionado anteriormente dice completamente la verdad, es muy cierto que las personas por lo regular solo piensan en sí mismos y no piensan en los demás, en las que personas que lo rodean, pero también hay personas que no cumplen con la cuarentena debido a su trabajo a que necesitaban llevar sustento a sus familiares, pero aún asi estas personas cumplen con todos los métodos de bioseguridad, personas que piensan en su familia, en la sociedad como hay otras que son completamente distintas, pero así son las cosas. Personalmente pienso que esta cuarentena nos ha hecho tantas cosas buenas como malas, malas en el sentido de que muchas pasan necesidades, que no pueden verse y estar físicamente, pero también trajo cosas buenas como tomar tiempo para nosotros mismos para pensar en nosotros mismos, también nos ha hecho extrañar muchísimas personas. La sociedad debería de pensar en reflexionar en lo bueno y lo malo que ha pasado en l cuarentena y hacer lo posible para que todos nos mantengamos Unidos y entender que no todos tenemos las mismas oportunidades, y que aquellos que ya la tienen, deben hacer lo posible por ayudar a las personas que más lo necesiten, hacer lo posible por ayudar al país y tratar de superar la pobreza en la que se encuentra el país actualmente.
Concuerdo con el texto, el ser humano es un ser social que necesita del otro ser humano para desarrollarse tanto personalmente como socialmente, las realidades de todos no es la misma y es absurdo pensar que todos vivimos de una forma tan bien que no necesitamos de nadie ni vivimos con ninguna precariedad, Colombia teniendo una población donde mayor mente viven en pobreza extrema esta situación de pandemia empeora las cosas, por eso debemos solidarizarnos y ponernos en los pies de aquellos que no tienen una vida con los suficientes recursos como para quedarse en casa sabiendo que tanto esa persona como su familia pasan hambre y necesidades.
de acuerdo con lo visto anteriormente noto que es la realidad en que nos movemos diariamente viviendo en conflictos , amargados y sin armonía unos a otros y no logramos ver mas allá de lo pueda suceder tal vez esto es un campanazo para que la humanidad mejore y que con lo que estamos viviendo últimamente necesitamos unión y apoyo de los demás, notamos la realidad que se vive en varias partes del mundo o en este caso Cartagena ciudad en donde alrededor del 60% de la población vive del día a día y gracias a la pandemia esta el dilema de que si no sales no comes y si sales te infectas y puedes morir situación critica que pocas personas entienden esperemos y esto algún día mejore
Concuerdo con lo escrito por el autor siempre nos han tenido aislados de las desiciones, lo peor es que las desiciones tomadas son para nosotros y no tienen en cuenta nuestras necesidades.Un tema que falto por mecionar en el texto es que en los barrios populares la mayoria de los habitantes viven del dia a dia,vendedores ambulanntes,los rebusques entonces si nos piden estar aislados sin salir de casa de donde sacaremos para mantener la familia,es dificil mantenerla trabajando ahora sin trabajo se vuelve un estres,viendo que ahy familias que viven en casas ajenas donde tienen que pagar un arriendo y llevar mercado 15 senal o dia a dia en la tienda,el estudio de los niños.Para comprender mejor lo dicho hace falta empatia por las personas en los barrios,no es lo mismo una familia de manga,bocagrande que son barrios de estrato alto decirles que se queden en casa por un mes que decirle a una familia en mandela que el unico que lleva alimento a la casa es el papa que vende CD,es albañil,se rebusca con ideas de emprendimeinto que todos los dias no gana lo mismo, comprender que las decisiones que toman los politicos son tomadas para las personas que estan mejor economicamente (ellos mimos ) no es una mentira
A mi parecer el anterior artículo tiene cosas importantes a destacar, sin embargo, siento que se queda corto en otros aspectos. Inicialmente lo que podemos rescatar son las adhesiones referentes al aislamiento, haciendo principal hincapié en las dificultades que este proceso conlleva, viendose agravadas debido al contexto en el que nos encontramos, dichos inconvenientes se ven encabezados por la problemática naturaleza del ser humano como ‘να είμαστε κοινωνικοί’ y las condiciones de algunas personas que viven del sustento que logran conseguir a través de un comercio directo e informal, ante esto se nos requiere determinado grado de solidaridad y empatía. Por otro lado, el autor en cierto punto usa algunas preguntas retóricas que pueden ser cuestionadas, claro ejemplo de lo mencionado es la siguiente «¿Cómo se aíslan los que siempre han estado aislados?» Y es que el individuo que de encontrarse aislado a pesar de contener la necesidad de relacionarse con sus semejantes permaneciere vivo, se puede decir que ha adquirió una capacidad evolutiva de poder desligarse de la sociedad y aún así sobrevivir. A esto hay que establecer diversas aclaraciones, entre ellas el tipo de aislamiento al que se refiere y el grado en el que se aplica, debido a que el aislarse no es una acción uniforme sino que su representación más cercana a la realidad puede corresponderse con una escala de grises. Si bien el aislamiento es algo que en nuestra realidad toma otro tinte debido a las condiciones propias que aquí se instauran, hay que entender que su aplicación debe ser propia del lugar, lo que hace necesario sentar parámetros que dispongan su función, de esa forma se consigue mayor efectividad en las medidas tomadas contra la emergencia sanitaria.
Estoy de acuerdo con lo que se habla en este texto, pero al momento de opinar debemos tener en cuenta muchos factores, esta es una realidad que no solo está desde que inició la pandemia y que no solo abarca la ciudad de Cartagena. Para las personas de excelentes recursos, es fácil quedarse en su casa, sabiendo que tienen un trabajo estable, que les da un salario digno, con el cual se pueden mantener, sin necesidad de exponerse a este virus, pero, que curiosos, aquí va la otra cara de la moneda, ¿y las personas que no lo tienen? ¿Como hacen? Sabemos que esta es una realidad que nos afecta a todos, es un virus que no distingue ni clases sociales, ni barrios, ni ciudades, pero muchas personas viven del día a día, tienen que salir a buscar el sustento diario, personas que son cabeza de familia y no cuentan con un trabajo estable, es aquí donde las personas del alto mando, que tienen el poder, deben salir a ayudar a la sociedad.
Pienso que debemos ser mucho más empaticos y bondadosos al momento de opinar, pensar en lo bueno y en lo malo de esta realidad que nos aborda actualmente.
-María De Los Ángeles Ramos Hurtado.
De más está decir que, dado que
todavía son muy escasas las investigaciones sobre estas materias en los países de la región, la mayoría de
dichas hipótesis se encuentran en estado embrionario.2
Entre los factores que más poderosamente inciden
en los cambios que experimenta la pobreza urbana en
los países de la región se encuentran las transformaciones que ocurren en los mercados de trabajo. Bajo
el impulso de procesos de desindustrialización, achicamiento del Estado y acelerada incorporación de innovaciones tecnológicas en algunas áreas de actividad,
se reduce la proporción de ocupaciones protegidas y
estables, aumentan las disparidades de ingreso entre
trabajadores de alta y de baja calificación, y se intensifican los problemas de desempleo y subempleo, que
afectan en particular a estos últimos.