Lo que fue, fue un laberinto.
Adentré mi cabeza antes que mis pies,
Le siguió el alma, luego el corazón
Hasta que estuve completo entre sus paredes.
Lo recorrí tanteando posibilidades
Tratando de buscar el otro lado
Con la esperanza de encontrar una respuesta
Buscando en la confusión
Lo que el orden no me había dado.
Recorrí sus esquinas plagadas de retratos,
Sus trampas y sus telarañas,
Choqué mi voz en pasillos sin salida,
Ni el eco me otorgó respuestas.
Escuché los bramidos del minotauro,
Escuché los alaridos de quien buscaba escapar,
El estallido de las cabezas y los corazones
Explotando los recuerdos
Como en medio del afán de ganar una guerra,
Una guerra perdida antes de disparar por primera vez.
Temí quedarme encerrado por siempre
Con la esencia temblando como un lago en la catástrofe.
El tiempo apareció despacio por las esquinas
Tomando poder de los ojos y el aliento,
Susurró despacio a mis adentros:
“La salida del laberinto no es una puerta,
Un pasillo o una respuesta,
La única salida es buscar un caos nuevo,
Dejarse atrapar de otro laberinto,
Todos están conectados”
Doy otro paso…
Ahí voy completo una vez más.
Carlos Andrés Pérez De Ávila